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GUERRERO ACELERA

En Inglaterra, e,l,país que lo convirtió en piloto de F-1, logró una buena actuación

22 de agosto de 1983

No fue un triunfo. Tampoco una hazaña. Simplemente terminó un Gran Premio. Pero era el siguiente paso que Roberto Guerrero debía dar en su lucha contra la adversidad y el injusto descrédito que poco a poco se ha venido ganando en Colombia. Y lo dio terminando en Silverstone el Gran Premio de Inglaterra, el país que fue testigo de su aprendizaje en la fórmula tres y que lo entregó al mundo convertido en un piloto de fórmula uno. Aunque no logró ningún punto, por lo menos comenzó a recuperar la confianza de quienes, poco a poco, habían cambiado el lógico entusiasmo de tener una compatriota entre los treinta pilotos de fórmula uno por la ilógica decepción que llega cuando no se dan los resultados inmediatos, porque desgraciadamente la opinión pública no está interesada nunca en los procesos sino en los triunfos y los titulares de primera página. En la legendaria pista de Silverstone, Guerrero por fin logró librarse de tener que dar las mismas explicaciones. Esta vez el carro aguantó y terminó la carrera. Fue 16 entre 26 participantes que tomaron la largada y, aunque su Theodore Ensing fue superado por los veloces autos de motor turbocargado, por lo menos esta vez las causas de la derrota no se encontraron en las fallas mecánicas sino en la inevitable inferioridad de su auto cuando se enfrenta a los turbo de los ganadores. Su actuación no debe considerarse como una victoria moral. Tampoco lo fueron las primeras actuaciones, tímidas y anónimas, de los hoy consagrados Lauda, Rosberg, Prost... Cualquier piloto que cuente su historia tendrá que referirse a los difíciles tiempos del comienzo. En el duro negocio de la fórmula uno triunfan aquellos que al principio saben soportar la interminable serie de carreras en un coche sin posibilidades, y solamebnte se pueden dar el lujo de recordarlas en entrevistas quienes esperan la gran oportunidad de saltar a las grandes marcas. Lo que para los consagrados es el pasado, para Guerrero es presente.Su actuación en Silverstone, si bien no llenó de alegría a la gente, por lo menos comienza a demostrar que el compás de espera que merece Guerrero debe medirse en años y no en semanas.