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TODO POR LA PLATA

El traslado de dos equipos de la NFL indica que la crisis de los deportes llegó al fútbol de Estados Unidos.

8 de enero de 1996

LA CRISIS EN LOS deportes profesionales de Estados Unidos parece no tener fin. Cuando apenas los fanáticos empiezan a reponerse de la huelga de las Grandes Ligas y de las amenazas de brazos caídos por parte de los basquetbolistas de la NBA y de los jugadores de la liga profesional de hockey sobre hielo, ahora entra en la polémica la National Foobtall Ligue -NFL-.
La pelea esta vez, a diferencia de la de los demás deportes, no sólo incluye a los dueños de los equipos y a los jugadores, sino que ha llegado a involucrar a los alcaldes de Houston y Cleveland y hasta el mismo Congreso de Estados Unidos. Todo comenzó hace un par de semanas cuando los dueños de los Petroleros de Houston y los Browns de Cleveland decidieron que para la próxima temporada trasladarán la sede de sus equipos a las ciudades de Nashville, Tennessee, y de Baltimore, Maryland, respectivamente. La causa para tal determinación radica en que las dos ciudades, que aspiran a tener su propio equipo profesional de fútbol norteamericano, ofrecieron a cada uno de los dueños de los equipos una cifra que supera los 150 millones de dólares por trastearse de ciudad. Sin pensarlo mucho los dueños aceptaron.
El problema se armó cuando los alcades de Houston y Cleveland demandaron a los equipos ante el Subcomité Judicial del Senado de Estados Unidos. El alegato de los dos burgomaestres se basó en pedir que el gobierno reglamente hasta dónde puede llegar la autonomía de los conjuntos ya que, sin importarles los sacrificios de la ciudad para mantener los campos deportivos y los sentimientos de los aficionados, deciden venderse al mejor postor. La situación se complicó cuando los alcaldes se enteraron de que la NFL había autorizado el traslado de ciudad, ya que al otorgar el permiso los Petroleros y los Browns deben pagar 40 millones cada uno a la NFL. Fue entonces cuando los políticos decidieron convencer al senador demócrata John Glenn de tomar cartas en el asunto, con el fin de arreglar de una vez por todas lo que parece ser un auténtico caos generalizado en el deporte profesional.
Para acabar de ajustar los males, los jugadores de la liga profesional ya amenazaron formalmente a todos los dueños de los equipos con irse a la huelga el año entrante si ellos siguen con la idea de establecer un tope salarial a los contratos.
Por ahora lo único cierto es que nadie sabe qué va a pasar y todos los fanáticos están a la expectativa porque la demanda ya empezó su trámite burocrático en el Senado. Los presidentes de los equipos están sosteniendo desde hace varios días múltiples reuniones para tratar de llegar a un acuerdo con las estrellas del fútbol norteamericano y así evitar la catástrofe económica que significaría una huelga. Pero de otro lado, los únicos que desde ya saben qué van a perder, aun sin conocer el fallo del Senado o los resultados de las negociaciones, son los habitantes de Houston y Cleveland, quienes están seguros que sus equipos estaran instalados en sus nuevas sedes mucho antes de que alguien pueda hacer algo. El temor ahora es que los demás equipos decidan seguir el ejemplo de los Petroleros y los Browns, pues la semana pasada se supo que los Carneros de Los Angeles estaban en conversaciones para mudarse a la ciudad de San Luis, Missouri.