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GOL OLIMPICO

Tras derrotar a París en la lucha por la sede de las Olimpiadas, Barcelona se embarca en un negocio de miles de millones.

1 de diciembre de 1986

Aun no habían desaparecido las espumas de champaña de celebración, cuando los organizadores de la Olimpiada 92 comenzaron en Barcelona a sumar y restar para llegar a la cifra que moverá el evento: cerca de 450 mil millones de pesos.
La sede se había ganado en Lausana, Suiza, tras una batalla sutil en la que la diplomacia, el aguante, la intriga y las relaciones públicas fueron las armas. Quienes mejor las emplearon fueron los españoles, encabezados por el alcalde de Barcelona, Pascual Maragall. Su táctica en una guerra frontal contra la otra ciudad candidata -nada menos que París-, fue simple pero contundente: decirle al Comité Olímpico Internacional que, de todas maneras, en el 92 o en el 2002, Barcelona quería hacer los juegos. Maragall, al presentar a su ciudad, fue categórico: "Os pedimos los juegos por cuarta vez, y si no nos los concedeis os los pediremos por quinta vez y cuantas veces sea necesario".
En efecto, Barcelona se había convertido en la candidata casi infaltable para pedir la sede de los Juegos Olímpicos. Sus ruegos habían comenzado en 1920 (para hacer los del 24) y, en esa oportunidad, perdió ante París. Pero esta vez le ganó a los franceses que se la metieron toda, al mando del alcalde y primer ministro, Jacques Chirac, que fue a Lausana y durante tres días ejerció las más directas presiones sobre los delegados del COI, especialmente a sus amigos africanos. Hasta, se dijo, ofreció condonarles deudas económicas a cambio de su voto .
Pero ni la suma de sólo 23 medallas que España ha obtenido en toda la historia, ni la perspectiva de que deportivamente el balance final sea paupérrimo, ha importado en este caso, donde la embarcada económica tiene ribetes demenciales por sus cifras. Para organizar todo lo que serán los Olímpicos está ya creado y funcionando un ente cuya sigla promete un descalabro: COJO, que significa Comité Organizador de los Juegos Olimpicos. De esa entidad dependerá que las finanzas no cojeen dentro de seis años cuando lleguen a la hermosa capital catalana alrededor de 300 mil personas.
La tajada más grande del ponqué de billetes de los Olímpicos se la llevarán las construcciones, que moverán cerca de 280 mil millones de pesos, a pesar de que la infraestructura deportiva de la ciudad está bien desarrollada. Los hoteles esperan ingresos cercanos a 30 mil millones de pesos y el comercio en general, que ya ha comenzado a producir souvenirs aspira a vender algo así como 18 mil millones de pesos.
Pero el rubro en el que hay más interés es en el de las comunicaciones. Se estima que los derechos de transmisión. costarán un poco más de los 50 mil millones de pesos y ya está pensado cómo se va a solucionar el problema horario, sobre todo si se tiene en cuenta que Estados Unidos es el gran comprador de televisión. La solución parece estar en el desarrollo que de aquí a seis años va a alcanzar la televisión por cable: se calcula que habrá alrededor de 60 millones de aparatos suscritos a la información olímpica y que será ese, entonces, el mejor vehículo para ver lo que pasa en la por estos días eufórica Barcelona.