Home

Economía

Artículo

bogota

Agua al cuello

Antanas Mockus estudia la terminación unilateral de un megacontrato para limpiar el río Bogotá porque le sale demasiado costoso a la ciudad.

6 de octubre de 2003

La decision que tomara esta semana el alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, es quizá la más difícil que ha tenido en su mandato. Deberá decidir si da por terminado el contrato mediante el cual la multinacional francesa Lyonnaise des Eaux construyó la planta del Salitre para ayudar a limpiar el río Bogotá. Lo difícil del asunto es que, en una eventual terminación del contrato, el Distrito deberá cancelarle 218.000 millones de pesos al concesionario. Una cifra enorme, pero menor a la que tendría que pagar si el contrato continuara vigente en las actuales condiciones.

La historia comenzó en 1994 cuando el Departamento Administrativo del Medio Ambiente (Dama) del Distrito abrió una licitación internacional para buscar una firma que construyera y operara la planta. Ganó Lyonnaise des Eaux, con su filial Bogotana de Aguas. Aunque el contrato se firmó en ese año las obras sólo arrancaron en septiembre de 1997, pues fue difícil conseguir la plata. Para financiar el proyecto Bogotana de Aguas debió emitir bonos de deuda externa por 100 millones de dólares, respaldados por una garantía del Banco Interamericano de Desarrollo y otra del Distrito.

En septiembre de 2000 se inauguró la planta. Para pagarla el Dama se comprometió a girarle al concesionario una tarifa mensual hasta 2027. Esta suma se acerca en la actualidad a los 7.500 millones de pesos al mes. Aproximadamente una tercera parte de este dinero paga la operación de la planta y el resto se va a remunerar el capital de quienes la financiaron. El proyecto les garantiza una rentabilidad atractiva en dólares.

La planta del Salitre tiene capacidad para limpiar un caudal de cuatro metros cúbicos por segundo. Aunque ayuda, esta limpieza es insuficiente si se tiene en cuenta que sólo la cuenca del Salitre arroja cerca de 6,3 metros cúbicos por segundo de aguas residuales y la ciudad entera bota entre 18 y 20. Por eso, para terminar de limpiar el río, el contrato contemplaba inversiones adicionales.

La etapa siguiente sería ampliar la planta del Salitre y después construir otras dos. El problema es que, en las condiciones del contrato, la sola ampliación costaría 170 millones de dólares y el proyecto completo valdría cerca de 1.350 millones de dólares, según calcula el Dama. Esto es cerca de cuatro billones de pesos. Esta cifra es impagable en las actuales circunstancias y por eso el Distrito no está dispuesto a autorizar el inicio de las nuevas etapas del proyecto.

Más aún, el Dama considera que hay formas más baratas de lograr la misma descontaminación. Y encuentra, además, que la actual planta del Salitre le está saliendo demasiado cara. Si el Distrito retomara el control de esta instalación podría operarla a un menor costo, puesto que no tendría que garantizarle una rentabilidad alta en dólares, como lo exigen los actuales inversionistas.

Así las cosas, el alcalde Mockus empezó a pensar en terminar unilateralmente el contrato. Por la terminación el Distrito tendría que pagar una penalidad que se acerca a 218.000 millones de pesos. Esto, sin embargo, sería menos costoso que seguir pagando la tarifa mensual de 7.500 millones hasta 2027. Mockus concluyó entonces que, si no se modificaban las condiciones del contrato para reducir su costo, era más conveniente darlo por terminado.

Desde fines del año pasado empezaron los contactos con el concesionario para tratar de renegociar la tarifa que cobra por operar la planta, sin mayores resultados. El Alcalde entonces le dio un último plazo a Bogotana de Aguas, que quedó en presentar una propuesta de renegociación el jueves pasado. La plana mayor del Distrito debió pasar el fin de semana evaluándola. Si la encuentran satisfactoria cambiarán los términos del contrato para seguir adelante. De lo contrario, lo darán por terminado. Esta semana el alcalde Mockus dará a conocer su decisión.