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AL CAIDO, CAERLE

La semana pasada cayeron las principales bolsas latinoamericanas, pero no tanto como el prestigio del ex-presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari.

13 de febrero de 1995

UNA DE LAS LEYES DE oro de los pesimistas sostiene que toda situación mala es susceptible de empeorar. Y eso es lo que deben pensar los funcionarios del gobierno mexicano que la semana pasada vieron cómo, después de la tempestad, vino otra tempestad. Al fin y al cabo, ya parecía suficiente con la devaluación de los últimos días de diciembre que llevó la cotización del peso mexicano de 3.45 a 5.65 por dólar en apenas díez días.
Sin embargo, eso no fue suficiente. Tanto el peso como la bolsa de valores tuvieron caídas aún mayores que las experimentadas desde finales de diciembre, en una espiral que en un momento dado pareció no tener piso y que contagió a la mayoría de los mercados de acciones de América Latina, víctimas del llamado efecto 'tequila', con la única excepción de Colombia.
Solamente al final de la semana retornó la calma, cuando el gobierno norteamericano decidió jugársela toda en apoyo de su vecino del sur. El jueves en la tarde, fuentes de la Casa Blanca aseguraron que Washington estaba dispuesto a ayudar hasta con 40 mil millones de dólares a la golpeada economía mexicana, si era necesario. Semejante suma puso a pensar a los más escépticos que quizás sí había luz al final del túnel. Al fin de cuentas esa cantidad equivale a cerca de 12 por ciento de la Producción Interna del país, es superior en unos 6 mil millones de dólares a su nivel de exportaciones y, lo más importante, cubre con creces los vencimientos de deuda externa de corto y mediano plazo programados para 1995.
No obstante, buena parte del daño ya está hecho. La confianza de los inversionistas extranjeros en América Latina ha recibido un fuerte sacudón que se expresó de manera clara con la caída en las bolsas a lo largo y ancho del continente, desde Canadá hasta Argentina y Chile. Los días más difíciles fueron el lunes 9 y el martes 10, cuando el pánico fue general. Tanto, que llegó incluso a afectar a los mercados de otras economías emergentes en Asia y Europa. Como es lógico, el golpe más fuerte fue el de México, cuyo mercado ha perdido, medido en términos de dólares, casi 50 por ciento de su valor en lo que va corrido del año.
A pesar de la mejoría de finales de la semana, la fortaleza del tropezón está demostrando que la recuperación va a tomar más tiempo del esperado. En lo que tiene que ver con Latinoamérica, todavía hay temores sobre el siguiente país que pueda pasar a engrosar la lista de los quebrados. El caso más crítico sigue siendo el de Argentina, cuyo Ministro de Hacienda, Domingo Cavallo, ha realizado todo tipo de esfuerzos para tranquilizar a propios y extraños. Por ahora ha contenido la hemorragia, pero no es claro si va a lograr controlar la situación. Brasil, por su parte, ha visto también bajas importantes en su mercado de valores, pero su posición es mucho más sólida.
De todos, el caso más sorprendente es el de Colombia. Lejos de disminuir, los precios de las acciones han aumentado más de 8 por ciento en lo que va corrido del año. Lo sucedido se ha explicado por la baja de las tasas de interés internas y las expectativas sobre un año bueno en materia económica. Falta ver si eso es suficiente para atraer algo de inversión, aunque la verdad es que el país ha sido ampliamente ignorado en los análisis de la prensa especializada.
Volviendo al tema mexicano, la conclusión que se puede sacar por ahora es que la ayuda de Estados Unidos despeja varias incógnitas, pero no alcanza a responder otras. Probablemente la más seria es que el gobierno de Ernesto Zedillo aún no ha logrado generar confianza en torno a su capacidad para sacar al país de la crisis. Más bien, la situación tiende a empeorar. La semana pasada varios de los firmantes del compromiso de comienzos de enero, según el cual los precios iban a estar bajo control, entraron en franca disidencia. Los precios de buen número de artículos aumentaron entre 15 y 40 por ciento, con el argumento de los costos generados por el proceso de devaluación que comenzó el 20 de diciembre. Para colmo de males, las tasas de interés se dispararon a más de 60 por ciento anual, más de 40 puntos por encima de la tasa de inflación esperada. Así mismo, un buen número de bancos, sobre todo medianos y pequeños, empezaron a mostrar síntomas de iliquidez ante la incapacidad para pagar sus deudas en dólares.
Además, está et efecto político. Entre el próximo 12 de febrero y el 6 de agosto deben realizarse elecciones de gobernadores en cinco estados donde se espera que el gobernante Partido Revolucionario Institucional -PRI- sea apabullado en las urnas. Pocos creen ya en un presidente que a pesar de llevar seis semanas en el cargo llegó al poder con dos frases de campaña: "Bienestar para su familia" y "El sabe como hacerlo".
El más reciente damnificado con esta debacle es el hombre más popular del país hace un par de meses. Se trata dé Carlos Salinas de Gortari, quien entregó el poder rodeado de gran prestigio nacional e internacional, hasta el punto de ser considerado un firme contendor para el cargo de director de la nueva Organización Mundial de Comercio, OMC. Pero hoy las posibilidades de Salinas son prácticamente inexistentes. La semana pasada la revista mexicana Proceso publicó una carátula con su foto y la leyenda de "El culpable". A Salinas se le imputa haber escondido la realidad, a pesar de ser conciente de la crisis con anticipación. Unicamente un columnista del diario Reforma apoyó su nombre para la OMC. "El apoyo no es tanto para que vaya a la entidad internacional -afirmó- sino para mantenerlo fuera de México".