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LA COPA ROTA

Con la única excepción de Colombia, sólo bostezos deja la primera semana de la Copa América

3 de agosto de 1987

Las condiciones eran inmejorables. Jugaban Argentina con Maradona, Brasil con Careca y Colombia con Valderrama. La sede, Argentina, no podía fallar teniendo en cuenta su condición de actual campeón mundial. Pero lo ocurrido durante la primera semana de competencia predice un estruendoso fracaso en términos económicos y futbolísticos para la Copa América.
Hasta hace cuatro años, la Copa se jugaba utilizando el sistema de local-visitante que se utiliza en la Libertadores de América. Con el regreso al viejo sistema de escoger un país sede (que se utilizó en los comienzos del campeonato), los organizadores buscaban darle más jerarquía e interés a un torneo que se acercaba rápidamente a su muerte. Pero, como se dice comúnmente "les salió el tiro por la culata". El público no se ha hecho presente en los estadios, en parte por el bajo nivel de su selección; en parte porque si no es la Copa Mundo, el espectáculo no es digno de los argentinos y, especialmente, por la mala prensa que las cadenas locales le han hecho al evento ante la cesión de los derechos exclusivos de transmisión para Argentina a una cadena de poca trayectoria a nivel deportivo. Esto dejó por fuera de la danza a las grandes emisoras, las que, a manera de represalia, fuera de no difundir la Copa se han dedicado a hacerle mala propaganda, respaldadas por el bajo nivel que hasta ahora han exhibido las selecciones participantes.
¿Y DE COLOMBIA QUE?
La primera semana ha sido decepcionante. Argentina, el favorito, sólo mostró algunos destellos de su astro Maradona que apenas le alcanzaron para sacar un lánguido empate ante Perú en la jornada inaugural, y un difícil triunfo de 3-0 sobre Ecuador el pasado jueves, que no convenció a nadie. Brasil, a pesar de la goleada que le propinó a Venezuela no pudo ser calibrado, ante la escasa jerarquía de su rival. La revelación de la primera semana fue Colombia. Mostró un juego vistoso, de toque alegre y vocación de ata que, llevado de la mano por los astros Redín y Valderrama. Pero a pesar del triunfo 2-0 sobre Bolivia, la selección nacional dejó algunas dudas: su línea defensiva pasó algunas dificultades cuando los bolivianos, timidamente, armaron contragolpes. El mediocampo se excedió en adornos, perdiendo efectividad y comprometiendo la marca sobre los atacantes rivales. Pero, a pesar de las dificultades, la selección colombiana es la que más había aportado al espectáculo y la que había mostrado mayores avances en los últimos años. Su clasificación a la semifinal estaba pendiente del juego contra los paraguayos el pasado domingo. De lograr el paso a la siguiente ronda, todo apuntaba a que Colombia tendría que medirse a Brasil y ahí sí, se vería el verdadero nivel del "nuevo fútbol" nacional.
De un campeonato que es realizado en Argentina pero comercializado por una empresa brasilera, cuyo símbolo -Gardelito- fue diseñado también por un brasilero y la música que lo identifica -una batucada brasilera- fue compuesta por un argentino, cualquier cosa se puede esperar. Hasta ahora las contradicciones están a la orden del día: los grandes no brillan, los pequeños se crecieron (Colombia, por ejemplo) y los estadios están vacíos a pesar de la jerarquía de los participantes. Sólo resta esperar si la siguiente ronda, con la aparición de Uruguay, que defenderá su actual título, le cambia la cara al principal evento futbolístico de Suramérica a nivel de selecciones.