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Baja de acciones

Recientes medidas de la Reserva Federal norteamericana podrían afectar los principales mercados bursátiles.

12 de septiembre de 1988

La paloma de la paz voló la semana pasada por buena parte del mundo, pero no por los grandes centros financieros internacionales. Mientras las guerras en el golfo Pérsico y el Africa suroccidental parecían estar cerca de conjurarse, las principales bolsas de valores se volvieron a encontrar otra vez en situación de alerta roja.
La causa de semejante campanazo fue, una vez más, una decisión del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos, en el sentido de presionar un alza en las tasas de interés que se cobran en el país del norte. Inicialmente el Fed --como se le conoce coloquialmente-- aumentó en medio punto, hasta un 6.5%, la tasa de descuento, la cual fija el interés que cobra por hacerle préstamos a los bancos comerciales. Esa subida cambió todas las circunstancias del mercado y obligó a los bancos más importantes a elevar el nivel del prime rate (tasa de interés preferencial) hasta un 10% anual, su nivel más alto desde 1985.
La movida del Banco Central norteamericano cayó como un balde de agua fría sobre los mercados internacionales. Tal como siempre ocurre en estos casos, no faltó quién se apresurara a señalar que una medida similar precipitó el gran crash del pasado 19 de octubre, cuando la mayoría de las bolsas de valores del mundo tuvieron el peor descalabro de su historia. Como si eso fuera poco, los dos principales mercados de acciones del planeta --Wall Street y Tokio-- vivieron su peor semana en lo que va del año.
El sismo se transmitió también a los mercados de monedas. En respuesta al alza en los intereses que hizo ,mas atractivas las inversiones en dólares, el billete verde alcanzó a trasarse en cercanías de los 135 yenes japoneses, un 10% o más que el nivel de comienzos de este año. Contra todas las expectativas de hace unos meses, el dólar ha consolidado en forma notoria su avance frente a las llamadas monedas duras.
Semejantes movimientos acabaron con la calma que se había establecido durante buena parte del año. Debido al equilibramiento paulatino del déficit comercial norteamericano y a la próxima celebración de las elecciones presidenciales, muchos especialistas pensaban que la tranquilidad estaba asegurada hasta comienzos del próximo año.
Sin embargo, esos cálculos fueron desmentidos por la decisión tomada por Alan Greenspan, el jefe del Fed, secundado enteramente por sus asesores. Según se explicó a la opinión, el espíritu de la medida es el de limitar un poco el desempeño de la economía, que al parecer está creciendo muy rápido. Para Greenspan, todo se trata de evitar un recalentamiento que puede conducir a una nueva aparición de la inflación. Los diferentes cálculos revelan que muchas fábricas en Estados Unidos están trabajando cerca de su nivel tope de producción y si éste se copa, se empezarían a observar alzas de precios en los bienes que escaseen.
Con tal raciocinio como base el Fed considera que lo mejor es cortar el mal de raíz. La entidad asume que con intereses más caros los consumidores comprarán menos cosas y ahorrarán más eliminando así el peligro de inflación.
Uno de los problemas para los Estados Unidos consiste en que cualquier decisión acaba influyendo sobre el resto del sistema. En particular, se teme que la nueva fortaleza del dólar dé al traste con los esfuerzos que se han hecho para equilibrar el comercio exterior norteamericano.
Además de ese peligro, el movimiento del Fed fue criticado por haber sido tomado unilateralmente y sin avisarle al resto de los grandes de la economía mundial. Esa actitud puede acabar con el espíritu de cooperación que tan buenos resultados le había traído a James Baker, el secretario saliente del Tesoro, quien deja el gobierno con la esperanza de volver como secretario de Estado, en caso de una victoria presidencial del candidato republicano, George Bush.
Es precisamente este último quien engrosa la lista de damnificados. Con una campaña electoral que no ha despegado y una gran desventaja en las encuestas frente a su rival, Michael Dukakis, lo que menos necesita el vicepresidente es una subida en las tasas de interés que lo pueda indisponer con los votantes.
Sin embargo, Alan Grecnspan ha dejado en claro que las consideraciones económicas están para él por encima de las políticas. A pesar de que medidas como las de la semana pasada pueden enterrar las probabilidades de triunfo de su amigo George, el jefe del Fed ha dejado en claro que no le tiembla la mano para tomar medidas, como la semana pasada, y --peor aún-- ha permitido entrever que esta alza en los intereses fue tan sólo el comienzo de varias más.--