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A U T O M O V I L I S M O

Por fin campeones

Después de 21 años Ferrari, la escudería más representativa de la Fórmula 1, obtuvo el campeonato mundial de la mano de Schumacher.

13 de noviembre de 2000

Los amantes del automovilismo en el mundo sólo tienen dos alternativas con Ferrari: el odio o el amor. A diferencia de lo que ocurre con otros equipos de Fórmula 1, la indiferencia es una actitud que no existe en el mundo de la velocidad cuando se trata de la escudería del cavallino rampante. Es por eso que, sin importar las preferencias sentimentales, el campeonato mundial conseguido por Michael Schumacher para Ferrari en la pista de Susuka, en el Japón, es sin duda alguna el acontecimiento automovilístico de los últimos años. Y no es para menos.

A pesar de la fama mundial de la escudería italiana, de tener un presupuesto que supera los 300 millones de dólares por temporada y de ser el único equipo que ha participado en todas las ediciones del campeonato mundial de automovilismo desde su inicio en 1950, los bólidos rojos de Maranello no ganaban un campeonato mundial desde que el surafricano Jody Scheckter consiguiera el título de 1979. La victoria de Schumacher representó el fin de una pesadilla de 21 años para el equipo que más carreras ha ganado en la historia de la competencia y terminó con una prolongada maldición que pocos entendían en el Gran Circo.

“A nosotros los italianos nos interesa que Ferrari gane, independientemente de quién sea el piloto o de dónde venga. No importa si es alemán o africano. Además porque aparte del italiano Ascari, que ganó dos títulos mundiales con Ferrari, los demás pilotos han sido todos extranjeros. Es mejor un alemán que gane que un italiano que pierde”, dijo a SEMANA Pino Allievi, de La Gazzetta dello Sport, el diario deportivo más influyente en Italia.

A diferencia de lo que ocurrió durante las dos últimas temporadas, en Italia hoy nadie se atreve a cuestionar los 50 millones de dólares anuales que recibe como sueldo el alemán Schumacher. Es el nuevo héroe de los italianos y obviamente de los germanos. ‘Schumi’, como lo llaman cariñosamente los fanáticos, ingresó a la exclusiva galería de los tricampeones del mundo, al lado de leyendas de la talla de Ayrton Senna, Nelson Piquet, Nicky Lauda, Jacky Stewart y Jack Brabham.

Durante años el desaparecido fundador de la scuderia, Enzo Ferrari, justificó la ausencia de un título con una frase recurrente que terminó siendo famosa en el mundo del Gran Circo: “Las carreras las ganan mis máquinas y las pierden mis pilotos”, acostumbraba a afirmar el commendatore al finalizar cada temporada. Hace dos semanas Michael Schumacher, con 31 años de edad y tres temporadas en Ferrari, guardó en el baúl de los recuerdos esa sentencia que durante años fue, para muchos, la maldición de los autos rojos. Hoy sólo hay lugar para celebrar el noveno campeonato en la historia de Ferrari.