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| Foto: EFE / Ricardo maldonado

FÚTBOL

Tres visiones de un gran triunfo

El regreso de las eliminatorias trajo para Colombia el triunfo sobre Venezuela, en un partido lleno de emociones, contrastes y frustraciones para el público que masivamente acompañó al equipo en Barranquilla.

Germán Camacho
2 de septiembre de 2016

Podríamos decir, desde los fríos números, que el equipo de José Pékerman anotó dos goles, sumó tres puntos más en la carrera por un tiquete a Rusia 2018, avanzó del quinto al tercer lugar en la clasificación suramericana y llegó a 13 puntos.

Si este resumen del juego no lo convence, podríamos intentar otra versión de lo ocurrido este jueves. Digamos entonces que Colombia salió a redondear esa larga racha de cosas buenas que suceden últimamente en esta esquina de Suramérica. El vendaval de los primeros 10 minutos era la continuación de las medallas  que ganamos en los Juegos Olímpicos de Brasil, de  la fantástica Vuelta a España que viene realizando Nairo Quintana, de los vientos de paz que pueden soplar para esta sociedad. En ese lapso, Colombia dilapidó tres inmejorables opciones para irse en ventaja. Este equipo, que nos ha acostumbrado a crear pocas opciones, se daba el lujo de desperdiciar lo impensado ante el colero de la eliminatoria.

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También es posible decir, en una tercera versión de los hechos, que Colombia desperdició una inmejorable ocasión para vencer sin objeciones y por un amplio marcador a la muy débil Venezuela. No solamente se cansó de errar claras opciones de gol en los pies de Bacca, James, Cuadrado, Muriel y Roger Martínez, sino que los dos primeros desperdiciaron cada uno un penalti en los últimos minutos del compromiso.

Venezuela, por su parte, lleno de dudas y contradicciones, al igual que su difícil momento histórico, signado por la polarización y la desesperanza, no logró acomodarse en el campo de juego y limitó su papel al de un débil contendor que sacó muy barata su derrota de hoy.

El trámite del juego fue simple y sin mayores sobresaltos para Colombia. Los de Dudamel, con ausencias importantes como Seijas y Guerra, lentamente fueron aceptando la superioridad tricolor y se agruparon como mejor pudieron para demorar lo que parecía inevitable: el gol colombiano. Y cuando parecía que el primer tiempo terminaba y la agonía y la ansiedad se instalaban en las huestes nacionales, James Rodríguez, el jugador cuestionado y señalado  por la prensa madridista como frío, desganado y poco comprometido con su club, convirtió de pierna derecha una jugada sensacional en la que intervinieron Ospina, Muriel y Bacca.

En la segunda parte Colombia siguió siendo punzante y ofensiva de la mano de James y Macnelly Torres, quien en su regreso a la selección se convirtió en el socio ideal para los volantes nacionales. Agotados y deshidratados en la caldera barranquillera, los visitantes postergaron hasta donde les fue posible el segundo gol colombiano. Tanto fue el cántaro al agua que finalmente cedió cuando Macnelly atinó a rematar con tranquilidad un servicio de James, segundos después de que Bacca hubiera errado el tiro penal y dio cifras definitivas al marcador.

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Entonces, ¿qué podemos concluir del juego del jueves?

Si nos quedamos con la primera versión, es innegable que el resultado es positivo. El triunfo sobre Venezuela trajo como consecuencia que Colombia saliera de la zona de repechaje a la de clasificación directa, pues ahora somos terceros. Tenemos boletos de primera clase al Mundial de Rusia.

Con la segunda visión de los hechos, alegrémonos  porque el equipo de Pékerman recobró el buen fútbol, su capacidad para generar oportunidades de gol, sin sacrificar solidez defensiva. Para los amantes del fútbol exquisito, fue muy placentero ver a James y Macnelly juntándose, tocando el balón de manera sutil y precisa, con gran capacidad para poner a los delanteros de cara al gol.

La tercera versión podría ser preocupante. Podríamos hablar de un juego en el que Colombia no supo capitalizar la inmejorable oportunidad que tuvo de golear al rival y mejorar su diferencia de goles. No olvidemos que ya Colombia perdió la oportunidad de pelear por repechaje la clasificación a un Mundial (Japón – Corea en 2002), por un gol de diferencia.

O podemos quedarnos más bien con una mezcla de las tres versiones. Las tres guardan verdades que no podemos desdeñar. Es cierto que al cierre de la séptima fecha Colombia está clasificando de manera directa al próximo Mundial, objetivo trazado por la dirigencia y el cuerpo técnico de la selección.

También es una buena noticia que Colombia haya mostrado una sustancial mejoría en la generación de juego ofensivo, en la creación de oportunidades de gol, más ahora cuando jugaremos de visitantes en la próxima fecha frente a Brasil. Neymar y los suyos deberán tomar precauciones para no darle espacios  a James y Macnelly (si lo sostiene Pékerman en la titular),  por su facilidad para crear situaciones de gol.

Pero si queremos traer un buen resultado de la excursión a Brasil, necesitamos que las opciones que se creen no las desperdiciemos. Esperemos que ese día Bacca y los demás delanteros colombianos estén finos con el gol.

Ojalá ante Brasil James, como sucede cada vez que se pone la camiseta amarilla de Colombia, muestre toda su clase, toda su magia. Se sabe y se siente importante en el equipo de Pékerman, quien lo mima y lo cuida para sacar de su zurda y talento esa magia, esa chispa que lo hace distinto a los demás.

Lo único cierto es que a dos fechas del cierre de la primera vuelta de la eliminatoria, Colombia cumple con los objetivos de clasificar de manera directa al Mundial. El camino que queda por andar es largo, pero tenemos equipo para soñar. Rusia 2018 está un poco más cerca.