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A RITMO RUSO

Los soviéticos barren en el Caracol de Pista

29 de octubre de 1984

Este año el Caracol de Pista fue algo más que un espectáculo.
Los aficionados que asistieron a los velódromos de Cali, Pereira y Medellín fueron testigos del gran duelo que no se vio en los Olímpicos de Los Angeles ni en los mundiales de ciclismo de Barcelona. Rusos y norteamericanos se enfrentaron y el frío veredicto del cronómetro dejó las cosas en su sitio. La abrumadora superioridad exhibida por los soviéticos demostró que el pasado torneo de ciclismo realizado en los Olímpicos de Los Angeles fue una comparsa de escaso valor técnico. La ausencia de los ciclistas del Este europeo le permitió otro baño de oro a los Estados Unidos, varias veces fue escuchado en el velódromo angelino el Star Spangled Banner,mientras que desde la lejana Unión Soviética llegaban noticias acerca de nuevos récords del mundo impuestos por los ciclistas que no habían asistido a Los Angeles.
En medio del barullo olímpico nadie tuvo tiempo de pensar en lo hecho por los soviéticos y los alemanes orientales. La noticia eran esas extrañas bicicletas con una rueda negra, que usaban los norteamericanos fabricadas en Gran Bretaña por la casa Raleigh, y casi nadie comparó los tiempos que simultáneamente se registraban en Los Angeles y en Moscú.
Los pocos que lo hicieron, saltaron en defensa de los norteamericanos, argumentando que el viejo velódromo de Los Angeles es más lento que el de Moscú. Estados Unidos cosechó sus medallas y ganó, gracias a la obvia publicidad que generaban los Olímpicos, el primer round. Días más tarde, en los Juegos de la Amistad, los alemanes del Este, los polacos y los soviéticos impusieron varios récords del mundo pero la duda seguía planteada. En los mundiales de Barcelona sólo participaron ciclistas profesiona les y aficionados que competían en unas pocas pruebas no olímpicas, asi que tampoco se pudo comprobar que tan válidas eran las medallas repartidas en Los Angeles.
Pero el Caracol de Pista si logró reunir a rusos y norteamericanos quienes comenzaron a dar declaraciones atacando a sus rivales. Los primeros alegaban que el único mérito de los gringos eran sus sofisticadas bicicletas. Estos, por su parte, acusaron a los rusos de drogadictos y juraror humillarlos en las pistas colombianas.
Pero todo fue distinto. Los soviéticos pasearon a los norteamericanos, quienes nada pudieron hacer a pesar de contar con unas bicicletas mucho mejores. Yuri Lupalenko y Sergei Kopilov humillaron a la dupla mágica de Los Angeles, el negrito Nelson Vails y el monito Steve Hegg. El aplastante poderío soviético desbarató los análisis hechos en medio del furor de los Olímpicos. Los rusos fueron mejores en la pista de madera de Cali y en la de cemento de Pereira. Uno tras otro fueron cayendo los récords vigentes en cada pista. Cuando no era Kopilov, era Lupalenko. O si no el equipa polaco de persecución. El francés Cahard, por su parte, mejoró el récord mundial de los 500 metros lanzados para profesionales pero fue superado por un Kopilov que estuvo punto de mejorar el récord del mundo, en poder de los ciclistas aficionados. Los norteamericanos, en un gesto de gran caballerosidad, aceptaron la superioridad de sus rivales soviéticos.
El Caracol de Pista tuvo una grar figura: el soviético Sergei Kopilov a pesar de enfrentar a rivales tan calificados, Kopilov ganó como quiso las pruebas en las que participó. Es, sin lugar a dudas, el mejor velocista de mundo y no quedó ninguna duda de que en los Olímpicos de Los Angeles hubiera ganado medalla de oro en la velocidad pura. En la persecución individual fue otro soviético, Yuri Lupalenko, el encargado de controlar a polacos y norteamericanos. Sus tiempos fueron muy superiores a los de sus rivales y seguramente hubiera sido figura en las pasadas olimpiadas. Este par de ciclistas fueron los encargado de ponerle orden a un certámen que se esperaba mucho más emotivo cerrado. El duelo entre soviéticos y americanos fue en realidad una lección de gran utilidad para los campeones olímpicos, quienes ahora saben que les falta trabajar bastante si quieren ponerse a la altura del ciclismo europeo. Por otra parte, la historia de las superbicicletas aerodinámicas no tuvo un final feliz. Los ruso ganaron con unas bicicletas normales, dejando muy claro que lo primero no es la tecnología. Las fibras de car bono, las aleaciones de titanio, los rines aerodinámicos y todos los demás adelantos técnicos, son apenas accesorios que complementan la labor del ciclista pero que no garantizan el triunfo. El ciclista sigue siendo el que decide, el motor que impulsa cualquier bicicleta. Y en este momento los mejores motores son de origen soviético, así estén montados sobre un chasis convencional y pasado de moda. -