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Raúl Prebisch, inspirador de una generación de economistas latinoamericanos, muere a los 85 años de edad.

2 de junio de 1986

Raúl Prebisch tuvo un privilegio que la vida ha otorgado a pocos economistas: formular una teoría económica propia y verla aplicada a lo largo de todo un continente durante una generación. En efecto, la muerte del economista argentino de 85 años de edad, ocurrida la semana pasada en Chile, marcó el fin definitivo de una era en el pensamiento económico latinoamericano.
Hasta la llegada de Prebisch, con la excepción de Keynes, la doctrina prevaleciente en el mundo occidental durante la primera mitad de este siglo, seguía siendo una derivación de los principios fundamentales de Adam Smith: laissez faire, laissez passer. Según ésta, cada país era apto para producir ciertos bienes y lo racional era permitir la especialización en las áreas en donde se tuviera ventaja comparativa. En otras palabras, si Colombia es tierra apta para producir café, el país debía dedicarse a vender el grano y con ese dinero traer los bienes que le hacían falta.
Ese escenario tan sencillo cambió con Prebisch. Sus investigaciones lo llevaron a la conclusión de que existía un deterioro secular en los términos de intercambio entre los paises en desarrollo -que en general producen materias primas- y los desarrollados, que en general producen bienes manufacturados. Para Prebisch existia una tendencia a que con ese esquema, los bienes manufacturados aumentaban de precio a mayor velocidad que las materias primas, de tal suerte que la brecha invariablemente aumentaba, entre los países industrializados (que el llamaba del "centro") y los de la "periferia".
Ante ese desequilibrio estructural, el economista argentino concibió el concepto de la sustitución de importaciones. Los países latinoamericanos, debían industrializarse para romper el círculo vicioso, pese a las ineficiencias inherentes al proceso. Los dos pilares para hacer viable la teoría eran la necesidad de un mercado común y la presencia de una reforma agraria. La justificación para el primero era la insuficiencia en el tamaño del mercado interno de cualquier país del área. Para lo segundo, la reforma agraria, el argumento consistía en que la creación de una economía industrial desestimularía la producción agrícola, por lo cual era indispensable fortalecer la condición del campesino.
Sustitución de importaciones, con integración latinoamericana y reforma agraria, era un plato político muy apetitoso. En un continente con aspiraciones nacionalistas frustradas y con la "amenaza marxista" al acecho, Prebisch logró darle una base teórica en el campo de la economía a los sentimientos políticos prevalecientes.
Estas ideas podrían haberse quedado en el terreno académico de no haber sido Prebisch tan hábil político como economista. Desde su llegada a la entonces recién conformada Cepal (Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina) en 1948, Prebisch logró no sólo el apoyo de la ONU, sino también conformar el aparato burocrático internacional para poner sus ideas en práctica. Nacería en ese momento una escuela de pensamiento económico latinoamericano que habría de producir una generación prominente de economistas en todos los países de la región: Celso Furtado en Brasil, Aldo Ferrer en Argentina, Oswaldo Sunkel en Chile, etcétera. Aun después de su retiro de la Cepal en 1963, Prebisch siguió siendo determinante ya fuera desde la Unctad o desde el Ilpes, en Chile.
En Colombia, aunque no se cuenta con ningún académico en la primera fila del pensamiento cepalino, Prebisch tuvo su principal exponente en Carlos Lleras Restrepo. En calidad de primer economista de su época, el hoy ex Presidente fue el inspirador y ejecutor de la política económica del Frente Nacional que incorporó varios elementos propuestos por el economista argentino. Nombres como Abdón Espinosa, Hernando Agudelo Villa, Miguel Fadul y Jorge Méndez Munévar, forman parte de la "camada cepalina" nacional.
A mediados de los años setenta, los vientos empezaron a soplar en contra de las ideas de Prebisch. Revaluaciones académicas, incluyendo algunas de las Naciones Unidas, concluyeron que los resultados eran limitados dado el enorme costo. Vehículos y productos electrodomésticos, producidos a un costo mucho mayor que el de cualquier país industrializado no parecían haber mejorado sustancialmente la condición de los pueblos latinoamericanos. El deterioro secular de los términos de intercambio fue puesto en tela de juicio cuando con la llegada de la crisis energética y las subsecuentes bonanzas petroleras, mineras, azucareras y cafeteras de esos años, se cambiaron de un tajo las reglas del juego. Países acostumbrados a vivir con una escasez permanente de divisas se vieron súbitamente enfrentados al problema de tener demasiadas.
A todas estas, los grupos políticos que apoyaban el cepalismo fueron perdiendo gradualmente el poder y este fue reemplazado por una nueva generación de economistas neoliberales cuyo nuevo "gurú" era Milton Friedman y la "Escuela de Chicago". Esta no era más que una reedición de las ideas tradicionales de Adam Smith sobre la conveniencia de limitar el papel del Estado y dejar operar a las fuerzas del mercado. Países como Chile y Argentina dieron giros de 180 grados, aplicando en forma radical las nuevas creencias. Aun países ortodoxos como Colombia aplicaron en forma moderada este revisionismo. Sin embargo, los resultados de este han sido tan inconclusos como la doctrina que remplazó.
Por ultimo, la llegada de la crisis de la deuda externa relegó a segundo plano la polémica entre los cepalinos y los Chicago boys. La magnitud del problema actual ha dejado en claro que no está inventada aún la escuela que dé la solución.
No obstante lo anterior, elementos de la teoría centro-periferia han sido incorporados a la corriente principal del pensamiento económico contemporáneo. La influencia sobre toda una generación y el estímulo a la creación de mecanismos tales como la Alalc, explican el por qué el nombre de Raúl Prebisch quedará para siempre asociado con los conceptos de autonomía, justicia y desarrollo económico.