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LOS NUEVOS RICOS

La televisión y el mercadeo convierten al fútbol inglés en el más poderoso de la temporada que comienza.

21 de septiembre de 1998

Farid Mondragón volvió a ser noticia. Pero no por sus atajadas ni por su desempeño como guardavallas de su club, el Independiente de Avellaneda. La posibilidad de que el arquero caleño sea transferido al fútbol inglés fue nuevamente objeto de especulaciones y comentarios en las páginas deportivas de Colombia y Argentina. El tema no es de hoy. Poco después de finalizado el mundial algunos medios de comunicación anunciaron el interés de varios equipos europeos por contratar al portero de la selección colombiana. Sin embargo el asunto quedó muerto hasta el martes de la semana pasada cuando el viaje del representante de Mondragón a Inglaterra confirmó lo que hasta ahora eran sólo rumores: existe una negociación con el Liverpool. De concretarse el traspaso, Mondragón llegaría a la tierra de la reina Isabel en un momento inmejorable, justo cuando el fútbol inglés se ha consolidado como el más rico y poderoso de la temporada que comienza, por encima de las millonarias ligas de España e Italia. En el último campeonato los ingresos de la Premier League fueron de 790 millones de dólares _a cada club le quedó un promedio de 37 millones_, contra los 730 millones de la liga española, los 640 millones del calcio italiano y los 556 millones de dólares de la francesa. Estas cifras, más allá de ser simples estadísticas de ganancias, lo que revelan es que aparte de la consolidación de una superorganizada estructura el balompié británico se está convirtiendo en el destino más deseado por cualquier futbolista del mundo. Atrás quedaron los tiempos en que los clubes ingleses tenían prohibido competir en el ámbito internacional por los líos que generaban los hooligans. Superado ese período de aislamiento obligado de finales de los años 80, la cuna del fútbol atacó con todo, se reestructuró y se fue llenando lentamente de grandes estrellas que ahora desfilan por las canchas y los clubes británicos respaldados por la sólida y multimillonaria infraestructura que los sostiene. El principal mecenas de este fenómeno es el magnate australiano Rupert Murdoch, por mediación de su hija predilecta, la cadena televisiva Sky. En junio de 1996 firmó un contrato con la Footboll Asociation (FA) que rige desde el año pasado y que terminará en 2001 por una cifra escalofriante: 1.150 millones de dólares por transmitir anualmente 60 partidos en directo. A esto hay que sumarle los 125 millones que paga la BBC por los derechos de emisión de unos programas especiales sobre fútbol. A comienzo de cada temporada los clubes reciben una suma de dinero fija por parte de la FA, que además se encarga de distribuir a cada uno de los equipos los dividendos conseguidos por la televisación y una suma adicional dependiendo de la ubicación final en el torneo anterior. El negocio es tan rentable que el Manchester United se ha dado el lujo este año de estrenar su propio canal de televisión. Como si fuera poco, los clubes le sacan provecho a otra importante fuente de ingresos: la venta de entradas y el mercadeo de productos. Lo sorprendente es que toda esta estructura ha conseguido su máximo desarrollo en un corto período de cuatro años y ha dado como resultado lo que muchos hoy llaman el renacimiento del fútbol inglés.La revolución que hoy tiene a los ingleses en la cima del mundo futbolístico comenzó en 1992, cuando la Primera División pasó a llamarse la Premier League. El cambio de nombre obedeció principalmente a razones comerciales y a los deseos de Murdoch, quien ese año empezó a apostar fuerte por el fútbol inglés con un contrato de 76 millones de dólares por año. Pero fue un francés quien generó el efecto que faltaba. Más allá de ganar un título con el Leeds y otros cuatro con el Manchester United, Eric Cantona fue decisivo para la renovada popularización del fútbol británico. Detrás de él llegaron más figuras y la erradicación de la violencia local ayudó para que los hinchas comenzaran a llenar los estadios. El siguiente paso para los clubes fue diseñar un perfecto aparato promocional. Un estudio de la firma consultora Alpha Corporate del grupo Arthur Andersen sobre la evolución del fútbol europeo destaca el caso del balompié inglés. Según este informe, la planificación y desarrollo de mercadeo del fútbol británico se acerca a los modelos de mayor eficacia comercial, que son los que dominan en Estados Unidos, donde el negocio demerchandising en las tres principales ligas profesionales _fútbol americano, baloncesto y béisbol_ mueve cifras superiores a 3.000 millones de dólares. En Estados Unidos los ingresos por merchandising se han duplicado cada año durante la última década, y algo similar ha ocurrido en la Premier League. Esta estrategia es la que ha hecho que los artículos que lanzan los equipos, por ejemplo, se conviertan casi como en un objeto de culto. A través de Internet se compran camisetas, pantalones, gorras, banderas y medias y los clientes de las casas de ventas de artículos deportivos deben hacer reservas con semanas de anticipación para cuando salen al mercado los nuevos uniformes. A pesar de que las entradas no son asequibles para todos _la más barata arranca en los 27 dólares_, en la última temporada se vendieron 11.091.773 localidades, a un promedio de 29.189 por partido, casi 1.000 más que en el campeonato anterior. Fue el Newcastle el que inauguró la época de la plata dulce en julio de 1996 cuando le pagó 25 millones de dólares al Blackburn Rovers por el pase de Alan Shearer. Poco antes de esta contratación el club había desembolsado al Parma 11 millones de dólares por Faustino Asprilla. Ese traspaso y el jugoso contrato del colombiano fueron los responsables de algo que muchos consideraban imposible: lograr que los futbolistas abandonaran el prestigioso calcio italiano para buscar nuevos horizontes en Inglaterra. Poco después del tulueño llegaron Gianluca Vialli _al Chelsea_ y Fabrizio Ravanelli _al Middlesbrough_. Los altísimos sueldos pagados por los principales equipos fueron un gancho irresistible. Hoy los jugadores de equipos como Arsenal y Manchester United ganan un promedio de 50.000 dólares semanales. Todo esto sin contar con que la exigente reglamentación sobre el cupo de importados, sin embargo, ha logrado impedir que los extranjeros se adueñen de la liga, como ocurrió en España e Italia. Ante semejante panorama es comprensible que Mondragón desee con todas sus fuerzas llegar a jugar en la cuna del fútbol.