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LA NEGRA GRANDE

A los 14 años la californiana Venus Williams se proyecta como una de las figuras del tenis profesional femenino.

10 de abril de 1995

HACE CUATRO años varios periodistas deportivos de California habían escrito páginas en la prensa en que hablaban del nuevo fenómeno del tenis: Venus Williams, una niña que por ese entonces tenía tan sólo 10 años de edad y a quien no sólo los medios de comunicación sino también tenistas de la talla de Jack Kramer y Billie Jean King le habían vaticinado un futuro promisorio. Pero pose a los múltiples elogios recibidos por Williams, eran más los que creían que se trataba de otro disfraz publicitario que de una nueva estrella del deporte blanco. Casi nadie la había visto jugar. Su revés, su drive, su bolea y su potente servicio eran inéditos para el mundo del tenis hasta el pasado noviembre cuando debutó en un campeonato de la Women Tennis Asociation (WTA).
Ese día derrotó con una gran facilidad a la número 58 del mundo, la estadounidense Shaun Stafford. Desde sus 1.85 metros de estatura que facilitan aún más su servicio que desde ya es considerado como uno de los mejores dentro del tenis profesional femenino, y mostrando una gran movilidad dentro del campo de juego, esta precoz profesional de tan sólo 14 años, apabulló a su contrincante por 6-2 y 6-2. Al otro día de esta sorprendente victoria, Williams le complicó la vida a la famosa Aranta Sánchez Vicario, quien sólo pudo derrotarla en tres agobiantes sets.
No es la primera vez que una niña logra colarse en el escalafón de la WTA. En 1887 la británica Charlotte Dod, con 15 años, ganó Wimbledon; en 1979 la estadounidense Tracy Austin, de 16, ganó el U.S. Open; en 1980 la norteamericana Andrea Jaeger ganó a los 14 años un torneo profesional; en 1990 la también estadounidense Jennifer Capriatti pasó a la historia al estar ranqueada dentro de las topten con sólo 14 años; y en 1991 la yugoslava Mónica Seles se ubicó en el primer puesto del escalafón mundial con tan sólo 17 años. Pero el caso de Williams es totalmente distinto al de las demás. Quizás nunca antes se había visto un juego tan potente y agresivo en la categoría femenina.
Y ella lo sabe. Cuando terminó el partido frente a la Sánchez Vicario no le tembló la voz para decir en una conferencia de prensa que "estoy convencida de que puedo cambiar la historia del tenis". Razones deportivas no le faltan para que cumpla su palabra. Sólo queda esperar que la fama y el dinero que ya le empezaron a llegar, no la vayan a llevar por los caminos errados que han conducido a muchos tenistas que a los 15 años creyeron estar en el cielo y dos años más tarde terminaron en el infierno.