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SAMBA PA'TI

Nacional le demostró a Vasco da Gama que los partidos no se ganan en el escritorio.

15 de octubre de 1990

La novela que montó la Confederación Surarnericana de Fútbol tuvo un final feliz para el Atlético Nacional. En el vetusto estadio de Santa Laura, en Santiago de Chile, el equipo colombiano demostró, por tercera vez, que era superior al Vasco da Gama y por fin, después de quince días de ires y venires, Nacional pasó a la semifinal de la Copa Libertadores. Lo que no logró el equipo verde fue derrotar a los miembros de la Confederación, que una vez más, ante las presiones de los dirigentes del Olimpia, del Paraguay -próximo rival se negaron a que el Atanasio Girardot fuera el escenario del primer lance de la semifinal. Por lo tanto, el partido tendrá que jugarse muy posiblemente en San Cristóbal, Venezuela.
Esta novela, que ha tenido todos los ingredientes de un best-seller de suspenso, comenzó a escribirse su primer capítulo hace dos semanas, en Medellín. Allí se inició una de las historias más vergonzosas del fútbol suramericano. Después de que Nacional derrot6 en franca lid a Vasco da Gama, los directivos del equipo brasileño iniciaron una campaña de presión ante la Confederación para que se anulara el partido, se expulsara a Nacional de la Copa y se suspendiera a Colombia de cualquier competición internacional. Lo que al principio parecía un absurdo, fue tomando forma. Y se consolidó con el informe del árbitro uruguayo Daniel Cardellino, el juez central de la contienda en Medellín, quien señaló que había sido objeto de serias amenazas y ofrecimiento de 20 mil dólares para que 'pitara bien' en el Atanasio Girardot.
El informe fue la mecha que prendió el incendio. El presidente del Vasco da Gama recopiló hasta el último informe que ha producido la prensa colombiana desde que las autoridades colombianas iniciaron la guerra contra el narcotráfico y en un discurso veintejuliero, en el sexto piso de la sede de la Confederación Suramericana de Fútbol, en Paraguay, Eurico Miranda convenció a los miembros de que Colombia era un país de "alta peligrosidad". Y ante la perplejidad de los dirigentes del fútbol colombiano, la prensa extranjera y los delegados de la FIFA, el presidente de la Confederación, Nicolás Leoz, leyó un corto comunicado donde se anunció la anulación del partido en Medellín y la prohibición de que Colombia organizara torneos intemacionales hasta nueva orden. De lo único que se salvó Nacional fue de su expulsión de la Copa Libertadores, que horas antes del fallo final se daba como un hecho.
El tercer capítulo de la novela comenzó a escribirse dos horas después del pronunciamiento de Nicolás Leoz otro boletín señalaba que Nacional y Vasco da Gama jugarían su tercer partido en Santiago de Chile en uno de los estadios más viejos y descuidados de Suramérica. Los ocho días que separaron la fecha del encuentro fueron suficientes para echarle más leña al fuego. Cuando los periodistas colombianos esperaban una explicación del presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, León Londoño, a su regreso del Paraguay, sobre el atropello que se había cometido contra el país, el zar del fútbol culpó a los periodistas Yamit Amad y Hernán Peláez, de la Cadena Caracol, de ser los responsables de la decisión tomada por los miembros de la Confederación. Pero lo que nunca explicó León Londoño fue el porqué los dirigentes del fútbol colombiano se habían dejado meter los dedos en la boca por parte de la Confederación Nunca dio una respuesta clara del porqué un tribunal, al que no le corresponden las funciones de juez, haya anulado un partido de fútbol que se desarrolló sin ningún contratriempo. Quizas Londoño nunca tenga estas respuestas, porque su puesto en la Confederación comenzaría a tambalear y al hombre del tabaco le importa más su imagen que la del fúlbol colombiano
