Home

Deportes

Artículo

La revolución francesa

Francia ratifica en divisiones menores la supremacía que mantiene con su selección de mayores desde 1998.

5 de noviembre de 2001

La semana pasada el futbol francés recibió dos buenas noticias que confirmaron el gran momento que pasa. Por un lado la selección sub 17 se coronó campeona del mundial de la categoría, que se llevó a cabo en Trini- dad y Tobago, y, por el otro, se le entregó a Zinedine Zidane el reconocimiento como mejor jugador del calcio italiano en la temporada pasada.

Estos hechos ya no parecen sorprender a nadie. Desde la Eurocopa de 1996, en la que Francia fue eliminada en la lotería de los tiros penales por los checos en la semifinal, el fútbol francés, al menos a nivel de selecciones, se ha venido consolidando. Obtuvo su primera Copa del Mundo en 1998 tras derrotar contundentemente en la final 3 goles por 0 a Brasil, y dos años después el de la Eurocopa 2000 tras cumplir una excelente campaña. Hacía rato el fútbol europeo no veía un dominio tan manifiesto, apenas comparable al que ejerció, en la primera mitad de los años 70, la selección alemana de Beckenbauer, Maier, Müller y compañía. Pero el furor del fútbol francés no sólo se debe al distinguido grupo de jugadores que integran la selección sino a la enorme cantidad de futbolistas de gran calidad que literalmente inundan ligas como la de Italia e Inglaterra.

Por ese motivo el reconocimiento a Zidane no causa mayor sorpresa. En 1998 y 2000 fue elegido por la Fifa como el mejor jugador del mundo y su reciente traspaso de la Juventus de Turín al Real Madrid ha sido uno de los más costosos en los últimos años. Y junto a Zidane hay decenas de figuras que también se están destacando. Fabian Barthez es considerado el mejor arquero en la actualidad y es ídolo indiscutible en el Manchester United. La lista sería interminable pero cabe mencionar grandes individualidades como el veterano Laurent Blanc y el joven Silvestre (los dos en el Manchester United), Letizi (Paris Saint Germain), Sagnol y Lizarazu (Bayern Munich), Trezeguet y Thuram (Juventus), Leboeuf (Olympique de Marsella), Karembeu (Olympiakos de Grecia), Petit y Desailly (Chelsea), Makelele (Real Madrid), Micoud (Parma), Djorkaeff (FC Kaiserslautern), Viera, Pires, Wiltord y Henry (Arsenal), entre muchos otros. Técnicos franceses como Weneger y Jou también sobresalen.

El juvenil Florent Sinama-Pongolle, goleador del mundial sub 17, ya es considerado como uno de los mejores jugadores del momento. Lo mismo que el zaguero Jérémie Berthod, de 17 años, quien actualmente juega en el Lyon y ya recibió una jugosa propuesta del Real Madrid.

No es la primera vez que Francia sobresale en la élite del fútbol orbital. En el Mundial de Suecia de 1958 hicieron historia con Just Fontaine y Kopa y salieron terceros. Luego reaparecieron con gran fuerza en los mundiales de 1982 y 1986 (fueron cuartos y terceros, respectivamente) y, en 1984, consagrándose campeones olímpicos en Los Angeles y en la Eurocopa. Sin embargo, al retirarse la generación de Platini, Tigana, Fernández, y Giresse, Francia volvió a caer en un bache. Fracasó en la Eurocopa de 1992 y estuvo ausente de los mundiales de 1990 y 1994. De este último fueron eliminados por exceso de confianza: sólo les hacía falta obtener un punto en cualquiera de sus dos últimos partidos en los que jugaban como locales, pero los perdieron ante el débil Israel y luego ante Bulgaria, equipo que clasificó con un gol de Kostadinov en tiempo de reposición cuando los franceses ya comenzaban a cantar La Marsellesa en la tribuna.

Francia reanudó el camino y el primer paso fue su brillante actuación en la Eurocopa de 1996, y sin Cantona y Ginola, sus dos máximas estrellas del momento. El técnico Jacquet se la jugó por una nueva generación en aquel torneo y desde entonces Francia se ha convertido no sólo en la principal potencia del fútbol mundial a nivel de selecciones de mayores sino también en un exportador de jugadores. En justicia, debe decirse que gran parte de esto Francia se lo debe a sus ex colonias y a los países de origen de sus inmigrantes, de donde proviene gran parte de estas estrellas.

Muchos de estos jugadores se forjan en una liga menos destacada que la italiana, la española o la inglesa, lo que tal vez es una ventaja para ellos pues lo hacen en un ambiente más relajado, lo que les permite mostrar sus facultades. Otro secreto de esta racha que no parece tener final a la vista en el corto plazo es la insistencia del director técnico Roger Lemerre en el trabajo en las divisiones menores, cuyos frutos ya se ven tras la consagración de los sub-17 en Trinidad y Tobago.

Aunque todo es posible en el mundo del fútbol parece que esta vez Francia sí logró llegó a la élite mundial para quedarse, al menos, por un buen rato.