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BUEN VIENTO...

Después de dos décadas de estancamiento, se predice el comienzo de una época de oro para los países industrializados.

6 de marzo de 1989

Todo parece indicar que esta vez las malas noticias sólo le tocaron a los pobres. Mientras las cifras sobre el desempeño de las diferentes economias dejaron en claro que en 1988 la suerte tampoco estuvo del lado de los países de Africa y América Latina, a los paises industrializados si parece que les que muy bien, gracias. Tanto, que un foro de expertos que se reunio en la pequeña ciudad de Davos en Suiza, en los últimos dias de enero, concluyó con una nota decididamente optimista sobre el futuro de la economía mundial. "Estamos comenzando una nueva fase de crecimiento de largo plazo después de dos décadas de estancamiento:", dijo Raymond Barre, el economista y ex primer ministro francés, al cabo de la reunión. Las razones de semejante afirmación son claras. En 1988 los 24 paises miembros de la OECD (que agrupa a las principales economias del mundo) tuvieron un incremento del 4% en su producción, con respecto a 1987. A su vez los 12 paises miembros de la Comunidad Económica Europea registraron su mejor desempeño en esta década y la mayor tasa de aumento en la inversión en los últimos 21 años.

Semejante comportamiento pareció borrar los tragos amargos de los años pasados. Después de un crecimiento promedio del 6% anual en los años 60, la economía mundial cayó a uno del 3% en los 70 y apenas superó el nivel del 2% en esta década. Ahora no obstante, fenómenos como el de la revolución tecnológica han cambiado el panorama y la productividad del mundo industrializado está comenzando a aumentar. Incluso la vieja Europa está repuntando al cabo de años de anquilosamiento. El espectro de 1992, fecha en la cual los países miembros de la CEE deben eliminar las barreras legales y comerciales para el comercio intrarregional, se ha convertido en una droga que ha sacado al viejo continente de su letargo.

La duda, claro está, consiste en saber si lo ocurrido en 1988 va a ser el preludio de una nueva época dorada, o tan sólo la excepción dentro de una década mediocre. En opinión de la mayoría de los asistentes a Davos, las condiciones están dadas para que empiece la época de las vacas gordas. El nivel de crecimiento es bueno, la inflación está controlada y en muchos países se han hecho cambios profundos que deben incidir en una mayor eficiencia. Según Herbert Giersch de la Universidad de Kiel, en Alemania Federal, la "Perestroika en Occidente" debe agregarle dos puntos porcentuales al año al crecimiento mundial en 1990.

Toda esa carga de optimismo no impide que haya una serie de avisos de precaución en el panorama. El primero tiene que ver con la situación del comercio internacional que ha tenido un comienzo de año bastante difícil. Las disputas entre Estados Unidos y la CEE sobre la importación de diversos productos han enrarecido el ambiente de manera preocupante.
Para los más pesimistas, si los europeos se van por el camino del proteccionismo, el mundo se podría dividir en tres bloques comerciales: Norteamérica, Europa y Asia Oriental. En opinión de Lester Thurow, un prestigioso economista del Massachusetts Institute of Technology, "los años 90 verán un comercio más libre dentro de bloques regionales y uno mucho menor entre ellos".

Y ese no es el único temor. Como de costumbre, hay preocupación sobre lo que pueda hacer la administración Bush para corregir los déficit fiscal y comercial de los Estados Unidos, cuyo nivel se constituye todavía en el principal factor de perturbación de la economía mundial. Aunque el nuevo presidente norteamericano ha manifestado que el control de los déficit es su primera prioridad, los observadores consideran que la verdadera acción sólo comenzará a producirse a finales de este año.

No obstante, los más optimistas creen que todos esos peligros pueden sortearse si la prudencia y la cooperación entre los grandes sigue siendo la norma. Como muestra de ese espíritu se destacó la reunión entre los ministros de Hacienda del Grupo de los siete la semana pasada en Washington. La cosa salió tan bien, que incluso se volvió a hablar de la urgencia de rescatar el plan Baker sobre el manejo de la deuda externa, para así darle una oportunidad a los países en desarrollo.

Es precisamente el comportamiento de este grupo el que preocupa a los analistas. En el caso de Latinomérica, no hay elementos que hagan pensar que ya se ve la luz al final del túnel.
Por eso, hay conocedores que predicen que aunque el futuro pinta bien para los países industrializados, no todo el mundo va a participar en la fiesta. A diferencia de lo sucedido durante los años 60, cuando en algún momento hubo un crecimiento universal, en esta ocasión se cree que la división del mundo en bloques va a hacer que al lado de zonas en plena expansión se encuentren otras en la más absoluta pobreza. Por eso, más vale que los países se vayan preparando, porque todo indica que el mundo se está dividiendo en clubes y el que se duerma no va a poder ser miembro de ninguno. -