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El monopatín fue una adaptación que se hizo en California a las tablas de ‘surf’ cuando no había olas. Más de 40 millones de personas en el mundo aprovechan las ciudades para improvisar sus saltos

extremo

Sin reglas

No se rigen por nada y nacieron en la urbe. Estos deportes de riesgo mueven a los jóvenes que quieren romper los esquemas. En el mundo son un éxito. En el país crece su afición.

1 de diciembre de 2007

Cuando uno nace joven, rebelde y tiene como horizonte los edificios del lado, sólo hay dos opciones: o explota o se ingenia algo. Los que no han explotado por el hastío han resuelto utilizar la arquitectura rígida de la ciudad para reinventarse los deportes. Víctimas del cemento y de la ausencia de áreas despejadas, los jóvenes que crecieron en las urbes, y que se oponen a las reglas, transformaron las bicicletas, las tablas de surf, las motos de cross country y los patines, entre otros, para adaptarlas a la ciudad. Y con ello, crearon una subcultura deportiva.

Estos deportes no convencionales estuvieron ligados desde el inicio a la rebeldía. Libres, han variado las reglas y las ha adaptado para practicarlas individualmente o en grupos pequeños, siguiendo la cultura de los clanes reducidos de hoy día. Todos nacieron en Estados Unidos, y uno que otro en Europa, de donde los jóvenes que migraban los trajeron de regreso al país.

Juan Pablo Machado, manejador de deportistas, explica que el fenómeno se dio en los años 80 con los jóvenes que venían de Estados Unidos, en una época que coincide con el crecimiento de la música rap. El BMX freestyle, paralelo a este movimiento callejero, nació cuando los jóvenes que competían en carreras parecidas al motocross utilizaron las bicicletas para montar en las pistas donde se hacía monopatín. Ahí dieron su grito de independencia: su rival era su propia habilidad.

Eso fue lo que tentó a Javier Zapata. En 1995, este ciclista todavía hacía bicicross. Desde los 9 años había sido campeón en varias pruebas, hasta que un distribuidor de bicicletas le presentó un nuevo modelo, sin asiento, con una geometría especial para sobrepasar obstáculos sin apoyar los pies. Se llamaba biketrial. Probó el modelo y le gustó tanto, que desde entonces no se baja y, por el contrario, sube el listón de sus retos: ha conseguido cuatro récord Guiness, es el colombiano en bicicleta que más publicidad genera y planea, el 31 de diciembre, romper el quinto registro mundial en China (ver recuadro).

Los competidores de biketrial pasan sobre cualquier objeto que se atraviese en su camino: gente, automóviles, casas o tubos. En Medellín, Zapata montó su propia escuela, ya tiene 40 alumnos, y también fabrica las bicicletas para este deporte.

Pero para arrancar la tuvo difícil, como la mayoría de colombianos que entran en el mundo de deportes no convencionales. Aprendió viendo videos y gracias a Internet. "Los jóvenes prefieren estos deportes porque los otros son planos. Un muchacho saturado de información, y que ve por la tele a gente haciendo cosas riesgosas, prefiere este tipo de cosas", explica Zapata.

Eso mismo piensa Jonathan Cardona, especialista en dirt jump, y quien vive en la ciudad de los mejores saltadores: Cali. Con 21 años, su vocabulario está lleno de expresiones como back flick, tail wick, no handed o no footed para describir las figuras que es capaz de hacer en los dos segundos que permanece en el aire luego de superar las rampas. "Esto es nuestro pasatiempo y por eso mismo construimos esta pista-dice, refiriéndose al parque El Ingenio-. Era un hueco y la hicimos con nuestras manos".

En su modalidad, el manubrio permanece suelto, para poder girar en el aire, y no hay frenos. El deportista salta sobre morros y debe hacer figuras en el aire antes de caer... sano y salvo. Es un deporte para el que se necesita buena reserva de nervios. Sólo tres mujeres se arriesgan a montar en el país.

Pero si Cali es la ciudad fuerte en saltos y Medellín en biketrial, Bogotá lo es en tabla. Los patinadores son los más antiguos de todo este movimiento. De hecho, el monopatín nació en los años 50, cuando los surfistas, desesperados por no poder montar olas en las épocas sin viento, decidieron ponerles ruedas a las tablas y hacerlas más pequeñas para tomarse las calles. Surfeando el cemento montaron las bases del movimiento más radical de las últimas décadas, que caracteriza ahora a los jóvenes inconformes.

Pierre Scholz, fundador de Skillz Entertainment y manager de deportistas no convencionales, explica que mientras en el país un patinador todavía es visto como un vago, en Estados Unidos hay adolescentes que facturan más de dos millones de dólares al año en patrocinio, y competidores que ganan más de 7.000 euros por evento. Y entre los grandes, a espaldas del país que sólo ve fútbol, hay varios nacionales que ya están en las grandes ligas. Como David González, un patinador adolescente paisa que vive entre Australia y Estados Unidos, patrocinado por la marca Flip, y ya es una de las figuras de la tabla. Alejandro Caro, de Buga, fue segundo en el BMX Master de Alemania. La marca alemana We the People lo patrocina. O como Sebastián Mejía, un motocrossista de 22 años que ya es considerado uno de los mejores del planeta.

"Los deportes no convencionales fueron restringidos por la ley y los gobiernos. Pero ya hay 40 millones de amantes de la tabla, así que es una subcultura fuerte, que tiene música propia, eventos y patrocinadores. En el país ya hay una Casa del Deporte Extremo. Pero igual, no se pueden regular, porque esa es su ley.De hecho, cada vez son más sorprendentes", dice Scholz.