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La fiebre del béisbol

Orlando Cabrera y Edgar Rentería pasaron a la historia por ser los dos primeros colombianos en disputar una final de las Grandes Ligas y pusieron de moda el béisbol en toda Colombia.

César Molinares*
19 de diciembre de 2004

Octubre de 2004 será recordado por mucho tiempo porque el béisbol, un deporte que por naturaleza se practica en el Caribe y Norteamérica, se convirtió en el evento deportivo nacional del año por cuenta de dos costeños. Los batazos y las atrapadas de los dos short-stops colombianos que juegan en los Medias Rojas de Boston y los Cardenales de San Luis hicieron que este deporte se regara por el país como una fiebre contagiosa. Con la misma fuerza revivió una afición que no gozaba con un triunfo de esta naturaleza desde que Édgar Rentería llevó a los Marlins de la Florida a su primera victoria de Serie Mundial en 1997, que para los expertos beisboleros es comparable con el título amateur que consiguió la selección Colombia en Cartagena en 1948.

El país disfrutó con la hazaña del cartagenero y el barranquillero, que los ubicó en la historia del béisbol de las Grandes Ligas. Ambos ya tienen un anillo de serie mundial por encima de cientos de dominicanos, borinqueños y cubanos que tienen a la pelota caliente como su deporte nacional y que vibran con la serie de otoño, un logro que no han conseguido jugadores estelares de la talla de Barry Bonds, Sammy Sosa y Álex Rodríguez.

La final con Cabrera y Rentería colocó el béisbol colombiano en la primera plana y en los titulares de los principales medios de comunicación estadounidense, que vieron cómo dos caribeños -de un total de 362 hispanos que juegan en las mayores de la MLB- disputaron la Serie Mundial número 100 de la historia de este deporte. En Colombia este enfrentamiento entre los Medias Rojas de Boston, que se coronarían campeones, y los Cardenales de San Luis se vivió con especial pasión, en especial en Barranquilla y Cartagena, ciudades en donde nacieron los dos campocortos colombianos.

Cabrera y Rentería se convirtieron en los primeros colombianos que disputan en equipos distintos una Serie Mundial, y solo uno de ellos gozó con el triunfo. El cartagenero se llevó la mejor parte, realizando una buena defensa, además de aportar carreras a su afición con el bate, con un promedio de .235, y siete carreras impulsadas para la novena de los Medias Rojas, que se alzaron con el título después de 84 años sin conocer la victoria.

El cartagenero dijo al final de la temporada que lo vivido con los Sox era impensable. "Es muy difícil de explicar, pensar que al principio de temporada estaba con los Expos de Montreal, un equipo modesto, y ahora tengo un anillo de campeón del mundo, es un sueño que todavía no me puedo creer".

Su éxito permitió revivir un deporte que estaba condenado a la dictadura mediática del fútbol, que con excepción de la victoria del Once Caldas en la final de la Copa Libertadores de 2004, estaba huérfano de victorias en los últimos años. En solo un mes el país se puso a hablar de la pelota caliente, una disciplina que practican al menos 10.000 niños y jóvenes en el Caribe colombiano y que tiene a más de 25 peloteros fichados en las ligas menores de las Grandes Ligas, preparados y listos para brillar en el juego.

Pero no sólo en la Costa colombiana se prendió la fiebre del béisbol. A 2.600 metros también empezó a jugarse a la pelota caliente. En el diamante de la unidad deportiva de El Salitre entrenan los integrantes de la liga de Bogotá y este año, después de los Juegos Bolivarianos de 1961, se volvió a jugar un partido profesional del béisbol. Gracias a los triunfantes peloteros, miles de niños y adultos vieron el futuro con el que cuenta este deporte en el país.

Un camino que paradójicamente abrió un colombiano, Luis Castro, en 1902 y que muy seguramente tendrá a muchos más en uno de los deportes más exigentes del mundo.

*Corresponsal de SEMANA en Barranquilla