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CARTA TAPADA

El aumento de los CAT la primera estrategia del Gobierno para reactivar la economía

27 de septiembre de 1982

La primera carta destapada por el gobierno dentro de su estrategia para enfrentar la actual crisis económica fue aumentar los niveles del CAT para fomentar las exportaciones y entregar a la demanda del sector externo parte de la responsabilidad de reanimar la actividad productiva.
Los Certificados de Abono Tributario (CAT) nacieron con el famoso decreto 444 del gobierno de Lleras (el decreto que impuso la devaluación "gota a gota' y son papeles financieros que se entregan a los exportadores, en un valor proporcional al volumen de sus exportaciones, quienes lo utilizan para pagar impuestos. Es, pues, un subsidio del Estado en favor de los exportadores
El fomento de las exportaciones se considera conveniente para la economía nacional porque se refleja en la tasa de crecimiento de la actividad económica, y por consiguiente del empleo, y polque le permite al país proveerse de dólares, sin los cuales no podría realizar importaciones. Inicialmente se otorgaban CAT por un 25% del valor exportado. Posteriormente, se han introducido modificaciones que lo han hecho diferencial para los distintos artículos, de tal forma que como instrumento de política económica se hizo más efectivo al poderse emplear según las características de mercado de cada producto. Hasta el momento los niveles existentes eran de 5,9 y 12%.
Todos los años, antes del 31 de agosto, el Ministerio de Desarrollo debe decidir los niveles de CAT que regirán durante el año siguiente. El decreto recientemente publicado por Incomex en ese sentido, implica un aumento considerable en los niveles que entrarán en vigencia el 1° de enero de 1983.
Se anuncia también que el ejecutivo pasará al Congreso un proyecto de ley para cambiar la identidad legal de los CAT. En el futuro, si la ley llega a aprobarse, podrán cambiarse los niveles en cualquier momento del año, lo cual les dará a las autoridades económicas una mayor flexibilidad que será necesaria para estar de acuerdo con las fluctuantes condiciones de los mercados internacionales.
El Estado colombiano cuenta principalmente con cuatro instrumentos para fomentar las exportaciones: los CAT, la devaluación, el crédito a los I exportadores, y el Plan Vallejo. El CAT es un ingreso adicional de los exportadores. El crédito igualmente les facilita recursos, y el Plan Vallejo permite la importación de insumos productivos para actividades exportadoras. En cuanto a la devaluación, es decir, el aumento de la tasa de cambio, incentiva las exportaciones porque, al convertir a pesos los dólares provenientes de sus ventas, el exportador obtiene un volumen mayor de ingresos en la medida en que esa tasa de devaluación sea más alta.
El sentido económico que tiene la devaluación es restablecer la paridad de la moneda, su poder adquisitivo en el mercado exterior. Cuando en Colombia hay una inflación mayor que aquella de los paises que compran nuestros artículos, los productores no reciben en el mercado externo lo que necesitan, según sus condiciones productivas. Para eso se devalúa: al "equilibrar" las tasas de inflación, se hacen más competitivos nuestros ptoductos porque se restituye a los exportadores lo que la diferencia de inflación les quita.
De los mecanismos de fomento a las exportaciones, el que representa más altos costos para el fisco es el CAT.
Las otras formas (créditos, devaluación, Plan Vallejo tienen altos costos, indirectos, como mayores tasas de inflación, los cuales tienen para el Estado la "ventaja" de poderlo trasladar a los consumidores. No pesa directamente sobre las finanzas gubernamentales.
El Certificado de Abono Tributario, entonces, es uno de los instrumentos de fomento a las exportaciones que implican un mayor esfuerzo fiscal.
Vale la pena antes de depositar demasiada confianza, en él, analizar su efectividad. El mismo trabajo de Incomex, por ejemplo, pone de presente que el efecto del CAT sobre las exportaciones es más evidente cuando la tasa de cambio real no está equilibrada. No puede esperarse que, de cuenta del CAT, se restablezca el poder de compra que nuestra moneda ha perdido de manos de la inflación.
Pero aún en ese caso el efecto no será el mismo sobre todos los productos. Está muy claro, por ejemplo, que las exportaciones de café responden a que están fuera del alcance del CAT, como el Acuerdo Internacional de Cuotas. Las exportaciones menores, en cambio, por el estado incipiente de sus respectivas industrias, reaccionan mucho más a mayores niveles de CAT.
Además de lo anterior, la aplicación del sistema de CAT y la confianza en que él contribuya a despertar la economía del letargo recesivo en que se encuentra, encontrará cuatro limitantes serias: en la actualidad, el peso colombiano se encuentra sobre valorado como consecuencia rezagada de las bonanzas cambiarias de finales de la década pasada. Para que el CAT tenga el gran efecto que se espera, entonces, debe aumentarse el ritmo de devaluación, probablemente por encima del 20%. Eso tiene indiscutibles consecuencias inflacionarias. En segundo lugar, una carga demasiado pesada sobre el fisco (se calcula que los nuevos niveles implicarán un costo fiscal de $8000 millones) es inconveniente en un momento en que la situación de las finanzas gubernamentales alcanzan un déficit de grandes proporciones.
En un futuro próximo, de allí pueden surgir fuentes de inflación. En tercer lugar, los países que nos compran, para defender sus respectivas industrias, imponen a sus importaciones barreras arancelarias que le quitan fuerza al resultado que pueden obtener los CAT en favor de los productos "made in Colombia". Y finalmente, la situación de crisis económica de estos países, los que nos compran, ha mermado su capacidad de pago, lo cual se refleja en una menor demanda efectiva..
De todas maneras, a pesar de lo anterior, está muy claro que la situación del comercio exterior es muy mala y que se requieren instrumentos para mejorarla en el "muy corto plazo". Durante el primer semestre del presente año, se produjo un déficit de cuenta corriente superior a los 500 millones de dólares. Las importaciones han aumentado un poco ( 1,6% en el mismo periodo), pero las exportaciones han perdido dinamismo en forma alarmante. El año pasado, tendencia que se mantiene en lo que va corrido de éste, las exportaciones, tanto las de café como las otras, disminuyeron por segundo año consecutivo. El nivel de reservas internacionales ha comenzado a mermarse (en este año han caído en U.S.$ 300 millones) pero hacia el futuro, si no aumentan las exportaciones y los ingresos de divisas, bajarán a un ritmo mucho mayor. Hasta el momento la cuenta de capital ha venido arrojando superávit que han aliviado la situación general de la Balanza de Pagos. Pero eso también ha empezado a cambiar (en aras de la debilidad de la Balanza) por varios motivos: los ingresos de la cuenta especial de cambios disminuyen cuando bajan las exportaciones de café, porque se reduce el impuesto ad-valorem. Además, las reservas mantuvieron su nivel artificialmente, con créditos externos, que son un recurso limitado.
En definitiva, la situación de la Balanza de Pagos es deplorable y sus perspectivas son peores. La modificación en los niveles de CAT propuesta por el gobierno es un esfuerzo necesario y bien intencionado, pero no se puede esperar demasiado de él a menos que se incurra en costos financieros e inflacionarios aún mayores por la necesidad de complementarlos con un aumento en el ritmo de devaluación y con otros mecanismos. -