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La convención bancaria que se inicia el Jueves en CartaGena promete ser más movida que de costumbre.

19 de junio de 1989

En Cartagena hubo ola de calor la semana pasada. Tan intensa estuvo la temperatura, que aún los más acostumbrados al clima no se pudieron aguantar, cuando vieron que el termometro pasaba con facilidad la barrera de los 30 grados centígrados a la sombra.

Pura coincidencia, dirán algunos, pero es innegable que ese escenario natural fue el preámbulo adecuado para la celebracion de la Convencion Bancaria y de Instituciones Financieras que comienza este jueves en Cartagena. A lo largo de dos días, cientos de asistentes, con el equipo economico del gobierno a la cabeza, se reunirán para hablar del sector financiero colombiano, uno de esos temas que, por lo menos en esta década, no han pasado de moda en el país.

Y es que, como de costumbre, las discusiones sobre el sector financiero siguen calientes. Temas como el de las tasas de interés, la privatización, la capitalización forzosa, la eficiencia de las entidades y la inversión extranjera, son fuente de continuos debates.

Curiosamente, eso ocurre en momentos en los cuales el sector está viviendo su mejor momento en lo que va corrido de esta década. Durante 1988 la inmensa mayoría de las entidades de crédito registraron utilidades considerables y, en general, se olvidaron los tragos amargos de la crisis financiera que comenzó en 1982. No obstante, la mayoría de los observadores está de acuerdo en que,a pesar de los avances, todavía falta mucho camino por recorrer. El sector financiero sigue siendo acusado de enanismo por su baja capacidad relativa de crédito. Los más preocupados insisten en que las entidades de crédito se pueden convertir en un cuello de botella que obstaculice el desarrolo económico del país en los años por venir.
Tal como dice el presidente de la Asociación Bancaria, Carlos Caballero Argáez, "el desafío es construir el sistema financiero de los años 90".
Por lo visto, ese reto no es nada sencillo. En primer lugar el sector financiero colombiano está compuesto por 25 bancos, 13 corporaciones financieras, 10 corporaciones de ahorro y vivienda y 29 compañías de financiamiento comercial, lo cual revela un amplio grado de dispersión y de especialización. Esa circunstancia se conjuga con una debilidad patrimonial que impide el desarrollo mismo del sistema. Se estima que el capital pagado y la reserva legal de las diferentes entidades de crédito suman el equivalente de 350 millones de dólares, una suma muy baja para un país como Colombia.

A todo eso se le agrega un régimen estricto de inversiones forzosas y de encajes (el porcentaje de los depósitos que se debe congelar en el Banco de la Republica que incide en que el negocio, sencillamente, no dé plata. Según la revista Estrategia, en el semestre que termina en diciembre de 1988 la rentabilidad patrimonial de los bancos privados nacionales -el grupo estrella del sector fue de un 12.8%, un porcentaje irrisorio en un país donde otras actividades más sencillas dejan un margen mucho mayor.

Como si eso no fuera suficiente, el Gobierno ha venido apretando las tuercas. A comienzos de marzo de este año, la Junta, Monetaria cambió una serie de normas que, en la práctica, obligan a que prácticamente todas las entidades se recapitalicen. Aunque el espíritu de la medida es bueno, los críticos de la letra menuda argumentan que es injusto que al tiempo que se hacen esas exigencias, se conserve la misma estructura de encajes e inversiones forzosas que le bajan dramáticamente la rentabilidad al negocio .

Esa discusión acaba incidiendo sobre el tema de las tasas de interés.
Desde comienzos del año los presidentes de gremios como Fenalco y la Sociedad de Agricultores han venido insistiendo en que el costo del dinero en Colombia es demasiado alto. Aunque ese es un hecho que no tiene nada de nuevo, la polémica ha alcanzado nibeles emocionales que ha llevado a que las entidades de crédito sean calificadas como usureras y agiotistas.
Para los más reposados, el debate se centra en lo que los especialistas conocen como el margen de intermediacion, que consiste en la diferencia entre lo que las entidades de credito pagan por los depositos y lo que cobran por los prestamos que hacen.
Tradicionalmente, el margen se ha ubicado entre 8 y 10 puntos porcentuales y a pesar de la pelea gremial, todo indica que esos parámetros se han mantenido.

No obstante, los críticos del sistema sostienen que ese margen debería reducírse a 4 ó 5 puntos porcentuales.
El problema, responden los banqueros, es que si este no tuviera ese nivel, la rentabilidad del negocio crediticio sería aun mas baja de lo que es hoy en día. Tal como le dijo Caballero Argaez a SEMANA "existe un círculo vicioso entre la rentabilidad y el margen".

Frente a esas limitaciones hay otras propuestas de cambio. Una de ellas es la de permitir que haya más competencia en el mercado financiero, lo cual se podría lograr no con más entidades sino, segun algunos, privatizando el sector. Como se sabe, una de las consecuncias de la crisis financiera de 1982 fue la semi-nacionalización de la banca. Se estima que los bancos oficiales o semi-oficiales controlan más del 60% de los activos del sector.
El problema, consiste en que está demostrado que la eficiencia de los bancos estatales es muy inferior a la de los bancos privados. Por lo tanto, los especialistas consideran que uno de los elementos necesarios es venderle los bancos oficiales a los particulares.

Todo eso sería relativamente sencillo si hubiera inversionistas colombianos interesados en comprar los bancos que fueron nacionalizados.
Como estos, si los hay, no se han presentado, se insiste en la necesidad de abrirle las puertas a la inversión extranjera, pues esta garantizaría una inyeccion de capital y mayor competencia. Ese argumento va a ser expuesto con insistencia esta semana en Cartagena. Aunque lo más probable es que la idea no le guste a todo el mundo, los especialistas sostienen que no hay otro remedio. Todo indica que en la proxima década el sector externo va a ser una de las claves del desarrollo economico y para eso se requiere un sector financiero grande, solido y competitivo. Por eso, lo ideal sería que esta semana el gobierno y los banqueros se pongan de acuerdo en como llegar a ese objetivo, porque si no la ola de calor de la semana pasada será tan solo el prologo de una polémica que fácilmente puede llegar al punto de ebullición.-