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Por una nariz

Tras el estrellón en Japón, el francés Alain Prost gana su tercer titulo de Fórmula 1.

27 de noviembre de 1989

"Estoy contento con este campeonato, pero no tanto como cuando gané el del 86". Con estas palabras el francés Alain Prost celebró su tercer campeonato mundial de fórmula 1 y puso fin a uno de los duelos más cerrados que se recuerden en la historia de la categoría máxima del automovilismo mundial. La rivalidad entre Prost y su compañero de equipo, el brasileño Ayrton Senna da Silva, tuvo su capítulo más discutido el pasado domingo, cuando se disputó el Gran Premio de Japón, la penúltima competencia de la presente temDorada.
A la hora de la largada, Prost (con 76 puntos en la clasificación general) picó en punta y se mantuvo al frente de la competencia casi todo el tiempo, mientras el brasileño (con 60 puntos en la tabla) hacia esfuerzos sobrehumanos por alcanzarlo. Al fin y al cabo, para lograr retener el título que alcanzó el año pasado, Senna estaba obligado a ganar en Japón y en Australia -próxima prueba oficial- y esperar a que la suerte le jugara una mala pasada a Prost y no le permitiera conseguir puntos. Fue una carrera dramática en la que el francés se empleó a fondo y echó mano de toda la potencia del motor Honda de su carro para mantener a raya al brasileño.
El accidentado desenlace ocurrió en la vuelta 47, cuando sólo faltaban seis para el final de la carrera. Poco a poco Senna fue acortando la distancia que lo separaba de su coequipero y en esa vuelta, por el afán de conseguir la punta, intentó un sobrepaso en una de las curvas más difíciles del circuito. Los dos autos McLaren se enredaron y fueron a parar a un lado de la pista. De inmediato, Prost descendió del carro y dio por finalizada su participación. Pero Senna acudió a la ayuda de los comisarios de pista quienes lo empujaron para sacarlo de la zona de seguridad y ponerlo nuevamente en la pista. El brasileño arrancó a fondo y, para no perder más tiempo, cortó camino y dejó de recorrer unos 200 metros del trazado oficial.
Luego de cambiar la trompa de su carro, que se averió durante el accidente, y de alcanzar al italiano Alessandro Nannini -quien se puso al frente en su Benetton-Ford-, Senna pasó de primero por la línea de meta.
Las protestas no se hicieron esperar y el equipo de Nannini acudió a las autoridades para pedir la descalificación del actual campeón. Tras media hora de discusiones, los directivos dieron como ganador al italiano y descalificaron a Senna, decisión esta que en términos reales le da el triunfo en la temporada a Prost y deja al brasileño en el segundo puesto.
Lo cierto es que la descalificación de Senna no deja dudas. Si bien es cierto que la fallida maniobra para adelantar a Prost fue en extremo riesgosa, no fue ese el error que precipitó el veredicto de los jueces. Por un lado, según el reglamento de la fórmula 1, en caso de despiste ningún competidor puede recibir ayuda o ser empujado para regresar a la pista y sólo puede hacerlo por sus propios medios. Y por otro, luego del empujón Senna cortó camino y dejó de recorrer un tramo del circuito, lo que se sanciona con la descalificación.
La escudería McLaren interpuso recurso de apelación y sólo hasta el 26 de noviembre se conocerá la respuesta de la Federación Internacional de Automovilismo Deportivo -FISA-, pero desde ya se sabe que muy difícilmente favorecerá a Senna porque, en declaraciones confidenciales el presidente de la FISA, Jean Mari Ballestre, dijo: "Para mí, Prost es campeón del mundo".
Así termina uno de los episodios más escabrosos de los últimos tiempos en la fórmula 1. Es el punto final de una pelea que estaba cazada desde el año pasado cuando Senna salió campeón y dio declaraciones desobligantes sobre su coequipero. Las cosas se suavizaron un poco a comienzos de este año, pero a partir del gran premio de Francia las relaciones entre los dos pilotos se rompieron definitivamente. En esa ocasión, Prost iba punteando la competencia y Senna lo rebasó a pocas vueltas del final, rompiendo así un acuerdo previo, inspirado por los directivos de la escudería, según el cual ninguno de los dos podía sobrepasar a su compañero en plena carrera. De ahí en adelante fue una sola guerra, con acusaciones de Prost en el sentido en que los fabricantes le daban el peor material y con una escudería que prefirió guardar silencio y jugarse la carta de Senna, sin duda alguna el piloto más veloz y osado de la actualidad, pero también el más antipático y menos caballeroso.
Por lo pronto, Prost, el único francés en ser campeón del mundo, acumula su tercer título -85, 86 y 89- ya tiene ganado un sitio de honor en la galería de los grandes del automovilismo mundial.-