Mientras tanto, desde la tribuna, Nacional y Vasco jugaban su propio partido. Y aquí comenzó el cuarto capítulo de la novela. El primero en marcar un gol fue el director técnico del equipó brasileño, Lobo Zagalo. En una entrevista de una agencia internacional, el técnico de la selección brasileña manifestó que los jugadores de Nacional habían jugado dopados en Medellín De inmediato respondió "Bolillo" Gómez estratega de Nacional quien señaló que Vasco sólo ganaba partidos en el escritorio. Luego entraron en contienda los jugadores de ambos equipos. Unos a otros se acusaron de cobardes y malos perdedores. La caldera estaba al rojo vivo para el partido en Chile.
Y por fin llegó el día esperado. El quinto capítulo de la novela se escribió el pasado jueves. A las cuatro de la tarde, hora colombiana, Nacional y Vasco se enfrentaron en una pésima cancha y ante los ojos del fútbol suramericano para definir quién era quién. Fue un partido de trámite rápido, donde Vasco sorprendió en el primer minuto del partido con una jugada de contragolpe en la que participó su centro delantero "Bebé" quien después de dejar en el camino a Perea y a Higuita quedó solo frente al arco y cuando todos los colombianos esperaban la anotación, su disparo salió desviado. Dos minutos más tarde, los defensas de Nacional se enredaron y por poco Vasco logra el gol. Pero desde ese momento, los jugadores colombianos comenzaron a mandar en el campo de juego. Y a los doce minutos del primer tiempo Níber Arboleda, el mismo hombre delantero que en Medellín le amargara la noche a Vasco con un soberbio gol, logró la primera anotación al rematar de cabeza una pelota que venía de un tiro de esquina. Luego, el mismo jugador tuvo dos oportunidades de anotar, pero sus disparos salieron desviados. Al final el gol del jugador de Nacional fue suficiente para que el equipo paisa venciera a Vasco y lo grara su cupo a la semifinal de la Libertadores
Ahora, lo que viene es el epílogo de la novela. Que comenzó a escribirse desde el mismo momento en que el árbitro en Chile dio por terminado el partido. Los dirigentes de Nacional de inmediato enviaron una carta a la Confederación para que se levantara el veto al Atanasio Girardot y así el próximo miércoles enfrentar en su casa a Olimpia, de Paraguay. Solicitud que parece imposible de lograr porque las directivas del Olimpia también están jugando su partido en el escritorio de la Confederación, desde el mismo día en que estalló el escándalo. Además, el presidente de la Confederación, Nicolás Leoz, es paraguayo y es casi imposible que acceda a la petición. Lo más probable es que Nacional tenga que ir a jugar a San Cristóbal su partido de local y de llegar a pasar a la final, que jugaría contra el Barcelona, de Ecuador, muy probablemente el equipo paisa tendrá que buscar otra sede para cumplir su compromiso. Todo parace indicar que Nacional en esta versión de la Libertadores no volverá a jugar en su estadio de Medellín. De presentarse esta situación, los dirigentes del equipo paisa dieron un ultimatum el pasado viernes en la mañana, cuando su presidente, Sergio Naranjo, anunció que si la Confederación no levantaba la suspensión al Atanasio Girardot, retiraba al equipo de la semifinal de la Copa Libertadores. Es la primera vez, desde que se inició todo este escándalo, que los dirigentes colombianos hablan duro y firme. Si Nacional se retira las consecuencias son muy desfavorables. Eso significaría, en plata blanca, que el fútbol colombiano sería suspendido de la Libertadores por lo menos tres años y las sanciones económicas serían incalculables. Al cierrce de esta edición las cartas estaban echadas y la Confederación mantenía un absoluto silencio pues sus miembros nunca llegaron a pensar que el enano se les creciera.
Por lo pronto,y apesar del pronunciamiento de los directivos de Nacional en Chile, lo único cierto de todo este novelón es que los dirigentes colombianos demostraron que en estas cosas de escritorio son primíparos y no tienen el suficiente poder internacional para imponer sus criterios. Y el único damnificado ha sido el actual campeón de la Libertadores que al no poder utilizar su estadio de Medellín las pérdidas económicas, por concepto de taquillas, serán superiores a los 150 millones de pesos.