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| Foto: SEMANA

BRASIL 2014

Se inicia la fiesta del Mundial de Fútbol

El planeta entero mira a Brasil en donde este jueves se da el pitazo inicial al torneo que más apasiona a la humanidad.

Sergio Levinsky, periodista y sociólogo argentino.
11 de junio de 2014

Cuando este jueves 12 de junio comience a rodar el balón por el nuevo estadio de Corinthians, en San Pablo, un primer deseo es que no haya que tratar de dilucidar, como hace cuatro años en Sudáfrica, cuál de todos los jugadores del Mundial -en aquella ocasión el uruguayo Diego Forlán- es el que mejor se adapta a las curvas que pueda hacer la pelota.

Hace tiempo ya que no vivimos un Mundial completo, en el que todos los equipos arriban de la mejor forma, con la competitividad en su más alto nivel, sin lesionados, sin jugadores reventados luego de una exigente temporada de clubes quese los fue devorando entre las exigencias físicas y mentales, y sin la ansiedad por la llegada de la cita mundialista.

Aunque la Fifa intenta limitar a los poderosos clubes europeos, hace ya demasiado tiempo que estos se fueron adueñando del negocio y llaman ‘virus’ a cada cesión obligada de jugadores a los seleccionados nacionales. Esta situación, por ahora, se sigue pagando muy cara, sobre todo por los conjuntos tercermundistas, y en especial los sudamericanos que cuentan con la mayoría de sus estrellasen el fútbol del Primer Mundo.

Tendremos, por fin, un Mundial en Sudamérica, todo un acontecimiento porque desde la oscura copa de Argentina1978 no ocurría por estas tierras. Se jugará en un invierno que no será tal, porque Brasil lo equilibra con su clima tropical, pero futbolísticamente esto acentúa la posibilidad de que la Copa del Mundo se quede en esta parte de la tierra y, sise cumple con el precepto histórico, así debería ser porque Sudamérica jamás perdió un torneo “made in casa”.

¿Hay motivos para pensar que esta vez puede volver a ocurrir? Todo indica que sí, pues al menos cuatro selecciones sudamericanas llegan con gran fortaleza, y se sabe que a los equipos europeos les cuesta mucho el cruce del Océano Atlántico, mientras que los asiáticos y africanos no se encuentran aún en su punto de madurez como para semejante aspiración.

Brasil tiene los mayores números para imponerse por una sencilla razón: es local, con lo que eso implica en el contexto de un país fervoroso con el fútbol y con la mayor cantidad de títulos de la historia (cinco). Pero esto presenta problemas importantes: en primer lugar, la presión que ese fervor pueda ejercer sobre los jugadores, si bien su director técnico, Luiz Felipe Scolari, es un especialista para canalizarla a favor; en segundo lugar, contrariamente a su tradición, no cuenta con ningún talento desbordante. Acaso Brasil sea, esta vez, más equipo que jugadores, más regular en todas sus líneas que desequilibrante en alguna de ellas.

Argentina, el eterno candidato de las últimas décadas que siempre encuentra algún motivo para decepcionar, cuenta, al revés que Brasil, con la mejor delantera del mundo (Lionel Messi, Gonzalo Higuaín, Angel Di María y Sergio Agüero), pero salvo Javier Mascherano en el medio, no parece tener atrás un sostén lo suficientemente sólido para respaldar el ataque. Queda la incógnita de lo que podrá generar en campo enemigo, dada la conocida la rivalidad con los locales.

La selección de Alejandro Sabella parte con la ventaja de un sorteo muy benévolo casi hasta los cuartos de final, y habrá que ver cómo llega Messi, el genio del Barcelona, que para muchos se cuidó toda la temporada sólo pensando en este momento, cuando todos los focos se posen sobre él.

Uruguay aparece como uno de los tapados del torneo. Enfrenta un grupo muy difícil, no solo por coincidir con Italia e Inglaterra, sino por el orden de los partidos del grupo. Ya es muy conocida su historia de “convidado de piedra” en el mismo país en 1950, y cuenta con un equipo muy trabajado por el ‘Maestro’ Oscar Tabárez, un equipo de peso en donde más se necesita: en ambas áreas, con la dupla Lugano-Godín atrás, y la de Cavani-Suárez, adelante.

Colombia y Chile no van en zaga. La primera es la que acaso mejor fútbol despliega en lo colectivo, o al menos el más vistoso de la mano de José Pekerman, y con el desafío de reemplazar a su gran goleador Radamel Falcao o de esperar a su gran goleador hasta el final, mientras que para Chile es una gran ocasión para que el mundo se conmueva si esta gran generación de nombres como Alexis Sánchez y Arturo Vidal, logra eliminar a España u Holanda en la primera fase.

Entre los europeos, puede haber sorpresas. Los belgas fueron ganando notoriedad con figuras como Courtois o Hazard, los alemanes tienen el equipo de mejor rendimiento colectivo, el de fútbol más vistoso, y los italianos vienen subiendo, con escala en la pasada Eurocopa, con el buen trabajo de transformación de su fútbol por su director técnico Césare Prandelli.

Portugal, con Cristiano Ronaldo aunque sin demasiada compañía, España, con un plantel algo veterano, y Holanda, en un grupo muy complicado, plantean incógnitas importantes. En tanto Francia parece ir subiendo peldaños, mientras que Inglaterra aparece algo más atrás, con menos chances esta vez, aunque seguramente con mucho ruido mediático.

¿Veremos alguna revolución táctica? Parece difícil. Las selecciones, por lo general, disponen de menos tiempo de trabajo durante los ciclos de cada cuatro años, y solo acentúan sus sistemas en torneos largos como los continentales o los mundiales.

Por eso suena difícil que nos apartemos de los 4-4-2, 4-1-4-1, o 4-2-3-1. Ya sería casi revolucionario algún 4-3-3 clásico porque los sudamericanos, al fin de cuentas, no dejan de ser ‘europeos’ al contar con mayoría de sus jugadores en las ligas del Viejo Continente.

Aún así, se espera menos obediencia a los bancos y a los cuadrantes de los DT, y un poco más de creatividad en el juego, al menos, de los que saben.

Que sea el Mundial de Messi, Cristiano, Suárez, Neymar, Vidal, Hazard, Özil, Pirlo, Iniesta, Rooney. Que gane la fiesta del juego porque como suele decir el escritor Eduardo Galeano: seguimos siendo mendigos del buen fútbol.