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NO LLEGA EL "NUEVO DORADO"

Mientras los hinchas del Caldas celebran su triunfo, los bogotanos miran con incertidumbre el futuro del Santa Fe

4 de julio de 1983

El Torneo de La Paz, nombre que recibió la primera parte el campeonato profesional de fútbol que acaba de concluir, ha sido uno de los más turbulentos, pero no por razones deportivas sino por la cantidad de cosas raras que se han vivido desde la vuelta olímpica del América en diciembre del año pasado hasta nuestros días. El principio del año se vio ensombrecido por la decisión de la Dimayor de permitir siete extranjeros por equipo, una medida que no mejoró el nivel del torneo y que si acaso sirvió para que algunos equipos le mostraran a su público jugadores de cierto cartel como Carnevalli, Van Tuyne, Bauza o Babington. Pero en general muchos equipos acabaron jugando con dos o tres extranjeros, ya que buena parte de ellos no eran tan buenos como les hicieron creer a los dirigentes que viajaron al Cono Sur en busca de refuerzos para sus equipos. Estos mismos dirigentes abrieron la temporada del 83 prometiendo un "nuevo Dorado", que apenas se medio presagio en el segundo clásico entre Millonarios y Santa Fe, el único partido del Torneo de La Paz calificado por los comentaristas como excelente.
Sin embargo, el hecho más destacado fue sin duda la insólita crisis que debieron soportar los hinchas del Santa Fe. Este equipo, símbolo de la más rancia tradición cachaca, llamado por algunos el hermano menor del Arsenal de Londres, de pronto cayó en manos de los "dueños de los equipos", estos personajes que compran jugadores y los ponen a disposición de algún club bajo ciertas condiciones. En otros equipos no hubo problemas. Pero esta modalidad tan novedosa en nuestro fútbol no hizo efecto en el Santa Fe. En efecto, Gabriel Camargo, el mecenas que logró convertir al humilde Deportes Tolima en una institución que estuvo en dos Copas Libertadores, tuvo problemas en Ibagué y se subió a Bogotá con su cargamento de siete jugadores, entre ellos el brasileño Sapuca y Arnoldo Iguarán, el mejor puntero izquierdo del fútbol colombiano y, tras una serie de charlas, logró ubicarlos en el Santa Fe. Al principio todo parecía andar sobre ruedas. Los hinchas santafereños volvieron a recordar los tiempos del último campeonato ganado hace ocho años y asistieron al famoso partido amistoso que garantizaba la incorporación se Sapuca al Expreso Rojo. Pero Gabriel Camargo quería hacerse cargo del equipo y los dirigentes del Santa Fe no se lo permitieron. Por una extraña coincidencia, simultáneamente estallaron problemas internos entre los jugadores de Camargo y el técnico Faccio. Y estallaron en un momento en el que el equipo comenzaba a ganar partidos y a jugar bien. El sueño de algunas tardes de verano se convirtió en otra pesadilla más para los sufridos hinchas cardenales. Jugadores que habían declarado que se sentían a gusto en el equipo, de pronto armaron una rueda de prensa en la que atacaron al técnico por su incompetencia y su desidia en los entrenamientos. Los directivos se reunieron con los jugadores que formaban parte del cargamento que subió Camargo desde Ibagué y les aceptaron su renuncia. Ahora la presencia de Fernando Carrillo, un patrocinador del ciclismo que el año pasado trató de entrar al Santa Fe, parece garantizar un período de relativa paz en el equipo, que busca en Suramérica algunos refuerzos que reemplazarán a los muchachos de Camargo.
Antes de partir, los directivos que viajaron hacia Argentina hablaron de traer a Sabella, al Beto Alonso, a Cúper o a José Luis Brown, todos de la actual Selección Argentina, en un nostálgico gesto que volvió a recordar las promesas de principio de año, cuando Millonarios iba a traer a Menotti. Los refuerzos del Santa Fe serán otros jugadores menos famosos pero por lo menos tendrán la garantía de ser patrimonio del Club .
La crisis del Santa Fe fue sin duda un serio aviso de los riesgos que debe tener en cuenta un equipo cuya razón de ser es cada vez menos la mística y más la capacidad económica de su propietario. La probabilidad de contar con jugadores de gran jerarquía a veces se paga, y al Santa Fe en particular le salió muy costoso el experimento de mezclar la tradición cachaca de sus directivos con la nueva ola de los mecenas. -