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AMALFI: MATANZA ANONIMA

Versiones contradictorias rodean el misterioso asesinato de ocho campesinos en municipio antioqueño.

20 de septiembre de 1982

"No nos pregunte que no sabemos. No pasó nada, no vimos nada" La frase es contundente, pero también lo son las ocho muertes.
El enviado especial de SEMANA tuvo que recurrir a mil argucias para romper el hielo, para lograr que la gente hable a pesar del miedo. "Es que no sabemos si usted es policía, o de pronto guerrillero..." El pueblo está quieto y las calles vacías, pero en las caras que espían al intruso desde las ventanas puede verse la tensión de quienes esperan que los acontecimientos tengan un desenlace.
Después de los asesinatos, un pueblo de 20.000 habitantes al pié de las montañas del norte de Antioquia, era un revuelo de gentes cocinando en las esquinas, de perros sin dueño, de niños asustados que se prendían a las faldas de sus madres. Estaba invadido por las 150 familias que habían abandonado sus parcelas con animales y enseres para ir a refugiarse al centro del pueblo, confiando que allí no entrarían a matarlos. El párroco, Gerardo Montoya, y la Cruz Roja, los han ido instalando en las casas de los vecinos. Otros huyeron a buscar familiares en Medellín y en Segovia y hoy ya no se ve un alma por las calles del pueblo.
TREINTA FANTASMAS
"El Tiempo" reseñó el hecho el 15 y 16 de Agosto. Treinta hombres armados de fusiles llegaron en tres volquetas a la vereda de El Tigre, a hora y media a pié de Amalfi, y fueron recorriendo las casas de los campesinos del lugar con lista en mano. A Enrique Gómez, Erasma Osorio, Antonio Buriticá y a otros tres que figuraban en ella, los apartaron y los fueron matando a bala y a machete uno a uno. Luego volvieron, y después de torturar y violar a la esposa de uno de ellos. La asesinaron junto con un visitante que acababa de llegar.
"El Tiempo" cierra su última crónica con un interrogante sobre la identidad de los asesinos, y no vuelve a publicar nada.
De ahí en adelante todo lo que queda son las insinuaciones y las medias palabras de los familiares de los muertos, y los rumores que se escuchan en el pueblo.
La historia varía según quien la cuente. En lo que todos coinciden es en los detalles: que los desconocidos pidieron pollos, los hicieron cocinar y que pagaron mil pesos por ellos; que no se dejaron ver las caras; que el único rastro que dejaron tras sí fue una toalla gris.
Las versiones sobre el número de personas que bajaron de las volquetas oscilan entre 20 y 30. Todos los testigos presenciales afirman que llevaban fusiles, unos dicen que no saben de qué tipo, otros afirman que eran "iguales a los del ejército". Al respecto, el cura párroco anota que soldados y guerrilleros usan las mismas armas y las mismas prendas.
Cuentas que los asesinos dialogaron con sus víctimas antes de llevárselas. La viuda del viejo Enrique Gómez, el primer asesinado, dice que hablaron con él en voz baja, y que a ella le pidieron que cocinara las gallinas sin mirarlos. "Luego se lo llevaron, pidiéndole amablemente que les mostrara el camino hacia El Tigre. Que llevara la escopeta, que de pronto le hacía falta. Yo me quedé tranquila, porque creí que era gente de la ley"
Isabel Osorio, una niña de 15 años, a quien le mataron el padre, la madre y el hermano, dijo con palabras entrecortadas por el miedo: "Requisaron todo. Levantaron los colchones, preguntaron dónde estaban las municiones" La viuda de Antonio Buriticá, dice que hicieron preguntas "y por eso creí que era gente del gobierno. Nos decían que sacáramos las armas que teníamos escondidas"
EN SECRETO
El nordeste de Antioquia, como toda la zona del Magdalena Medio, ha sido escenario tradicional de las guerrillas, en particular de las FARC. Por eso ha sido declarada "Zona Roja".
