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SE REBOSO LA COPA

Después de verla calva para clasificar, los equipos colombianos tienen que eliminarse entre sí en la Copa Libertadores.

15 de mayo de 1989

Pocas veces los colombianos habían padecido un viacrucis deportivo como el del pasado miércoles 12 de abril. Luego de una exitosa presentación en la primera fase de la Copa Libertadores de América, cuando Nacional de Medellín y Millonarios de Bogotá prácticamente arrollaron a sus rivales ecuatorianos, Emelec de Guayaquil y Deportivo Quito, en la segunda ronda los equipos colombianos pasaron las duras y las maduras para lograr su clasificación.
Millonarios debió enfrentarse con el Bolívar de La Paz y Nacional con el Racing de Avellaneda (Argentina). En el papel, el escollo más duro era para los paisas y, dada la superioridad mostrada por Millonarios en la primera parte de la Copa, sus encuentros con el Bolívar serían cuestión de simple trámite. Pero no fue así. Nacional, que venía de un bajon futbolístico en las últimas semanas, sorprendió el pasado 5 de abril en la cancha de Medellín, cuando con soltura y facilidad derrotó por 2-0 al Racing. Incluso, los hombres de Maturana se dieron el lujo de bailar en los minutos finales al equipo argentino que cuenta en sus filas con el arquero campeón del mundo en 1978, Ubaldo Fillol .
Por su parte, Millonarios perdió por 1-0 en La Paz con la consabida disculpa de la altura de la capital boliviana. El campeón colombiano tuvo algunas oportunidades de anotar, pero el insistente ataque de los rivales dio sus resultados. Así las cosas, se esperaba que Nacional fuera a Argentina a buscar un decoroso empate, y que Millonarios aprovechara su condición de local para demoler al Bolívar, que todos esperaban que viniera a refugiarse en su campo para sacar un empate.
Sin embargo, las cosas fueron de otro color. Nacional comenzó jugando el pasado miércoles con un esquema conservador, sin exhibir su tradicional vocación ofensiva, dejando a John Jairo Tréllez y a Albeiro Usuriaga para el contragolpe, fórmula difícil si se tiene en cuenta la sólida defensa del adversario. Por eso, promediando el segundo tiempo el marcador iba 2-0 en favor de Racing y el Nacional quedaba en manos de los tiros penales. Se necesitó estar al borde de la eliminación y tener el reloj en contra, para que Nacional hiciera en los 20 minutos finales lo que debió hacer durante todo el partido: tener la pelota, manejarla con cuidado, quitarle ritmo al contrario y tratar de armar un buen esquema de ataque. Afortunadamente, esa escasa inspiración fue suficiente para que Felipe Pérez, que llegó a la titular ante la salida de Ricardo "Chicho" Pérez, marcara el agónico gol con el que los paisas se salvaron. Lo de Millonarios fue vergonzoso. Al comienzo del partido, sin hacer mucho esfuerzo, logró dominar a los bolivianos y poner el saldo a su favor por 2-0. De ahí en adelante, se esperaba que la cuenta aumentara ampliamente, pero los bolivianos encontraron en el peruano Jorge Hirano al solitario delantero que le amargaría la fiesta a los azules. Aprovechando un certero pase del veterano Carlos López, capitalizó un error de la defensa local y marcó el primer gol boliviano. Millonarios reaccionó tímidamente y un gol de Nilton Bernal lo puso de nuevo en carrera. Pero el equipo bogotano estuvo nervioso y errático, especialmente en el sector defensivo, y tras una inútil falta en el borde del área, Carlos López marcó el 3-2 que dejaba todo en manos de los tiros desde el punto penal.
La suerte le sonrió a Millonarios en el último momento cuando el arquero Sergio Goycochea le tapó el último lanzamiento al jugador boliviano Cuevas. Lo que viene ahora es una eliminación entre los dos equipos colombianos, que este miércoles jugarán el primer partido de la siguiente ronda, posiblemente en Medellín.
Aunque al cierre de esta edición no se conocía aún la plaza, en vista de que el estadio de la capital antioqueña no está habilitado en estos momentos para partidos nocturnos, el Metropolitano de Barranquilla era la primera alternativa.
Más allá de la alegría por la clasificación de los conjuntos colombianos, y del buen momento del fútbol nacional, el que los dos mejores equipos del país hayan pasado tantas dificultades ante cuadros que no son precisamente de primera línea--Bolivar fuera de Hirano y de los pases que a sus casi 37 años sigue haciendo Carlos López, no tiene nada espectacular. Y Racing es un conjunto predecible y sin valores que desequilibren--, deja mucho que pensar.
Nacional es un equipo que en los últimos meses ha mostrado un rendimiento disparejo, aparte de que no tiene un hombre que maneje los hilos del medio campo y que le imponga el ritmo adecuado a sus compañeros. Su línea defensiva, tradicionalmente sólida, cometió frente a Racing errores infantiles, especialmente por el lado de los centrales Perea y Escobar, los más veteranos. Como disculpa se puede hablar de las continuas lesiones de hombres importantes, pero lo cierto es que en los momentos críticos, los más fogueados han perdido criterio.
Millonarios, por su parte, depende exclusivamente de su potente delantera y, cuando encuentra un equipo que lo ataque, queda claro que su cuarteto defensivo es lento y hace agua con facilidad. Así también, depende mucho de la labor de marca de los mediocampistas Mario Vanemerak y Eduardo Pimentel. El primero de ellos debe sacrificar su cuota de ataque para colaborar con la defensa.
Pero, más allá de tales consideraciones, lo que quedó claro es que al fútbol colombiano, pese a sus progresos, le sigue haciendo falta lo que los comentaristas deportivos llaman "jerarquía" para afrontar compromisos cruciales. Si Nacional hubiera hecho durante todo el partido lo que hizo en los 20 minutos finales, habría podido sacar un empate decoroso y hasta un triunfo, sin tener que pasar por el sufrimiento de esperar un golpe de suerte de última hora, que casi nunca llega, para resolver la situación. Millonarios no fue capaz de manejar el resultado cuando estaba a su favor, le faltó carácter, con el agravante de que jugaba de local, y debió someterse al martirio de los tiros desde el punto penal, una rueda de la fortuna, para salir del embrollo.
Esto se debe tener muy en cuenta, especialmente cuando en esos dos equipos está más del 80 por ciento de la selección Colombia, que en unos meses deberá encarar las eliminatorias para el Mundial Italia-90.