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Bachelet recibió la cinta presidencial de manos de Isabel Allende, hija del derrocado presidente Salvador Allende y primera mujer que preside el Senado en el país. A su lado Sebastián Piñera.

CHILE

Los retos de Bachelet

La nueva presidenta chilena recibe un país con ciudadanos más exigentes y con una economía que crece menos. Con su programa de corte progresista aspira a terminar la desigualdad, para lo cual propone dos reformas de fondo en educación e impuestos.

15 de marzo de 2014

Después de cuatro años de un gobierno de centroderecha, retorna al poder en Chile uno de fuerza de centro izquierda. Se trata de Michelle Bachelet, quien regresa a la Presidencia de la República, esta vez con desafíos económicos y sociales mayores a los que asumió en su primer mandato.

El país que recibe a la nueva presidenta no es el mismo que ella entregó en 2010 a Sebastián Piñera. Para su segundo mandato, Bachelet asume las riendas de una nación que experimenta una desaceleración económica y en la que los ciudadanos son cada vez más exigentes.

Las movilizaciones sociales que desde 2011 están en la agenda y que involucran desde los estudiantes hasta los ecologistas, pasando por los ciudadanos de las regiones aisladas, son una muestra de que los ciudadanos siguen inconformes, a pesar de tener un país con altos estándares de desarrollo en la región.

En los últimos años, Chile ha vivido un auge económico, con tasas de crecimiento superiores al 5 por ciento, una baja inflación y un desempleo que ronda el 6 por ciento. A pesar de esta envidiable estabilidad, la de-sigualdad y la pobreza son las materias que siguen pendientes en este país.

Bachelet intentará resolver estos problemas con un gobierno mucho más progresista que su anterior mandato. Propone reformas profundas en materia educativa y tributaria.

Sus compromisos electorales incluyen subir los impuestos a las empresas, otorgar educación universal gratuita y mejorar el sistema de pensiones y los servicios públicos de salud.

La reforma educativa que propone sugiere terminar con el lucro en todo el sistema educativo. Esto significa reemplazar el esquema vigente, que otorga un rol importante al mercado y a los privados. Bachelet también aspira a reformar la Constitución .

Sin duda no son retos fáciles. Su promesa electoral de terminar con la desigualdad podría suponer cambios sustanciales en el modelo neoliberal que puso en marcha el régimen militar (1973-1990), que permaneció en las administraciones posteriores.

¿Qué tan factible será lograr las reformas? Analistas políticos locales creen que a diferencia de su primer mandato (2006-2010), esta vez Bachelet dispone de un respaldo político mucho más amplio. La mandataria llegó a la Presidencia de la mano de la Nueva Mayoría, una alianza de partidos de centro e izquierda en la que se mezclan corrientes ideológicas distantes, como la Democracia Cristiana y el Partido Comunista.

Pero pese a que Bachelet obtuvo el 62 por ciento de los votos, tampoco es que la tenga ganada. Jorge Rodríguez, economista de la Corporación de Estudios para Latinoamérica, afirma que la holgada representación parlamentaria no significa, sin embargo, que todo lo que proponga vaya a ser aprobado, dada la heterogeneidad política de los partidos que integran la Nueva Mayoría.

Por otro lado, para cumplir con las expectativas de mejoras económicas y sociales, el gobierno tendrá que hacer un mayor gasto público. Se estima que solo el cambio al sistema educativo requerirá de entre 1,5 y 2 por ciento del PIB, lo que hace que la reforma tributaria sea una prioridad.

El tema impositivo ya comenzó a causar polémica, pues las cifras de crecimiento económico este año han decepcionado y el Banco Central proyecta una desaceleración por efecto de la economía internacional. Durante la campaña, el gobierno del presidente saliente, el conservador Sebastián Piñera, planteó que el debate tributario afectaba la inversión.

Los analistas creen que una buena señal del vínculo entre ambas reformas es la elección del exministro de Hacienda y el exalto ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, FMI, Nicolás Eyzaguirre, como nuevo titular de Educación.

En síntesis, Bachelet tiene cuatro años para mantener las buenas cifras macroeconómicas que deja el gobierno saliente, y hacer realidad las grandes promesas que hizo en campaña. Para poder entregar en 2018 –como dijo al posesionarse– un Chile mejor.