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El jugador se marchó a continuar una maratónica gira que incluye 40.000 kilómetros en un par de semanas y que le han fijado sus patrocinadores. | Foto: EFE.

CRÓNICA

La accidentada visita de Messi a Medellín

La monumental desorganización marcó la presencia del astro argentino en la capital paisa.

2 de julio de 2013

Muy poquitas cosas salieron bien en la promocionada visita de Lionel Messi a Medellín. Al contrario, abundan los lunares: el partido amistoso se inició con dos horas de retraso, hubo protestas de los padres porque el jugador -sin saberlo- fue llevado a otro sitio en donde éstos esperaban para la firma de un autógrafo con sus hijos, hay versiones de que las pólizas de responsabilidad se firmaron a última hora, las demás estrellas invitadas nunca aparecieron y hasta historias de prepagos rondando en los hoteles en donde se hospedó el 10 pusieron el colofón a lo que debía ser una gran cita. Esta es la crónica de lo ocurrido el sábado en la capital paisa.
 
Al minuto 70, antes que Messi abandonara el campo del Atanasio Girardot, un pequeño con la camiseta blaugrana del Barcelona corrió hacia el ídolo argentino y con un abrazo encontrado cumplió el sueño de miles de niños que admiraban el hecho como propio, y que encausaron sus aplausos de despedida al jugador hacia el aventurado que regresaba a su puesto en la tribuna sur.  

Luego de la salida del diez del equipo verde y blanco, los cantos de “Messi, Messi, Messi” con alabanzas incluidas en intervalos del juego, a los cuales el futbolista gaucho correspondió con los brazos abiertos en gratitud a los 19.000 asistentes al estadio, el silencio se hizo constante, y tan solo fue interrumpido por las palmas en los goles restantes y los silbidos de buena parte del estadio cuando algunos jugadores del DIM, pertenecientes al conjunto rival de pantaloneta roja y camisa azul, recibían el balón.

Poco antes del pitazo final del árbitro Hernando Buitrago, el niño Tomás Marín, un pequeño de apenas diez años, emprendió su propia carrera hacia alguno de los demás jugadores que permanecían sobre el césped del Atanasio. Se zafó de uno de los hombres de logística que cubrían el paso a la cancha, y cuando se dirigía hacia su objetivo, un joven con chaleco del Instituto de Deportes de Medellín lo detuvo.

“Déjenlo, déjenlo”, reclamó parte de la afición desde la misma tribuna. Su padre, al retorno del menor, no lo increpó, lo recibió con una sonrisa. Para él, el acto de su hijo era una muestra de la “indignación” producida por él y numerosos padres de familia que como él les prometieron algo más a sus hijos ante la presencia de Messi en la ciudad.

Y es que desde la infructuosa cena del viernes en el salón Antioquia del Hotel Intercontinental, el representante de Lionel, Guillermo Marín, había prometido recompensar a los niños de los padres que habían comprado la boleta platino de 1.200.000 con la foto y el autógrafo del mejor jugador del planeta en una sesión al otro día a las 3:00 p. m.

Sin embargo, cerca de 300 niños que se acercaron desde las 2:00 p. m. con boleta en mano, la mayor parte en compañía de sus padres, solo poco después de las 6:00 p. m., a menos de una hora del horario pactado para el encuentro de “La Batalla de las Estrellas”, recibieron el aviso de uno de los coordinadores de logística sobre la inasistencia de la estrella mayor.  En fuentes cercanas al jugador se informó que éste no estuvo enterado de lo ocurrido y se limitó a cumplir las peticiones de los encargados de guiarlo.

Fue allí cuando los padres, que permanecían afuera del salón, al ver los dos buses con el resto de los jugadores que se dirigían al estadio, se volcaron delante del primer bus en fila y no permitieron su salida hasta más de una hora después, tras la mediación de funcionarios de la Personería de Medellín.

En medio de las protestas, el gerente del Hotel Intercontinental, el coordinador de la logística del evento, una representante de UNE, patrocinador del evento, y el jefe de la seguridad de Messi, acordaron una improvisada y ligera sesión de fotografías grupales para unos cuantos niños que se encontraban cerca.

Por otra parte, la Personería dispuso de una patrulla en que se transportó otro grupo de niños (as) restante camino al estadio para tomarse la foto con el jugador en el intermedio o al final del encuentro. Entre ellos estaban las hermanas Ana María y Natalia, una con la camiseta del Barcelona y otra con la de la selección Argentina.

Ellas fueron las que quedaron en el centro de una toma grupal alrededor de Messi, en las escalerillas que dan entrada a los camerinos, después que este abandonara el terreno de juego. Acto seguido, sin ni siquiera pasar por las duchas, se dirigió a una de las camionetas negras que lo llevó directo al hotel.

Entre tanto, al finalizar el encuentro, otro grupo de niños permanecía delante de la entrada a la zona húmeda reclamándoles a funcionarios de la Personería las camisetas que habían entregado para ser autografiadas. Sin embargo, ninguna de ellas había pasado por la firma de “La Pulga” y algunas, al momento de la devolución, permanecieron extraviadas.

-“¿Qué esperas?”, le preguntaba Cristina, una niña de siete años a su hermana de nueve con la camiseta del Barcelona, de pie, en una de los accesos a la tribuna preferencia, la cual se hallaba vacía como el resto del estadio, minutos después del final del encuentro.

-“Que vuelva Messi”, respondió a secas ella.

El hecho no ocurrió. El jugador se marchó a continuar una maratónica gira que incluye 40.000 kilómetros en un par de semanas y que le han fijado sus patrocinadores. Mientras el mejor futbolista del planeta estaba en su habitación descansando, decenas del equipo de personas que lo acompañaban se dedicaban al relax. En la mañana de este martes, Blu Radio informó que varias prepago estuvieron rondando en el hotel del 10 argentino. Un triste colofón para una visita que dejó a muchos con el ceño fruncido.