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JUICIO OLIMPICO

La participación de Colombia en Atlanta 96 confirma la desidia con que se sigue manejando el deporte nacional.

2 de septiembre de 1996

l editorial del diario 'El Tiempo' del martes 30 de julio describió lo que había sido hasta ese momento la participación colombiana en los Juegos Olímpicos de Atlanta: "Acudiendo a frases populares, a veces tan significativas, 'nos ha ido como a los perros en misa". Y es que a pesar de que aún faltaban cinco días para la clausura del evento cuando se escribieron esas líneas, la frase resume a la perfección lo que fue la incursión nacional en la últimas olimpíadas de este siglo. Para algunos, desde el mismo desfile inaugural la debacle se presentía. La delegación colombiana fue de las pocas que apareció, frente a más de 2.500 millones de teleespectadores de todo el mundo, en sudadera, mientras que la mayoría de los representantes de las otras 196 naciones participantes lo hicieron en traje de gala o con atuendos típicos, conscientes de que el grupo de deportistas que caminaba por la pista representaba la imagen de un país. Lo irónico es que los únicos colombianos que estaban vestidos para la ocasión fueron los dirigentes, a quienes al parecer se les olvidó que una marca de ropa deportiva había ofrecido trajes a todos los integrantes de la delegación a cambio de lucirlos durante el desfile. Unos días más tarde el mismo presidente del Comité Olímpico Colombiano _COC_, Jorge Herrera, reconoció que fue un error haber desfilado en sudadera. Curiosamente, en Barcelona 92 la sudadera también fue el uniforme oficial de Colombia y en estos cuatro años no se hizo nada para cambiar esa situación. Lo de las sudaderas es tan sólo la punta del iceberg de desorden, desidia y erráticas políticas que el gobierno nacional trazó para las olimpíadas a través de las entidades encargadas de manejarlo, como son el Ministerio de Educación, Coldeportes y el COC. Semana negra Al cierre de esta edición los únicos colombianos que sobrevivían en las olimpíadas eran el jinete Manuel Guillermo Torres, clasificado para disputar la final de salto el domingo, y los maratonistas Carlos Mario Grisales y Julio Hernández, quienes competían ese mismo día. En cualquier caso sus triunfos eran considerados un milagro. Los otros 47 integrantes ya habían sido eliminados, 28 de ellos en la primera semana de competencias. Antes del inicio de los Juegos Olímpicos Alberto Ferrer, secretario general del COC, había dicho a SEMANA: "los deportistas que van a Atlanta están mejor preparados que en la oportunidad anterior... solamente irán aquellos deportistas que tengan posibilidades reales de llegar por lo menos a la final". Sin embargo la realidad es que el único que llegó a una final fue Torres, pues la gran mayoría de los atletas nacionales no consiguieron pasar a las segundas rondas. Antes de viajar a Atlanta el objetivo fundamental era mejorar la actuación de Barcelona 92, en donde Norfalia Carabalí fue finalista en los 400 metros, Héctor Moreno quedó noveno en los 20 kilómetros, Mauricio Rivas séptimo en esgrima y Ximena Restrepo medalla de bronce. Comparando los resultados de este año con los de esa olímpiada se explica el porqué se está hablando de una catástrofe deportiva. El editorial del diario El Espectador del 30 de julio sintetizó la actuación colombiana diciendo que "...es probable que en el escenario mismo de las competencias olímpicas, agitado y vistoso, el resto de las delegaciones no hayan observado la magnitud de nuestra miseria deportiva". ¿Que pasó? Los principales enjuiciados por los malos resultados casi siempre son los deportistas. Pero con lo que ocurrió en Atlanta quedó al descubierto que ellos no son los únicos responsables. En las tres olimpíadas anteriores la mala planificación había quedado en un segundo plano, pues en Los Angeles 84 Helmut Bellingrodt ganó medalla de plata en tiro, de Seúl 88 Eliécer Julio trajo bronce en boxeo y en Barcelona 92 Ximena consiguió el bronce en atletismo. Este año, ante la falta de una medalla que tapara los resultados, las declaraciones del tirador Bernardo Tovar publicadas el 