LA MISMA HISTORIA
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Otra vez Elsa, otra vez Jairo. Con tono de resignación y de tristeza, los diferentes medios destacaron el poco original resultado del 49° campeonato nacional de tenis para mayores. Elsa Rodríguez obtuvo su décimo campeonato consecutivo en la rama femenina mientras que Jairo Velasco, a los 36 años de edad, volvió a lograr el título en la rama masculina.
Para rematar, la subcampeona fue otra vez Janeth Torres, quien perdió una final que se viene repitiendo desde tiempo atrás y que seguramente volverá a ocurrir en los próximos años. El estancamiento del tenis colombiano es inocultable. A pesar de los programas de masificación que pregonan los dirigentes de este deporte, la realidad indica que las nuevas figuras no existen, o que carecen de la experiencia que sólo se logra participando en torneos internacionales. La misma Elsa Rodríguez dij o que ella no tenía la culpa de la falta de renovación y que no estaba cansada de ser campeona año tras año. Jairo Velasco ya piensa en el retiro, lo que permitirá que el año entrante otro tenista sea el campeón.
El torneo se realiza siempre en un escenario que fue construído para masificar el tenis. Para quitarle esa imagen elitista de pasatiempo de rico. El club de tenis del Campín tiene un objetivo que las circunstancias le han robado. Porque en él se consagran los mismos de siempre, la élite de los eternos campeones, como si las jóvenes promesas que año tras año aparecen no fueran más que eso: simples promesas.
La circunstancias son injustas para los campeones, porque, a pesar de que realizan un esfuerzo, la imagen que queda cuando termina la final no tiene nada que ver con el éxito que significa conquistar un título deportivo. Jairo Velasco aparece todavía en el ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales y es posible que se retire este año ocupando la casilla 80, gracias a su notable desempeño en los torneos europeos. Elsa Rodríguez ha representado a Colombia en varias oportunidades al igual que su rival de siempre, Janeth Torres. Merecen el reconocimiento y no el desencanto de esa historia que año tras año se repite y que los consagra campeones. El mismo Velasco dice que el panorama actual del tenis colombiano lo llena de tristeza y que es increíble que no hayan surgido en los últimos años figuras capaces de disputar los títulos a los mismos de siempre.
Así es el tenis en Colombia: campeones tristes que no pueden creer que aún sean los mejores, jóvenes promesas que no cuentan con torneos a nivel nacional y que rara vez se pueden dar el lujo de foguearse en el exterior.
El panorama de absoluta quietud del tenis se refleja en el retroceso a nivel internacional. El recuerdo de la extraordinaria actuación de Colombia en la Copa Davis de 1973, con Velasco y Molina en la plenitud de su carrera, no es más que un recuerdo en el panorama de este deporte, al parecer destinado a sufrir la peor de las suertes en los torneos internacionales de prestigio.
Otra vez Jairo, otra vez Elsa. Reyes absolutos, eternos, sin rival, dueños de un evento que ya no despierta la menor emoción.