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Aterrizaje forzoso

¿Por qué cayó Alvaro Jaramillo de la presidencia de Avianca?

25 de octubre de 1993

EL VIERNES 17 DE SEPTIEMBRE EL PRESIDENte de Avianca, Alvaro Jaramillo Buitrago, llamó a Augusto López Valencia, presidente de Bavaria, quien se encontraba en Miami. Jaramillo estaba muy preocupado. Le comentó a López Valencia que había descubierto que la aerolínea Intercontinental de Aviación podía estár detras de la compra de los terrenos de la antigua base de mantenimiento de Soledad (Atlántico), que acababa de vender Avianca al presidente de Aerosucre, Jorge Solano. La respuesta de Augusto López fue: "¿De qué venta me estás hablando?". Jaramillo procedió a explicarle que se había llevado a cabo una negociación de los terrenos con Inversiones Jorge Solano, una compañía con sede en Barranquilla controlada por el presidente de Aerosucre, por un valor de 2.000 millones de pesos. Agregó que se había enterado de que Inversiones Solano ya estaba negociando con Intercontinental la mitad del predio.
Sin salir de su asombro, el presidente de Bavaria prcguntó si esa transacción había sido aprobada por la junta directiva. Jaramillo señaló que en la junta del 25 de agosto, cuando López Valencia había tenido que salir del recinto para atender otros asuntos, el punto de la venta de los terrenos de Soledad había sido discutido y aprobado.
La junta directiva de Avianca tiene como miembros principales a Julio Mario Santo Domingo, Andrés Obregón Santo Domingo, Alfonso Palacio Rudas, Carlos Pérez Norzagaray y Augusto López Valencia. Sin embargo, es raro que se reúnan la totalidad de los principales y, en la práctica, los que asisten regularmente son Augusto López, Carlos Pérez Norzagaray, Alfonso Palacio Rudas, y, como suplentes, Gabriel Jaime Arango y María Cristina Mejía de Mejía. Ese día, el 25 de agosto, no pudieron asistir ni Pérez Norzagaray ni Palacio Rudas. El único principal que estaba presente era Augusto López Valencia, y, como suplentes, Gabriel Jaime Arango y María Cristina Mejía. Como invitados asistieron Cecilia Alvarez, la gerente de la firma Auditamos -compañía auditora de las empresas del Grupo, así como Jorge Gómez Quintero, un auditor de la misma. Por parte de la administración de Avianca concurrieron elpresidente, Alvaro Jaramillo. y algunos dc los vicepresidentes.
Después de participar un rato en la reunión, Augusto López se retiró para atender otros asuntos. Y es ahí donde comienza el misterio de lo sucedido. Para el entonces presidente Alvaro Jaramillo y para su vicepresidenta financiera, Margarita Rchbein. sí se discutió el tema de la venta de los terrenos. Para los miembros de junta Gabriel Jaime Arango y María Cristina Mejía de Mejía, nunca se mencionó.
Hasta aquí todo el episodio acababa reducido al enfrentamiento de la palabra de unas personas contra la palabra de otras. Sobre algunos hechos existe consenso. Desde el mes de mayo se había venido contemplando en la empresa la posibilidad de vender los terrenos de Soledad, y en una junta directiva de ese mes se aprobó que se estudiaran diversas opciones, como una venta a otra empresa del Grupo, una venta a terceros. etc. Fuera de esa mención el tema nunca se volvió a tocar enjunta hasta las versiones encontradas de la sesión del 25 de agosto. Un segundo aspecto sobre el cual hay consenso es que no tiene lógica que un gerente serio dc cualquier empresa dccida, por cuenta propia, enajenar activos por valor de 2.000 millones de pesos sin consultarlo con la junta directiva. Y mucho menos si se tiene en cuenta que se trata del mundo de Julio Mario Santo Domingo y Augusto López.
