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LA APUESTA DE SCHUMACHER

Sólo si el piloto alemán logra coronarse campeón del mundo montado en el caballo de Ferrari, demostrará que en realidad es un fuera de serie.

2 de octubre de 1995

EL AÑO PASADO su campeonato mundial estuvo manchado de dudas. Lo descalificaron en el Gran Premio de Inglaterra por ignorar la bandera negra, lo desaprobaron en Bélgica por problemas técnico-reglamentarios, abandonó la carrera de Alemania y le prohibieron competir en Italia y Portugal a raíz de una pena impuesta por desobediencia en Silverstone. Además no faltaron las voces de protesta que afirmaban enérgicamente que su título se debió exclusivamente a que su auto estaba fuera de reglamento y era mucho más rápido que el de los otros pilotos.
Es por todo esto que el piloto alemán Michael Shumacher inició esta temporada con la idea de taparle la boca a sus críticos.
La verdad es que lo está haciendo. Su última carrera fue monumental. Arrancó en la décimo sexta posición en la grilla del Gran Premio de Hungría y al cabo de unas horas pasó de primero cuando ondeaban la bandera a cuadros. Con esta hazaña ya quedan muy pocos en el mundo que duden de las cualidades de Shumacher. Pero nor si alguien sigue dudando, Shumacher decidió firmar un contrato de 50 millones de dólares con Ferrari para las temporadas 96 y 97.
Sin duda la apuesta que hizo el alemán es arriesgada. La escudería italiana lleva 16 años sin ganar un solo título y 12 sin adjudicarse el premio de constructores. Sus seguidores, los tifosi, no aguantan más. Pareciera que Ferrari, quizás la escuderia más tradicional, estuviera envuelta en un hechizo. No hay nadie que pueda hacer algo por ella. Ni siquiera pilotos de la talla de Alain Prost y Nigel Mansell lograron sacar al equipo de ese enorme agujero negro.
Pero Ferrari pareció encontrar en el piloto más rápido del momento la poción mágica para salir del cruel hechizo. Y por eso hizo todos los esfuerzos posibles para ficharlo en la escudería. Los 25 millones de dólares que ganará Shumacher (50 por las dos temporadas) se lograron conseguir gracias a un pool de inversionistas: cinco millones de dólares aportados por la Philip Morris, cinco por Ferrari, cuatro por los patrocinadores personales del piloto alemán y 11 por la petrolera Shell.
Sin duda la Ferrari no tiene nada que perder y sí mucho que ganar. La escudería anda por el piso y la actuación de Shumacher no podría ser más mala que las anteriores del equipo. La pregunta es qué tan bueno puede ser este contrato para el piloto alemán. ¿Ganará algo más que dinero? Fácil. Si Shumacher logra coronarse campeón vistiendo los colores de Ferrari pasará a la historia como el piloto que acabó el hechizo, el fenómeno humano que es campeón en cualquier escudería y con cualquier auto. Demostrará que lo suyo no son solo tecnología y autos veloces, sino que tiene por dentro el alma del piloto ganador, el que siempre está jugando con el límite, el que acelera mucho y frena muy poco.
Pero ojo, también puede fracasar. Y si fracasa su campeonato mundial del año pasado y seguramente el de este, seguirán manchados de dudas. Por esto la apuesta de Shumacher es arriesgada. Independientemente de las grandes carreras que haga, como la de Hungría y de los triunfos obtenidos, el piloto alemán sólo demostrará que es un fuera de serie si logra coronarse campeón montando el caballo de la escudería Ferrari.