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El jugador Leonardo Ponzio fue uno de los más afectados por el ataque. | Foto: AFP

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Una noche de infamia en La Bombonera

Lo ocurrido en el partido de Boca y River en Argentina debe marcar un antes y un después en el fútbol continental. Vergüenza histórica.

14 de mayo de 2015

Existen pocos calificativos para describir lo que ocurrió en el estadio La Bombenera en la noche del jueves. Se enfrentaban Boca Juniors y River Plate por los octavos de final de la Copa Libertadores y todo terminó en un escándalo histórico que quedó registrado segundo a segundo por televisión mundial.

Mientras los jugadores de River se preparaban para entrar a jugar el segundo tiempo, barras del equipo rival rompieron parte del túnel que comunicaba con la cancha y tiraron una sustancia lacrimógena que afectó la visión de varios integrantes de River.

Las imágenes parecían surreales. Los jugadores de River tenían quemaduras en partes de su cuerpo. Varios de ellos terminaron con los ojos completamente inflamados y con poca visión. "¡No puedo ver, no puedo ver, estoy quemado, esto no es una guerra!", lamentaba ante la televisión el defensa Ramiro Funes Mori, en medio de forcejeos e insultos.

Los jugadores de Boca Juniors en un acto de infamia llegaron a prepararse para reanudar el partido, sin importar lo que estaban viviendo los colegas rivales. Mientras tanto, los jugadores de River intentaban recuperarse de las quemaduras producidas por las sustancias que les arrojaron. La imagen de Leonardo Ponzio, volante de River, con los ojos totalmente inflamados y visiblemente quemado era más que desgarradora.

"Tengo el cuerpo quemado, los ojos brotados", agregó Funes Mori. El presidente de River, Rodolfo D'Onofrio, entró al campo para que su equipo se retirara por falta de garantías. El DT de Boca, Rodolfo Arruabarrena, montó en cólera y quería increpar al dirigente. Para colmo, hinchas 'xeneizes' se adueñaron de un extremo de la manga y la destrozaban. Un espectáculo vergonzoso.

El estadio no dejaba de ser una caldera, una brasa ardiente de cánticos, tanto de aliento a Boca como de insultos a River. Los hinchas lanzaron al aire un dron que llevaba un cartel con una 'B', en son de burla al descenso de River en 2011.

Pero la noche de infamia estaba lejos de terminar. Los jugadores de River Plate tuvieron que esperar más de dos horas para poder salir de la cancha, mientras que los jugadores de su rival permanecían silentes con la lamentable esperanza de continuar el encuentro.

La confusión reinó en el Boca y una vez más las barras cantaron victoria. Demostraron que son más poderosos que el propio espectáculo. Con la complicidad, o por lo menos la abulia, de las autoridades (policiales y del equipo) pudieron llegar hasta el túnel donde estaban los ‘enemigos’ y como si fuera la Primera Guerra Mundial atentaron contra jugadores de fútbol con un gas que produjo quemaduras de primer grado.

A esa altura de la noche parecía que la vergüenza no podía ser mayor, pero los protagonistas de la barbarie se las ingeniaron para caer aún más bajo. Después de que los jugadores de River por fin pudieron abandonar la cancha, en medio de cientos de proyectiles, algunos boquenses saludaron y aplaudieron a la tribuna. Una señal casi de aprobación a lo que habían perpetrado los barras bravas.

Como si esto fuera poco, el secretario de Seguridad de Buenos Aires, Sergio Berni, responsable del operativo de seguridad en el espectáculo, dijo sin ningún atisbo de vergüenza después del partido que “no hubo ningún tipo de incidente”. A ese punto llegó el nivel de aprobación de la violencia que manchó para siempre la rica historia de la Copa Libertadores.

Serán las autoridades de la Conmebol las que definirán lo que ocurrirá de aquí en más. La opción más lógica sería que River Plate ganara la serie y avanzara a cuartos. Puede ocurrir, también, que se jueguen los 45 minutos restantes, lo que sería el final de una noche de histeria que pasará a la triste historia del fútbol suramericano.