28 de julio en El Tiempo parecen explicar en parte las bajas actuaciones del país en los certámenes olímpicos. Tovar afirmó que "nosotros _los deportistas_venimos a ver si a base de corazón, a base de garra y a base de verraquera podemos sacar una medalla. Y eso es un sueño". El tirador dijo también que "Colombia necesita planificar un verdadero ciclo olímpico, de lo contrario las improvisaciones seguirán conduciendo al desastre". Pero la del tirador no fue la única voz de protesta por la que parece ser una feria de improvisaciones. Ciro Solano, presidente de la federación de atletismo, dijo la semana pasada, en una entrevista radial con la cadena deportiva Antena Dos de RCN, que para la preparación de los atletas que asistirían a Atlanta "hubo deportistas que recibieron tan sólo dos millones de pesos y hubo otros que no recibieron ni un solo centavo ". Las cuentas claras La mayoría de las federaciones consultadas por SEMANA pocos días antes de empezar los olímpicos reconocen que, aunque el COC les ayudó con algún dinero, éste no era suficiente para garantizar el adecuado entrenamiento de sus deportistas. Según funcionarios del comité, que pidieron no revelar su nombre, el organismo disponía de 1.100 millones de pesos _aproximadamente un millón de dólares_ para distribuirlos entre las nueve federaciones con el fin de garantizar la correcta preparación de los atletas. De esa cifra 500 millones fueron aportados por Coldeportes y, según Gabriel Cardona, secretario general de esa entidad, "sabemos de las quejas de las federaciones pero desconocemos cuál fue el criterio que se utilizó para la asignación de esos recursos". Y es que este tema es bastante delicado, porque al parecer nadie entiende en qué se gastó el millón de dólares o cómo se planificó la participación colombiana en las olimpíadas. Según las cifras que maneja el COC, el desplazamiento de las 88 personas de la delegación colombiana, 50 de ellas atletas, costó 200.000 dólares. Sin embargo SEMANA pudo establecer con varias aerolíneas que el valor del transporte de este número de personas, sin ninguna clase de descuento y utilizando la tarifa máxima, no supera los 90.000 dólares. Pero aquí no paran las irregularidades. Mientras la delegación de tiro, que sólo contaba con dos competidores, Danilo Caro y Tovar, recibió el aval del COC para viajar con nueve acompañantes _entrenadora, jefe de misión, asistente del jefe de misión, tesorero, director técnico, director médico, médico, delegado y director de disciplina_, a los tres representantes de equitación les tocó sacar de su propio bolsillo 50.000 dólares para poder completar los 120.000 que les costó el transporte de los caballos hasta Atlanta, ya que el COC tan sólo pudo ayudarles con 70.000 dólares. En este momento nadie sabe realmente cómo se gastaron los 1.100 millones de pesos. SEMANA intentó durante varios días comunicarse con el presidente y el secretario general de ese comité para conocer su versión de los hechos, pero no fue posible. Por ahora lo único cierto es que el próximo 27 de agosto la ministra de Educación, Olga Duque de Ospina; el director del Coldeportes, Diego Barragán, y el presidente del COC, Jorge Herrera, tendrán que atender la citación que el representante Guillermo Martinezguerra presentó ante la Cámara de Representantes para que los funcionarios expliquen, entre otras cosas, cómo se gastó el dinero y cuál fue la preparación que tuvieron los deportistas para asistir a las olimpíadas. Según Martinezguerra, está citación tiene como fin "contemplar la posibilidad de declarar el deporte colombiano en emergencia, para cerrar Coldeportes y el COC y remplazarlos por una nueva entidad descontaminada". Lo importante de esta iniciativa no está sólo en tratar de establecer las causas y los costos de este fracaso olímpico sino en que, a diferencia de la gran cumbre del deporte que se hizo después de Barcelona 92, esta vez las leyes deportivas y las promesas del gobierno no se queden en letra muerta, porque de lo contrario para las olimpíadas del año 2000 lo único que terminará cambiando será el color de la sudadera que utilice la delegación colombiana en el desfile inaugural.