¿Cual es la verdad de todo este asunto? Alvaro Jaramillo estaba convencido de que tenía una autorización general para vender la base de Soledad. Desde la junta de mayo se había acordado explorar posibilidades. En contactos informales posteriores el tema estaba vigente. La base de Soledad es en el fondo, la insignia de Avianca. Por lo tanto, no se esta hablando de un terreno cualquiera. Desde la época en que la aerolínea se llamaba SCADTA ese era el centro de operaciones. El propio aeropuerto de Barranquilla se construyó en Soledad porque allá estaba la base. Hace unos años el mantenimiento dejó de hacerse ahí y pasó a hacerse en Miami y Bogotá, per la tradición dc Avianca y la vinculación de la familia Santo Domingo con la aerolínea han estado estrechamente ligadas a ese viejo terreno. Por todo esto desafia la credibilidad la versión de que un gerente, de buenas a primeras, decida venderlo por cuenta propia.
Cuando se descubrió que existía la posibilidad de que el comprador final fuera Intercontinental, afloraron las sensibilidades. Esta aerolínea ha crecido vertiginosamente por cuenta de una guerra de tarifas, en la cual cobra en promedio 20 por ciento menos que las de Avianca. Esta diferencia es una de las razones por las cuales Avianca no ha podido salir de su crisis estructural. Por otro lado, siempre han circulado rumores sobre una cercanía de Intercontinental con uno de los carteles del Valle. Estos rumores nunca han podido ser probados y la aerolínea tiene todos sus papeles al día y un presidente muy respetado en la persona de Alfonso Ramírez Valdivieso. Este fue un importante vicepresidente de Avianca, quien, después de trabajar durante 20 años en la empresa, fue destituido fulminantemente por Julio Mario Santo Domingo durante la crisis
que vivió esa aerolínea cuando hubo una puja de poder entre éste y Carlos Ardila Lulle.
Pero independientemente de validez del chisme, el que la sede don de don Mario Santo Domingo comenzó su carrera como pionero de la aviación en Colombia pudiera acabar en manos de una compañía que tiene Avianca contra la pared, que además de eso cuenta con una reputación non sancta, y cuyo gerente era un exfuncionario destituido por Avianca, era de masiado. Y como si esto fuera poco circuló el rumor de que la venta de la mitad del terreno a Intercontinental se había hecho por más del precio que Avianca había pactado por la totalidad de la venta. Por esto no sólo explotó la ira de Augusto López, sino también la de Julio Mario Santo Domingo, y es difícil que alguien sobreviva la combinación de esos dos volcanes en erupción. Jaramillo no le había vendido a Intercontinental, sino al presidente de Aerosucre. Sin embargo, era obvio que le habían metido un gol, y se puede abonar a su favor el hecho de que él fue el primero en denunciar esto ante Augusto López.
Ante la gravedad de los hechos el desenlace era inevitable y la cabeza del presidente de Avianca tenía que caer. La justificación oficial era la falta de autorización de la junta, puesto que, si bien el tema de la base de Soledad podía haber estado flotando en el ambiente dentro de la empresa, no sucedía lo mismo en la junta. La mayoría de los asistentes a la famosa sesión del 25 de agosto garantizan que el tema no sólo no se aprobó, sino que no se tocó.
Fue tal vez ahí donde Alvaro Jaramillo y la vicepresidenta financiera, Margarita Rehbein, cometieron un error. Convencidos de que habían actuado de conformidad con lineamientos aprobados por la empresa procedieron a incluir la autorización en el acta para que quedara cumplido el requisito formal. En el proyecto de actaque fue elaborada aparece en el orden del día, en el punto quinto denominado "varios", la anotación "Venta base Soledad". En el desarrollo de ese punto, en otra parte del acta, se menciona que existen dos ofertas de compra de la base, y se dice que la más alta -dos millones y medio de dólares- es la de la sociedad de Jorge Solano, el presidente de Aerosucre. Según el borrador del acta, la operación fue aprobada.

