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En 1986, América llegó a ser el equipo que ha ganado más veces consecutivas el campeonato, con cinco torneos

Aniversario

¡Que los cumpla feliz!

Colombia ha sufrido y gozado con el campeonato profesional de fútbol, que en 2008 cumple 60 años de hacer vibrar a los hinchas. Por Alejandro Pino Calad

30 de agosto de 2008

Hace 60 años comenzó el campeonato profesional de fútbol en Colombia, y en la sexta jornada del Torneo Clausura que se disputa actualmente, cada uno de los nueve estadios a los que les correspondió estar en el origen de todo tuvo una sencilla ceremonia de aplausos en reconocimiento a lo sucedido el 15 de agosto de 1948. Ese día, curiosamente, el escenario que recibió el primer partido de nuestro profesionalismo no fue un estadio, sino un hipódromo.

Sólo por ese simpático detalle bien vale la pena hablar de lo que han sido estas seis décadas de uno de los torneos más particulares del continente que, para rematar, empezó tarde. En Argentina y Uruguay los campeonatos profesionales arrancaron al finalizar los años 20, en Brasil ya había ligas regionales 10 años antes y Perú tuvo su primer torneo en 1912, cuando en nuestro país el fútbol era una elegantísima moda de jóvenes adinerados de la capital.

Pero el nuestro empezó en 1948, el 15 de agosto a las 11 de la mañana, y es tan diferente a los del resto de América, que incluso en ese primer partido que Atlético Municipal le ganó 2-0 a Universidad Nacional, se hizo un autogol. Su autor fue Carlos Rodríguez, del hoy desaparecido club universitario, y con ese tanto se cerró la victoria del club al que ahora conocemos como Atlético Nacional, que se había ido arriba gracias a Rafael Serna, primer anotador de nuestra historia.

Una de las características principales de estos 60 años ha sido la desaparición paulatina de una buena cantidad de clubes y el cambio de razón social de otros por problemas financieros. Nacional, por ejemplo, fue Municipal y en 1958, cuando se pensaba que en su décimo aniversario el campeonato se iba a acabar por falta de respaldo oficial y las bajas entradas, se llamó Independiente Nacional tratando, de paso de, ganarse a los hinchas del Independiente Medellín, que había decidido no competir por falta de recursos económicos.

Nuestro campeonato nació en una situación complicada que determinaría para siempre su futuro. Para 1948 el país ya tenía una buena cantidad de equipos que organizaban torneos cortos con invitados internacionales y de otras regiones. Atlético Junior era respetado en todo el país y los grandes clásicos regionales ya se disputaban: Deportivo Cali-América, Santa Fe-Millonarios y Medellín-Municipal.

Eran días de tensión política y social y todo explotaría tras el 9 de abril con la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. Por eso los 10 clubes fundadores de la División Mayor del fútbol colombiano (Dimayor) decidieron que el nuevo torneo arrancara el 7 de agosto como un homenaje a la patria. Por un problema logístico en el desplazamiento de algunas comitivas, les tocó aplazar el juego una semana. Sólo por ese detalle no celebramos el cumpleaños del campeonato al tiempo con el de la Batalla de Boyacá.


Equipos para todos

Los primeros años del torneo fueron espectaculares. Tras la acogida del corto primer campeonato, de agosto a diciembre de 1948, se decidió que el del año siguiente debería ser más largo y por eso el del 49 empezó en mayo, con cuatro equipos más y con el firme propósito de dar más espectáculo.

Alfonso Senior, el personaje más importante en la historia del balompié nacional, fue el visionario que ideó la estrategia para convertir el campeonato en el mejor espectáculo que tuviera el país. Al aprovechar la huelga de futbolistas en Argentina, Senior trajo a Colombia a Adolfo Pedernera, gran estrella de River Plate y la selección de ese país, y con él empezaron años de lujo, nombres inolvidables y equipos de ensueño.

El gran problema es que esa época de ‘El Dorado’ nos trajo un veto de la Fifa que sólo se acabó en 1954, cuando las estrellas de los equipos volvieron a sus clubes originales y nos dejaron huérfanos de espectáculo. De ahí que en 1956, cuando Deportes Quindío logró la que hasta ahora ha sido su única estrella, se habló incluso de que no habría torneo en el 57.

Pero sí lo hubo, así como en los años siguientes. Es más, desde 1948 todos los años hemos tenido un campeón, con excepción de 1989, año en el que se canceló el campeonato por el asesinato del árbitro Álvaro Ortega a manos de apostadores, y desde 2002, cuando se implementó un sistema de campeonato semestral.

A diferencia de otros países donde sólo unos cuantos equipos se disputan ese honor de levantar un trofeo, en Colombia desde el comienzo quedó claro que la liga iba a ser mucho más abierta. En sus primeros 10 años lograron títulos Santa Fe, Millonarios, Caldas, Nacional, Medellín y Quindío. Luego se sumarían Cali, Unión Magdalena, Junior y América, y en este siglo estamos ante una verdadera revolución de los clubes que históricamente han sido considerados inferiores, pues en los últimos seis años hemos visto títulos de Deportivo Pasto y Boyacá Chicó (equipos nacidos en la B), y de Deportes Tolima y Cúcuta Deportivo, los tradicionales ‘chicos’ de antaño.

