Home

Deportes

Artículo

QUE PASA CON VOS, GABRIELA

la otrora reina del tenis mundial, Gabriela Sabatini, se vino abajo, y, con ella, las esperanzas latinoamericanas de verla convertida en número uno. ¿Qué le paso?

25 de abril de 1994

MUCHOS ESPECIALISTAS AFIRMAN que la carrera deportiva de Gabriela Sabatini está acabada. Desde que le ganó a Mónica Seles la final del torneo de Roma, en mayo de 1992, la tenista argentina no ha podido conseguir ninguna victoria en un campeonato internacional. El año pasado tuvo la peor temporada de su carrera -llegó hasta el séptimo lugar-, y en lo que va corrido de este tampoco ha convencido a nadie con su juego. Ya no se le ve con la misma frecuencia en las revistas deportivas e incluso en su país varios periodistas creen que los triunfos de la Sabatini son cosas del pasado.
Pocos entienden por qué de un día para otro la argentina dejó de ser la figura alegre y animada que se veía en las canchas de todo el mundo, para convertirse en una deportista desganada que a los ojos del público poco le importa ganar o perder.
Y nadie puede creer que una tenista que empezó a jugar a los ocho años, que a los 14 ya era campeona mundial juvenil -tras ganar el abierto de Francia y el Orange Bowl en su categoría- y que desde 1988 hasta 1993 ocupó el tercer lugar en el escalafón mundial, esté cansada cuando aún le falta más de un mes para cumplir los 23 años de edad.

DIAS DIFICILES
Argumentos para explicar la crisis de Sabatini hay muchos. Algunos dicen que se debe a que su juego no tiene el dinamismo del tenis moderno y que en 1994 no se puede jugar todo un partido desde la línea de fondo. Otros creen que simplemente Sabatini no tiene las mismas condiciones de la Graf o de Arantxa Sánchez, o, como le dijo a SEMANA Luis Robert, periodista deportivo del diario El Clarín, de Buenos Aires, "Gabriela no está pensando en el tenis. Parece que lo que le gusta es modelar para los fotógrafos y pasar tardes enteras escuchando música en vez de entrenar para llegar al número uno. Es realmente es una lástima". Aunque todas estas tesis tienen algo de valor, la explicación que ha ganado mayor aceptación parece estar. por fuera de las canchas. El sicólogo deportivo Luis Alberto Zuleta dice que "la única diferencia que hay entre la número uno del ranking y la número 10 es sicológica. Las dos tienen las mismas condiciones tenísticas, entrenan lo mismo y no hay grandes diferencias en sus golpes. Gana la que a la hora del partido esté más animada".
Y precisamente ese es el problema de Sabatini. Desde cuando, por problemas personales, despidió al entrenador brasileño: Carlos Kirmayr, la argentina no ha logrado tener la emotividad que caracterizaba su juego. Tras estar acostumbrada a la figura paternal, latina y alegre de Kirmayr, contrató a un entrenador rígido, estricto y demasiado disciplinado para el temperamento de Sabatini: el estadounidense Dennis Ralston. Este quiso que la argentina jugara al mismo estilo de Mónica Seles y de Steffi Graf. Pero los resultados demostraron que estaba equivocado. En los seis meses que la orientó, Sabatini tuvo un récord personal de 48 victorias y 12 derrotas sin ganar ningún torneo internacional.
Por este fracaso Gabriela decidió que su entrenador debería ser su compatriota Guillermo Vilas, pues era el mejor jugador de la historia en Argentina y el único latinoamericano que llegó a ser el número uno del mundo, cuando en 1977 ganó el abierto de Francia. Sin embargo, las cosas tampoco salieron bien. Vilas sólo estaba presente en los grandes torneos y tenía demasiados compromisos personales que le impedían estar cerca de Sabatini. Con este panorama, la argentina decidió, a finales del año pasado, hacer las pases con Kirmayr y contratarlo desde enero de 1994, todo con el fin de recuperar el nivel que traía cuando el brasileño la entrenaba.

LO QUE VIENE
Pero la tarea de Kirmayr no va a ser nada fácil. Desde cuando volvió a ser su entrenador, se ha encontrado con una tenista que está pensando más en otras cosas y que le ha costado bastante trabajo volver al nivel que tenía en 1992. "La crisis emocional de Sabatini fue grande -dice Zuleta-. Y finalmente le pasó lo mismo que a muchos tenistas de esta generación: que por llegar a la cima de su carrera a una edad tan temprana, se encuentran con un mundo que no saben manejar, donde hay dinero, fama y asedió de los medios de comunicación ". Esto mismo le pasó a Bjorn Borg, John Mc Enroe y Mats Wilander, quienes, cuando estaban rankeados en los primeros lugares decidieron no volver a jugar tenis. Tal vez el caso más patético es el del sueco Borg. Después de tener su vida económica casi asegurada, hoy está en la quiebra.
"Para que esto no le pase a Sabatini, lo primero que debe hacer Kirmayr -dice Zuleta- es trabajar la parte anímica de Gabriela.
Es necesario que a la argentina le vuelva a hervir la sangre cuando juega al tenis, y que su juego llegue a ser el de antes. Un juego ofensivo y alegre, lleno de temperamento, en donde el 'top spin' sea nuevamente su mejor arma. De ser así, no hay ninguna duda en afirmar que Sabatini volverá a ser protagonista del tenis mundial"
Pero si Kirmayr se equivoca, los argentinos podrán volver a tener la misma experiencia que con José Luis Clerc, que en 1981, cuando llegó a ser el número cinco del ranking, decidió retirarse, y hoy vive en una casa a orillas de una playa en California dedicado a su esposa Annelie, a su hijo de 13 años y al surfing.

Le taparon la boca a Vinasco
LA NOTICIA ha despertado tanta polémica como la alineación de la selección o sus posibilidades en el mundial de este año: William Vinasco fue descalificado por las programadoras OTI de Colombia -encargadas del transmitir USA 94- para relatar los partidos de este torneo. Muchos dijeron que era injusto, pero lo cierto es que fue una decisión acertada, ya que este narrador había convertido la locución de los partidos en una gritería llena de muletillas y sonidos guturales. Lo lógico en televisión es una narración pausada que no describa lo que el televidente está viendo, se limite a mencionar el nombre del jugador que lleva la bola, esté salpicada de comentarios tácticos y deje oír el sonido ambiente. Y eso es exactamente lo que hace Jairo Moncada, el elegido. Pero en cierto modo, la polémica carece de sentido: al fin y al cabo, la inmensa mayoría de los televidentes colombianos prefiere bajarle el volumen al televisor y escuchar a Edgar Perea, el mejor narrador colombiano, no tanto porque les complemente el espectáculo, sino porque él es un espectáculo en sí mismo.