NADIE SE ACUERDA
Cuando este documento llegó a manos de Gabriel Jaime Arango y de María Cristina Mejía, la reacción fue de sorpresa. Para ellos se trataba de un agregado que no tenía nada que ver con lo que se discutió en la junta. Se reunieron para reconstruir todo lo sucedido en la junta y, después de examinar cada uno de los puntos tocados, se reafirmaron en su convicción de que era imposible que no recordaran ese punto cuando se acordaban de todos los otros.
Para no llegar a conclusiones precipitadas, la empresa decidió meterle un poco de detectivismo al asunto. Margarita Rehbein, la vicepresidenta financiera que había participado en la operación, fue interrogada. Manifestó que si bien el texto del acta podía ir un poco más alla de lo discutido en la junta, el punto si había sido mencionado. La redacción del acta, según ella, la había hecho Adriana Zapata, la secretaria de la junta directiva. Aunque ésta última no había asistido a la sesión del 25 de agosto por encontrarse en París, según la doctora Rehbein redactó el acta con base en los apuntes que se le dieron a su regreso a Colombia. Fue interrogada entonces Adriana Zapata sobre su participación en la redacción del controvertido punto de "varios". Esta manifestó que el párrafo que le atribuían no había sido redactado por ella.
A esto se sumó otro episodio. El borrador del acta, al reproducir el orden del día, incluia en el punto "varios" la referencia a la venta de la base de Soledad. Jorge Gómez Quintero, el auditor que estaba presente en la junta, había conservado el orden del día original y en éste no se hacía referencia alpunto. Al confrontar las dos versiones las directivas de Avianca concluyeron que el manejo del acta había sido abiertamente irregular.
Sea como sea, por cuenta de estos episodios rodaron las cabezas de Jaramillo y de la vicepresidenta financiera, Margarita Rehbein. Con esto terminó la carrera en el Grupo Santo Domingo de quien era considerado, después de Augusto López, el ejecutivo estrella. Jaramillo era inmensamente popular, no sólo por su calurosa personalidad sino por los resultados de su gestión. Bajo su mandato se terminó la renegociación de la deuda externa que le ahorró a la compañía 44 millones de dólares por razón de un descuento del 50 por ciento que otorgaron los bancos extranjeros sobre la deuda total. Culminó igualmente el proceso de renovación de los aviones, que dejó a Avianca con una de las flotas más modernas del continente.
Su salida, además de las implicaciones personales, tiene una connotación sentimental. Es, en cierta forma el final de la histórica vinculación dei Grupo Santo Domingo con Barranquilla. Jaramillo es el hijo de Alvaro Jaramillo Vengoechea, quien trabajó más de 30 años con el Grupo en empresas tan diversas como Cerveceria Aguila, la Corporación Financiera del Norte y el Banco Comercial Antioqueño. Su hijo representaba uno de los últimos lazos de continuidad con esa era que tenía que quedar atrás como consecuencia del proceso de internacionalización del conglomerado.
Al cierre de esta edición las relaciones entre Jaramillo y el Grupo parecían ser bastante agrias. Aunque el presidente saliente de Avianca se ha negado a dar declaraciones a cualquier medio, sus allegados registran indignación con lo sucedido. La explicación de estos es muy sencilla. La autorización para la venta estaba implícita aunque no exista claridad sobre lo discutido en la junta del 25 de agosto. Según ellos, todas las interpretaciones sobre las actas no han sido más que una coartada para cavarle la fosa a Jaramillo por no ser él un hombre de la cuerda de Augusto López.
