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SE PINCHA EL MUNDIAL

Son pocos los que creen que el país esté listo para realizar el máximo evento del ciclismo internacional dentro de ocho meses. ¿Cuál es la realidad? .

27 de febrero de 1995

DESDE EL AÑO 1983, cuando en Europa comenzaron a aparecer los primeros escarabajos colombianos pedaleando por los Pirineos, se empezó a luchar por la sede de un mundial de ciclismo. De negativa en negativa y de fracaso en fracaso pasaron 12 años antes de que la Unión Ciclística Internacional (UCI) decidiera darle, para 1995, la oportunidad a Colombia de realizar uno de los máximos eventos de ese deporte en el mundo.
En el país ya se habían realizado mundiales de baloncesto, natación, esquí náutico, patinaje artístico, patinaje de carreras y hockey. Pero siempre se trató de disciplinas menores, las cuales requerían una infraestructura mínima en relación con la que necesita una de las actividades que más satisfacciones le ha brindado a Colombia.
Este mundial no sólo es la única oportunidad para ver en acción a Miguel Indurain, Tony Rominger, Claudio Chiappucci y Gianni Bugno, sino que además se constituye en una gran vitrina para Colombia Pero, pese a la importancia de este evento, a menos de ocho meses de iniciarse no hay velódromo para celebrar las pruebas de pista en Bogotá, ni infraestructura de telecomunicaciones en Duitama, donde se celebrarán las pruebas de ruta. "Hay atrasos en todo -dice Luis Pinilla, presidente del comite organizador del mundial-, pero eso es muy nuestro, muy colombiano, siempre estamos a última hora terminando las cosas". El problema es que si en Colombia no importa que los puentes queden sin terminar y las carreteras a medio hacer, en Europa sí. Y por eso es que a mediados de diciembre del año pasado el país por poco se queda sin la sede del mundial que buscó durante más de una década.
Por ahora resulta más fácil comunicarse telefonicamente desde Bogotá con Filipinas, Corea o la Patagonia que llamar desde Boyacá a otro punto cardinal. Varios periodistas extranjeros ya han manifestado su preocupación, y hasta el momento la respuesta de los organizadores es que en las próximas semanas irá un equipo de Telecom a instalar dos estaciones con capacidad de 500 líneas cada una. Falta esperar si tanta belleza es verdad.
Por otro lado, el velódromo es otro de los pinchazos del certamen: el 16 de noviembre se dijo que a mediados de diciembre estaría listo. El 20 de diciembre, debido al invierno, se aplazó la entrega hasta el 15 de enero, y ahora se espera que el 5 de febrero -el próximo domingo- finalmente sea terminado para que pueda pasar la revisión que hará el presidente de la UCI, Hein Verbruggen, el 15 de este mes. Sin embargo SEMANA visitó el lugar donde se construye y, a pesar de que algunos de los encargados de las obras aseguraron que el escenario estará terminado para el último plazo, la construcción es todavía un esqueleto al que le faltan varios huesos.
En caso de que no se terminen las obras en Bogotá, ya se habló de la posibilidad de trasladar la sede del mundial a Medellín o Cali, donde hay velódromos en funcionamiento que cumplen con las exigencias de la UCI. Sin embargo, si esto llegara a suceder, no sería una salvación sino una verguenza, pues los italianos -organizadores del último mundial en Sicilia- nunca pensaron en quitarle la sede a la isla. La suerte ya está echada y el episodio ha servido para revivir la historia de Colombia 86, cuando el gobierno de Belisario Betancur tuvo que resignarse a no hacer el mundial de fútbol. Todos los hinchas del ciclismo aspiran a que por cuenta de la desidia oficial en esta ocasión no se repita la misma historia.