"Solo un computador podia encontrar y hacer una jugada como esa. Yo quedé totalmente sorprendido". Así definió el campeón mundial de ajedrez, Vladimir Kramnik, el movimiento 27 que la computadora 'Deep
Fritz' hizo durante la sexta partida que los enfrentaba y que, en ese momento (el pasado martes), significó igualar la serie a tres victorias cada uno. El ruso no ocultó la admiración por la jugada de su oponente en el marco del duelo 'Cerebros en Bahrain', que enfrentó durante 10 días al hombre que mejor juega ajedrez en la actualidad y a la computadora con el software más avanzado y con capacidad para retarlo.
Al cierre de esta edición la serie estaba igualada y restaban dos partidas para definir al ganador entre el hombre y la máquina. Y al igual que, hace cinco años cuando Deep Blue, de IBM derrotó 3,5 ? 2,5 al entonces campeón Gary Kasparov, en una serie que premiaba al mejor de seis partidas, en esta oportunidad la atención también estuvo al tope no sólo en 'The Bahrain Mind Sports Centre' de Manama, Bahrain -un pequeño y próspero país en la costa occidental del Golfo Pérsico-, en donde se llevó a cabo el match, sino en todo el planeta, que pudo seguir, paso a paso, el desarrollo de las partidas vía Internet. Las entradas a la página oficial se quintuplicaron respecto al duelo de hace cinco años y las expectativas sobre el enfrentamiento tenían un aire de revancha después de la imagen, para muchos fatídica, de Kasparov rindiéndose en el movimiento 19 de la sexta partida después de una hora de juego.
Kramnik no tenía las cosas fáciles pues si 'Deep Blue' era capaz de analizar dos millones de jugadas por segundo, 'Deep Fritz' puede triplicar hoy ese número de posibilidades. Las dos computadoras ya habían tenido su propio duelo hace dos años y la ganadora fue la segunda, la creada por Frans Morsch y operada por la compañía de software Chessbase.
Sin embargo, y a diferencia del match de Kasparov, el actual campeón pudo estudiar el método de juego de la computadora con anticipación. Desde tres meses atrás el ruso se pudo acercar al sistema de juego de su oponente, teniendo acceso a partidas previas que la computadora había desarrollado frente a otras máquinas menos poderosas. Esto le permitió prepararse como si hubiera estudiado, por los mismos tres meses, a cualquier gran maestro del ajedrez. En este enfrentamiento 'Deep Fritz' no fue reprogramada después de cada partida, algo que sí sucedió con 'Deep Blue'. Para el ajedrecista indio Vishwanathan Anand, quien se enfrentó a Kasparov en 1996, la gran ventaja de 'Deep Blue' fue haber procesado las seis últimas partidas del campeón y asimilar rápidamente su juego. "Yo no sé qué tanta diferencia haya entre analizar dos millones y tres millones de jugadas en un segundo porque no me cabe en la cabeza pero sí hay que tener claro que la máquina llega, en ese sentido, a donde el hombre no podrá jamás", dijo en ese momento Anand.
Pero la imbatibilidad tampoco está en la más evolucionada tecnología y el hombre, por fortuna, la sigue haciendo vulnerable. El propio Anand lo manifestó en esa oportunidad: "No entiendo por qué si 'Deep Blue' podía ir tres o cuatro jugadas después con millones de posibilidades y elegir la mejor nunca vio la jugada 'Qe3' de Kasparov. Hay un misterio al final del juego porque muchos de los espectadores vimos venir lo que traería ese movimiento".
Tanto el hombre como la máquina siguen mostrando su lado flaco. El pasado martes Kramnik se detuvo durante más de 42 minutos antes de mover una pieza que le significó la derrota de la sexta partida. "El siente la presión, la computadora no. Kramink se puede cansar, su rival no", dijo Frederic Friedel, uno de los fundadores de Chessbase. Ese es uno de los factores desiguales de este duelo. Anand también lo había dicho hace cinco años: Kasparov puede jugar como Kasparov o preocuparse por jugar como el 'antiDeep Blue'. Aquí la mirada, los gestos de los rivales, o el cansancio pierden validez, mientras que en una partida entre dos ajedrecistas es bien sabida la importancia de estos aspectos.
Para Friedel una victoria de la computadora debería ser vista también como un triunfo del hombre en procura de hacer más viable y más ágil la solución de problemas en los que la mente humana pueda encontrar obstáculos. "Finalmente la máquina está al servicio del hombre que la creó y, también, para que esa máquina sea mejor se necesita un hombre mejor que ella detrás, dice. Nosotros estamos arrancando desde donde terminó Deep Blue. Tenemos la única oportunidad de hacer una prueba de poder del más avanzado 'software' de ajedrez funcionando ante el campeón mundial. Eso es lo que cualquier programador de ajedrez soñaría".
Para Kramnik el reto tenía otro tinte: "El cerebro humano tiene el poder de crear a la computadora. Este juego es una lucha contra la computadora, el más significativo desarrollo técnico en la historia. Esto es también una batalla entre la creatividad humana y el más monstruoso poder calculado". Si Kramnik se proclamaba vencedor ganaría un millón de dólares. Si empataba, 800.000 y si perdía 600.000 dólares. Pero el dinero parecía ser lo de menos. Lo que estaba en juego es uno de los dilemas que más obsesiona al hombre contemporáneo. Saber si sus creaciones tecnológicas, como ocurrió con Frankenstein, se les salen de las manos y el dominador pasa a ser el dominado.