Directivos del Grupo Santo Domingo, en conversaciones informales, tampoco expresaban mucha tristeza por el retiro del funcionario. La posición oficial era la de que se vendió un activo muy valioso sin autorización y, como si esto fuera poco, se trató de manipular un acta. Estos dos fueron los puntos centrales de una junta extraordinaria que tuvo lugar en la noche del lunes de la semana pasada y en la cual se le "aceptó" la renuncia a Jaramillo. Dos días más tarde tuvo lugar otra reunión en la cual se decidió ir más allá de la aceptación de la renuncia. En esta se determinó que el tema no fue tratado en la reunión del 25 de agosto y que, aunque hubiera sido tratado, no había quórum para aprobar nada, pues, al salirse Augusto López, solo quedaron dos miembros de la junta: Gabriel Jaime Arango y María Cristina Mejía. En estas condiciones, la responsabilidad por el pago de las arras -si se reversaba la operación- era personal del representante legal que había omitido el cumplimiento de los requisitos formales. Esto significaba que como Jorge Solano, el comprador, había pagado 200 millones a titulo de arras, si el negocio se deshacia habia que devolverle esa suma doblada de acuerdo con lo establecido en el Código Civil. En otras palabras, Alvaro Jaramillo tendría que salir a responder personalmente por los 200 millones de pesos adicionales.
Como el presidente saliente de Avianca no es un hombre adinerado y la suma no es despreciable, la situación constituía, además de un drama personal, un drama económico. Afortunadamente el negocio pudo reversarse sin mayores complicaciones. El comprador resultó mas un práctico hombre de negocios que un gallo de pelea, a pesar de que ya le habían hecho entrega del predio y tenía la opción de quedarse con el y pagar el saldo o devolverlo y cobrar las arras dobladas. Solano no hizo ni lo uno ni lo otro. Decidió que con el Grupo Santo Domingo era mejor arreglar el asunto por las buenas. Por esto resolvió desocupar el predio de la base, devolverlo y no cobrar penalización de ninguna clase.

HORNO CREMATORIO
La salida de Alvaro Jaramillo no es solamente grave para él sino grave para Avianca. Nada afecta más el manejo de una institución que la falta de estabilidad laboral a nivel directivo. Y sobre todo cuando la institución es la empresa privada nacional de mayores ventas. Desde 1985 hasta la fecha Avianca ha tenido 11 presidentes cuya duración promedio ha sido inferior a un año. En contraste, en los 25 años anteriores la compañía solo tuvo cuatro presidentes.
En 1985 sucedieron dos eventos determinantes en la historia reciente de la aerolínea. De una parte, el Grupo Santo Domingo adquirió practicamente el control accionario absoluto, con la compra del 30 por ciento de las acciones que pertenecian a Carlos Ardila Lülle.
De otra parte, se produjo la llegada a la presidencia de Bavaria de Augusto López Valencia. Estos dos factores se tradujeron en una pérdida de la relativa independencia de que la empresa había gozado hasta ese entonces, hasta tal punto que muchos consideran que Avianca es hoy, para todo efecto práctico,una subsidiaria de Bavaria. Las reuniones de la junta directiva dejaron de realizarse en la sede de Avianca para efectuarse en las instalaciones de la cervecería, donde la voz cantante la tiene Augusto López. Esta situación deja a los presidentes de Avianca en un papel subalterno que no corresponde al nivel de la presidencia de una empresa de esa dimensión. Por este motivo, casi ninguna persona de calibre en Colombia está dispuesta a aceptar el cargo. A nadie se le ocurriria que una figura de la talla de un Jaime García Parra, un Jorge Cárdenas Gutierrez o un Alejandro Figueroa se le midan a ese potro. Esto deja como única alternativa la de recurrir a ejecutivos del Grupo. Algunos de estos, como Edgar Lenis, han dado la medida. Otros no. Pero ni los unos ni los otros han logrado durar más de un año sin salir de pelea.
Estas consideraciones podrían ser problemas internos del Grupo Santo Domingo si no fuera porque Avianca, en su calidad de aerolínea nacional, es un servicio público. El lío de que Avianca no funcione no es de sus dueños sino de todos los colombianos. Y el hecho es que la aerolínea no está funcionando y no podrá funcionar mientras cada presidente siga durando un año en promedio. Un ex presidente de la compañía que prefirió no ser identificado comentó a SEMANA: "Cuando un paciente está en cuidados intensivos, es cuando menos se lepuede cambiar el mádico. Avianca esta en cuidados intensivos y cada día le están cambiando el médico. Con ese trato ningún paciente se puede recuperar".