PEÑAROL, OTRA VEZ FINALISTA

Una impecable campaña lo coloca en el umbral de su cuarto título continental.

20 de diciembre de 1982

Nadie entendía lo que acababa de ocurrir. Los hinchas del Flamengo, que habían soportado la lluvia con tal de ver ganar a su equipo, fueron testigos de los abrazos jubilosos de los integrantes del Peñarol cuando terminó el partido. "El Maracaná otra vez uruguayo" gritaban por la radio los emocionados relatores del pequeño país, recordando una vez más la gesta de 1950, cuando Uruguay le arrebató al Brasil el campeonato del mundo en ese mismo estadio, el templo sagrado del fútbol brasileño. Un golazo a la brasileña, un tiro libre cobrado por el brasileño Jair a los veinticinco minutos de la etapa inicial, bastó para que el Peñarol se llevara de Río de Janeiro dos puntos, suficientes para llegar a la final de la Copa Libertadores de América. Flamengo tenía que ganar. El empate le servía a Peñarol. El equipo de Zico y Junior se lanzó al ataque desde el "vamos", pero los defensores que vestían la camiseta de rayas amarillas y negras nunca dejaron un sólo espacio cuando el balón entraba al área del Peñarol. Fue un resultado injusto el que consagró al mejor de los tres integrantes del grupo uno.
La desesperación de los jugadores del Flamengo se fue convirtiendo, poco a poco, en resignación. Peñarol jugó al contragolpe y pudo aumentar el marcador a su favor en los minutos finales. La resignación del Flamengo se convirtió en tristeza. Tres pitazos del árbitro significaron el final del partido y los brasileños entregaron el título de campeones de América que habían adquirido el año anterior.
La campaña de Peñarol ha sido brillante en esta Copa. En la primera ronda eliminó al Gremio de Porto Alegre, al Sao Paulo y al Nacional de Montevideo. En la semifinal ganó sus cuatro partidos dejando al Flamengo con cuatro puntos y al River Plate con cero. Marcó ocho goles y sólo permitió tres.
Su rival en la final será el Cobreloa de Chile, equipo que eliminó al Tolima y al Olimpia del Paraguay en el grupo dos. Será una final dura, aunque la lógica indica que el Peñarol es más equipo y deberá imponerse a un rival que no convenció cuando jugó en Bogotá.
Otra vez Peñarol, el primer campeón de América, vuelve a la final. Los hombres son otros pero la camiseta es la misma. El equipo del Pinocho Vargas y de Venancio Ramos está a un paso de repetir los viejos tiempos, cuando Matosas, Joya, Abbaddie y compañía eran quienes vestían de amarillo y negro, cuando el Peñarol de Montevideo llenaba de goles y de fútbol las canchas de América.