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RECORDANDO A ALI

Con su victoria sobre el "Maravilloso" Hagler, "Sugar" Ray Leonard entra a la leyenda del boxeo

11 de mayo de 1987

A primera vista, parecía una de esas peleas entre Mohammed Alí y Joe Frazier. Un bulldózer con cara feroz embistiendo sin tregua por todo el cuadrilátero a un oponente grácil y esbelto que, como decía el propio Alí, "baila como una mariposa y pica como una abeja".
Para los apostadores la mariposa no tenía mayor oportunidad. Sugar Ray Leonard, a pesar de haber sido probablemente el mejor welter de la historia, no había peleado sino una vez en cinco años, desde que su carrera fue súbitamente interrumpida por un desprendimiento de retina sufrido luego de una dura pelea contra Tommy Hearns en 1982. Cinco años de retiro sólo interrumpido por una mediocre reaparición en 1984 pesan demasiado en la vida de un boxeador. "Los boxeadores que regresan de una prolongada inactividad, invariablemente están oxidados", afirmaba el respetado comentarista Steven Marantz en los días previos al combate.
Si Leonard estaba oxidado, su contendor no podía estar mejor carburado. Invicto desde 1976, el campeón de los pesos medianos, el Maravilloso Marvin Hagler, de 33 años, se encontraba en la cima de su carrera. La polémica no era tanto sobre si ganaba Hagler, sino más bien en cual asalto caería Leonard. Los apostadores de Las Vegas estaban 5 a 2 a favor del campeón.
Lo imposible sucedió. En un despliegue de fuerza de voluntad y agilidad, que tomó a todo el mundo por sorpresa, Sugar Ray Leonard demostró que valía cada uno de los US$ 11 millones que estaba cobrando. A pesar de que pasaba de la categoría de los welter (147 libras) a la de los medianos (154 libras), lo que inevitablemente le representaba una pérdida de velocidad y resistencia, Leonard cumplió al pie de la letra la estrategia que él mismo había anunciado antes del combate "La clave es la movilidad y los desplazamientos laterales. Yo no golpeo muy duro, pero lo hago consistentemente. La clave es ser elusivo, pero estar presente. Marcar puntos".
Aunque no hubo un solo golpe del nuevo tricampeón (ha ganado el welter, el mediano ligero y el mediano), que dejara siquiera una marca en la cara de Hagler, la forma inteligente como llevó la pelea lo hizo acreedor al triunfo.
Hagler, a pesar de su mínimo de US$ 12 millones ganados por esta pelea, sale gravemente disminuído en su imagen. Más que feroz, parecía bruto. Y si bien es comprensible que los golpes de Leonard no hubieran estremecido al campeón, no se puede decir lo mismo de los de este último.
La decisión dividida, que lo fue mucho más para los televidentes colombianos, que por un exceso de comerciales estuvieron varios minutos sin enterarse de quién había ganado, fue objeto de la invariable controversia.
Pocas horas después del combate, para los suspicaces de siempre no podía ser verdad tanta belleza. Los rumores de una decisión arreglada con el único fin de montar una revancha han comenzado a circular. Pero para quienes disfrutan del deporte sin más ni más, la verdad de esa versión resulta difícil de creer, por lo que se vio en el cuadrilátero. Flota entretanto la más trascendental de las cuestiones: ¿Qué nombre podrán ponerle a la próxima pelea? ¿la del milenio? Y, más allá aún, ¿cuánto podrán ganarse los contendores?