Anorí, Segovia y Zaragoza, pueblos que rodean a Amalfi, tienen todos tradición de guerra. Las gentes de Anorí cuentan cómo vieron caer a los hermanos guerrilleros Vásquez Castaño; los de Cimitarra comentan de cercos militares y de helicópteros que sobrevuelan buscando a las FARC. En Segovia siguen hablando de siete campesinos asesinados en julio.
Amalfi, sin embargo, ha sido un pueblo tranquilo. El cura párroco, Gerardo Montoya, dice que "esta es una región muy pacífica, donde la gente se dedica únicamente a trabajar". Los campesinos del lugar siembran fríjol y maíz, y mandan a sus hijos a trabajar como jornaleros a las grandes fincas cafeteras. Viven y mueren en su vereda, y muy pocos han ido siquiera tan lejos como Medellín.
Aunque nunca antes había habido violencia, la zona está fuertemente militarizada y la sombra de los guerrilleros también ronda el lugar, según el decir de las gentes. El cura sostiene que "en el monte no dejan de haber uno que otro de esos avichuchos" Otro vecino comentó evasivamente que "recientemente he visto bajar de esa gente del monte". Nunca se los nombra directamente, se habla de ellos", o de "esa gente". Pero están presentes en las conversaciones de todos.
Amalfi siempre ha sido un pueblo pacífico sin rencores políticos, donde los vecinos comparten armoniosamente una larga tradición liberal. Pero el 4 de agosto hubo ocho muertes, nadie sabe a manos de quién, que puede significar el comienzo de la guerra.
Los campesinos tienen miedo de quedar en el medio, entre la guerrilla y el ejército que son los dos bandos enfrentados. Un viejo vecino del lugar lo expresó en sus palabras: "Cuando vienen los soldados nos preguntan si hemos visto guerrilla y les tenemos que decir que no, para que no se disgusten los del monte. Y si los que vienen son guerrilleros preguntando por el ejército, nosotros tampoco hemos visto nada. Pero cuando vienen, a unos y a otros tenemos que darles la sopa que piden, tenemos que dejar que se lleven las gallinas. A veces vienen y se van, y nosotros ni siquiera sabemos de qué lado son... "
VERSION OFICIAL
Ante la confusión que presentaban los hechos, SEMANA interrogó a las autoridades civiles y militares sobre la responsabilidad de los crímenes de Amalfi, y obtuvo respuestas del Gobernador de Antioquia, Iván Duque Escobar, y del Comandante del Ejército, Bernardo Lema Henao.
Iván Duque Escobar: "Yo visité Amalti y el corregimiento de El Tigre. Tuve ocasión de conversar con personas que se habían desplazado después del asesinato y que habían intervenido directamente en el levantamiento de los cadáveres. En razón de la información obtenida, de indicios que fueron aportados a la investigación, se puede establecer que se trata de una lucha interna entre grupos alzados en armas. En la actualidad se está preparando un informe detallado en el que se confirma esta tesis..."
General Lema Henao: "Doy mi palabra de militar de que el ejército no ha tenido nada que ver con la masacre de Amalfi. Ni el General Landazábal, Ministro de Defensa, ni yo, comandante del Ejército, ni ninguno de nuestros oficiales y suboficiales conjugan en sus órdenes el verbo ajusticiar. En nuestra institución nadie puede dar la orden de asesinar y menos de asesinar inocentes campesinos. Estoy esperando un informe muy completo sobre lo que sucedió en Amalfi, pero una cosa le puedo garantizar: nada tenemos que ver con tan atroz crimen colectivo.
Está de moda atribuirnos cosas. Le pongo el caso del profesor abogado Alvaro Alava Montenegro, de la Uníversidad Nacional, quien fue asesinado esta mañana en la puerta de su residencia. Comenzaron a decir que éramos nosotros -el Ejército- y ahora resulta que su muerte se la atribuye el MAS.
Que quede claro: EL MAS EXISTE Y NO SOMOS NOSOTROS