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¡Hala, Madrid!

Ni los más acérrimos enemigos del Real Madrid se atreven a negar que es el mejor equipo de la historia.

15 de enero de 2001

Ni Pele ni Maradona jugaron en el Real Madrid y, a decir verdad, nadie los echó de menos. El Real, sin ninguno de los dos, y sin la perspectiva de Zinedine Zidane, o del que quieran que sea el mejor futbolista de todos los tiempos, ha ganado todos los torneos que puede ganar un equipo. Simplemente es el mejor. Ya lo dijo la Fifa, pero apenas era necesario. La noticia del resultado en la final de la más reciente Copa Intercontinental de Clubes fue que perdió el Real, no que ganó el Boca Juniors, de Argentina. El resultado iba en contra de la lógica. Porque el Madrid tiene que ganarlo todo. Esa es su bandera, su maldición. Si gana la Copa del Rey tienen que ganar la Liga, y si gana la Liga con mayor razón la Copa de Campeones y la Supercopa, y si esos 200 ó 300 partidos para conquistar todos los trofeos no fueron suficientes, tiene que ir a Japón y volver a ganar. O si no: ¿Para qué se ponen la camiseta? Todo el que juega en el Madrid lo sabe, y también que de un día para otro puede pasar de la idolatría al odio. O al revés. Si es un triunfador, y triunfa, será bienvenido, si no... “Cuando perdíamos no se movía ni Dios”, dijo otro grande de todos los tiempos, Alfredo Di Stefano. En su libro, Gracias, vieja, el grueso de su historia está concentrada en el Madrid. Di Stefano es uno de los grandes símbolos del equipo merengue. Bajo su batuta el Real ganó cinco de las ocho Copas de Campeones que tiene en sus vitrinas, una de ellas, la de la final contra el Stade de Reims, en París, quedó llena de vino. No es gratis, uno de los gritos de guerra es: “Así, así gana el Madrid”.

¿Y qué dicen en el Barcelona o en el Atlético de Madrid, los colchoneros, que ahora disfrutan de sus fracasos en la segunda división? Ambos odian al Real, y los del Real se dejan odiar. Sólo se odia por envidia. Y esos odios se disfrutan, ¿Pero cómo no odiar al que siempre gana? Y que gana con tranquilidad o con angustia, pero siempre con buen fútbol. Con lujo. Como dice el escritor español Javier Marías: “El Madrid es heroico y altanero y también artístico”. Cuando se es hincha del Real se ve al equipo en “un estado de confianza, con una expectativa de lujo y derroche: no sólo se gana, sino que cabría el adorno y sobra-rían algunos goles”. Además de sus enemigos el Real tiene otras cosas malas. Por ejemplo, la leyenda negra con la que han querido manchar su reputación. Dicen que era el equipo del régimen. El equipo de Franco. Un equipo de derechas. Marías, en su libro de fútbol, Salvajes y sentimentales, lo desmiente con datos históricos. “Hubo un aprovechamiento oportunista, por parte de la dictadura, de sus grandes éxitos europeos de los años 50 y 60. Lo gracioso es que inmediatamente después de la Guerra Civil, el Real Madrid, pese a su monárquico nombre, era paradójicamente el equipo preferido de los derrotados republicanos madrileños, porque al menos llevaba el nombre de la ciudad que había sido salvajemente asediada y bombardeada durante tres años”. Pero bueno, eso es historia. En los últimos años algunos equipos grandes, como el Manchester United, el Milan y el Ajax, han tenido momentos brillantes de fútbol, equipos que lo han ganado todo y que lo han ganado bien y, de paso, han reclutado hinchas que no saben mucho de fútbol pero que ven noticieros y escuchan los comentarios de los periodistas que se encargan de crear mitos. El imbatible Milan, el indestructible Manchester.

Sí, suenan bien, pero el Madrid es el mejor. Por eso volvió a la gloria. A comienzos de este año, cuando el Manchester parecía invencible, el Real le ganó en su casa. Y recuperó su fútbol. Y la Copa de Campeones. Ah, y quedaban otros récords todavía: tiene a Luis Figo, el jugador más caro de la historia. ¿Algo más?