Sin embargo, la gran mayoría de títulos se acumula en las ciudades grandes, pues Bogotá, con Millonarios (13) y Santa Fe (6); Cali, con el Cali (9) y América (12), y Medellín, con Nacional (10) y el DIM (4), suman más del 50 por ciento de los títulos.

Extrañamente, esa centralización del poder de nuestro balompié no ha impedido que el campeonato se establezca como un evento de promoción del orgullo regional, hecho que no ha variado desde sus inicios. Así como el Deportes Caldas, al que hoy llamamos Once, fue la sensación nacional de 1950 al llevarse el título por encima del Millonarios de Pedernera y Di Stéfano, en Boyacá aún se vanaglorian que su departamento por primera vez llegara a lo más alto del fútbol nacional con la reciente estrella del Chicó, equipo nacido en Bogotá pero que se estableció en Tunja desde 2006.

Figuración internacional

El campeonato colombiano nació siendo foco de atención de todo el continente, posición por la que ha ido y venido constantemente en estos 60 años. Los años de ‘El Dorado’ convirtieron a Colombia en el paraíso terrenal y fiscal para cualquier jugador extranjero de talento e incluso un club como Millonarios llegó a estar considerado como uno de los mejores de todo el planeta, al realizar giras internacionales y recibir la visita de equipos de todas partes.

Sin embargo, al finalizar ‘El Dorado’ y al haber perdido el dinero, el fútbol colombiano entró en un abismo del que logró salir de nuevo gracias a la aparición en nuestras canchas de estrellas del sur que, sin embargo, llegaron ya con varios años encima. Los mejores jóvenes uruguayos, brasileños y argentinos se iban a Europa, pero los veteranos, atraídos aún por esos primeros buenos años y un nivel no tan exigente, fueron las grandes figuras del campeonato colombiano en las décadas del 60 y el 70.

El fútbol, inevitablemente unido a la vida social de una nación, volvió a tener brillo en nuestro país con el ingreso a los clubes de narcotraficantes que buscaban un posicionamiento en la sociedad colombiana. A comienzos de los 80 el río de dinero que no se veía desde tres décadas atrás permitió que nuestros clubes estuvieran de nuevo en condiciones de contratar a los mejores jugadores de ligas importantes.

Fue la década en que América irrumpió en Colombia y en el continente con su pentacampeonato nacional y sus tres finales de Copa Libertadores consecutivas, y fue la década en que, además, apareció la mejor camada de jugadores nacionales en la historia, que volvieron a hacer brillar el campeonato con equipos de ensueño.

Cali tenía a Carlos Valderrama y a Bernardo Redín haciendo maravillas en el campo, Millonarios contaba en el ataque con Arnoldo Iguarán y Rubén Darío Hernández, Nacional estaba integrado sólo por estrellas colombianas que luego brillarían en la Selección como Higuita, Escobar, Herrera, Álvarez y Usuriaga que, además, ganaron la Copa Libertadores de 1989. Fue un segundo Dorado en el que las estrellas no sólo fueron extranjeras, sino también propias.

Esa década de excesos, tragedia y gloria casi acaba con el fútbol colombiano que, a mediados de los 90, empezó a sentir otros fenómenos: la aparición de las transmisiones televisivas, de las barras bravas, la ausencia de aficionados en las tribunas. La Dimayor trató de darle un aire internacional al campeonato al aprobar el ascenso y el descenso, e inventar un torneo con calendario europeo, de julio a junio del año siguiente, pero el experimento fue un fracaso y terminó haciendo que la campaña que coronó al América en 1997 fuera la primera en la historia de cualquier país en durar un año y medio.

Fueron años de transición en los que se buscó recuperar al público sin lograrlo, e incluso pasamos de 16 a 18 equipos en 2001 tratando de tener más plazas para más partidos. Curiosamente, la estabilidad sólo llegó en 2002, cuando nacieron los torneos semestrales.

En los últimos seis años tenemos dos campeones anuales y un solo descendido, pero los promedios de asistencia han aumentado, pues la tensión se vive cada fecha y, como bien lo han demostrado Chicó y Pasto, todos pueden ser campeones. Algunos dicen que eso ha llevado a la mediocridad a nuestro fútbol, pero otros destacan que en ese tiempo nuestros clubes han tenido figuraciones importantes en los torneos internacionales.

Lo cierto es que nuestro campeonato, el de los cuadrangulares, nonagonales y hexagonales, el de dos campeones por año, el que desde el comienzo estuvo marcado por la particularidad, es único y llegó a sus primeros 60 años. ¡Que los vuelva a cumplir!