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EN BUSCA DEL RUMBO

A menos de tres semanas del inicio del torneo de selecciones de fútbol más importante del <BR>continente, la Copa América, el futuro de Colombia es bastante incierto.

5 de julio de 1999

En las últimas semanas la euforia desatada por las victorias del Deportivo Cali y su paso a la
final de la Copa Libertadores han acaparado, con justa razón, la atención de los fanáticos del balompié en el
país. Sin embargo la felicidad y el optimismo producidos por el conjunto azucarero no han logrado
desplazar la preocupación y la incertidumbre que están rondando a la Selección Colombia de fútbol. Y no es
para menos. Faltan tan sólo tres semanas para que el equipo dirigido por Javier Alvarez inicie su
participación en el torneo de selecciones más prestigioso de continente, la Copa América, y ya existen
demasiadas dudas. Pero no sólo por la participación colombiana en este certamen sino por el manejo que los
directivos del fútbol nacional continúan dándole a la selección y por su futuro mismo en las manos del nuevo
técnico.La gota que rebosó la copa y desató una cascada de críticas fue el partido que Colombia perdió 2-1 la
semana pasada contra el equipo de El Salvador, conformado este último en su mayoría por suplentes. No
pocos cuestionaron la nómina de jugadores convocados por Alvarez para ese encuentro, al igual que ocurrió
en los cinco anteriores partidos de preparación que la selección nacional ha disputado, de los cuales ganó
uno y empató cuatro. Fueron atacados el sistema de juego, los planteamientos tácticos y no pocos
expresaron su pesimismo sobre el papel que cumplirá la selección en la Copa América en Paraguay. Con la
velocidad de su época de jugador profesional Alvarez salió al paso de las críticas. "Cada uno ve lo que quiere
ver, afirmó a SEMANA el técnico. Yo tengo claros los objetivos y sé para dónde voy. Lo importante es jugar y
probar a la mayor cantidad de jugadores posibles que estén en el mejor nivel para poder crear una selección.
Lo ideal es tratar de crear un grupo sin importar el rival con el que se enfrenten".No muchos quedaron
conformes con las explicaciones del entrenador paisa. Algunos incluso fueron un poco más allá y cuestionaron
su labor al frente del equipo. "Armar una selección es muy fácil, lo difícil es ponerla a funcionar". Con esta
sincera y contundente frase Gabriel Ochoa Uribe echó el martes pasado más fuego a una hoguera de dudas
que hacia finales de la semana anterior no había disminuido a pesar de la victoria del Cali frente al Palmeiras.
La realidad, sin embargo, es que la derrota con los salvadoreños y los pocos meses en los que Alvarez ha
dirigido a la selección dejan en claro varias cosas.La primera es que difícilmente alguien puede exigirle al
técnico que Colombia tenga una destacada actuación en la Copa América, lo cual no descarta, para
algunos, que con una buena dosis de suerte puedan cumplirse las palabras de Alvarez cuando afirmó que
"lo que queremos es ganar y ser los primeros". La realidad, no obstante, es que esto es poco probable. Al
fin de cuentas, aparte del poco tiempo que lleva como director técnico, Alvarez sólo podrá empezar a trabajar
con la totalidad de los jugadores convocados a menos de 10 días del inicio del primer partido contra
Uruguay, ya que antes los compromisos de los futbolistas con sus clubes impiden su incorporación a las
filas del seleccionado. En esos días deberá trabajar sistemas tácticos y técnicos, estudiar rivales y amoldar
el grupo a su estilo de juego. Aunque no pocos han afirmado que el estratega antioqueño se identifica
futbolísticamente con los principios de juego de Francisco Maturana y Hernán Darío Gómez y él mismo ha
repetido que "para construir no es necesario destruir "en una clara referencia a la intención de preservar la
forma de jugar de sus antecesores, lo cierto es que su brillante campaña con el Caldas dejó en
evidencia que su estilo guarda una moderada distancia con el de los dos hombres que antes ocuparon su
lugar. Y es por esto que es imposible pretender que el equipo que estará en Paraguay funcione con la
precisión de un reloj suizo por más talentosos que puedan ser los jugadores que Alvarez convoque. Pero más
allá de los resultados futbolísticos que pueda alcanzar Alvarez en Paraguay, estos cuatro meses han
servido para dejar en evidencia una realidad que ha acompañado a la selección desde hace varios años: el
desorden y la desidia de los directivos de la Federación Colombiana de Fútbol _FCF_. Resulta
incomprensible que para un torneo de la talla de la Copa América los partidos de preparación hayan sido el
resultado de negocios de última hora y no el reflejo de un plan serio de preparación. También es difícil de
entender que aún no se hayan abandonado las viejas manías de aceptar presiones de empresarios y
presidentes de clubes para jugar contra determinado equipo y convocar a algunos jugadores con la única
intención de valorizarlos en el mercado interno y externo en clara contravía de los intereses de la
selección.Aparte de la responsabilidad que recae sobre estos aspectos en los directivos es imposible
desconocer que, aunque Alvarez afirma que él sólo toma decisiones deportivas, ese tipo de
determinaciones administrativas terminan por afectar al equipo y por lo tanto es necesario que tome los
correctivos del caso o por lo menos manifieste su inconformismo. El tiempo empieza a correr para Alvarez
y serán los resultados los únicos jueces que permitan medir en algunos meses si el estratega puede
consolidar los tan anunciados vientos de cambio en la selección nacional o si por el contrario ésta seguirá sin
rumbo.