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CON LA VIDA EN UN HILO

El textilero fue el ùnico sector que dio pérdidas netas en 1993. Y aunque no está moribundo como creen algunos analistas, sus problemas están lejos de solucionarse.

18 de abril de 1994

LA APERTURA NO HA SIDO BUENA PARA LAS telas colombianas. Y en general, el futuro de la industria textil luce bastante descolorido. "En 1992 Colombia exportó 840 millones de dólares en textiles y confecciones, una tercera parte de sus exportaciones industriales. Pero, ¿por cuánto tiempo más logrará mantenerse en el mercado? ", se pregunta la revista The Economist en su última edición, después de analizar los problemas que están enfrentando las empresas textileras del país. "El año pasado -según la prestigiosa publicación- se perdieron cerca de 5.000 empleos textileros en Medellín, las ganancias se derrumbaron, y varias docenas de pequeñas firmas tuvieron que cerrar sus puertas".
La situación es realmente dramática. De acuerdo con un análisis realizado por la Superintendencia de Valores con base en los resultados financieros obtenidos en 1993 por 86 empresas del sector manufacturero con títulos inscritos en el Registro Nacional de Valores e Intermediarios, el único sector económico que presentó pérdidas netas el año pasado fue el textilero. De las 14 empresas textileras incluidas en la muestra, seis arrojaron pérdidas -incluidas Tejicóndor y Coltejer- y de las otras ocho sólo tres mejoraron su situación financiera (ver cuadro).
Lo más grave es que a pesar de los esfuerzos del gobierno por tapar algunos de los huecos que dieron origen a la crisis -como la eliminación de los precios mínimos de importación y la libre entrada de telas al país- las perspectivas del sector no son nada claras. El mercado mundial está sobreabastecido y los incentivos para el contrabando continúan siendo muy altos. El dumping está lejos de desaparecer, la Aduana no logra ponerse a tono con las necesidades de la apertura y la revaluación les ha restado competitividad a las telas colombianas en el mercado mundial. No es raro por eso que en las asambleas de las grandes empresas realizadas en los últimos días en el país, los accionistas hayan exigido mejor trato para la industria por parte del gobierno.

POR DENTRO, QUE?
No todos los mates del sector, sin embargo, son culpa del entorno internacional o de la política oficial, según el prestigioso grupo consultor estadounidense Monitor, que desde hace más de un año viene realizando un diagnóstico sobre la competitividad de la industria colombiana -incluida la textil-, y que la semana pasada entregó sus conclusiones en Bogotá y Medellín. Según Michael Fairbanks, uno de los analistas del grupo, las grandes compañías del sector, como Coltejer, Fabricato y Tejicóndor están enfrentadas a un revolcón sin precedentes si no quieren verse desplazadas por China, Pakistán e India, cuya producción a bajo costo está inundando el mercado mundial. Más aún, en su opinión sería casi mejor cerrar las empresas actuales y reemplazarlas por unas nuevas, más vigorosas y agresivas.
Los textileros temían el resultado de los estudios de Monitor, pero rechazan enfáticamente una salida tan radical: es decir, apagar el respirador de las grandes entidades y provocarles la convulsión definitiva. "Si morir y nacer fuera tan fácil, tendríamos el cielo entre las manos", le dijo a SEMANA René Gómez, presidente de Coltejer.
Según Monitor, en materia de competitividad la industria nacional obtiene bajas calificaciones en cuatro áreas claves. En la de factores avanzados falla en infraestructura básica -carreteras y puertos-, telecomunicaciones, experiencia tecnológica y formación profesional. En estrategias competitivas se luce poco o nada. En objetivos gremiales comunes el desempeño es mediocre. Y en la composición del mercado interno el atraso es preocupante. De sus dos tradicionales ventajas comparativas la única que permanece por encima del promedio es la geográfica. La otra -la salarial- también ha comenzado a flaquear.
La verdad es que a las tres gigantes colombianas -Coltejer, Fabricato y Tejicóndor- los pasivos laborales las tienen postradas. En Coltejer, por cada dos trabajadores activos hay uno que está pensionado, y en Fabricato la relación es prácticamente la misma. Aun en Tejicóndor, que tras la crisis de 1982 se quedò sin sindicato y pudo negociar directamente con sus trabajadores, a cada jubilado corresponden solamente cuatro obreros activos. "Cuando la economía estaba cerrada, el sector privado le manejaba al gobierno unos jubilados y unas prestaciones -dice Gómez-. Pero en sociedades aperturistas, esa carga social le corresponde al gobierno". Por eso las textileras antioqueñas, lideradas por Coltejer, piensan presentar nuevas alternativas para que el gobierno asuma la responsabilidad de los jubilados. "Es una función social que le pertenece", agregó Gómez.
Los industriales reconocen, no obstante, que en materia prestacional se han presentado algunos avances. En particular, la expedición de la Ley 50, o régimen de trabajo no prestacional. En el caso de Tejicóndor, por ejemplo, la empresa ha logrado colocar bajo el nuevo régimen al 90 por ciento de su nómina (1.835 personas). Es más: la mayoría de los nuevos contratos de la empresa son a término fijo. "Nuestra antiguedad promedio ya ni siquiera supera los cuatro años", dijo a SEMANA Abel Pérez Gil, presidente de Tejicóndor. En Coltejer, por su parte, de los 7.200 trabajadores la mitad se acogió al nuevo sistema. En Fabricato el promedio es de 60 por ciento entre sus 5.330 empleados.
Pero los avances en ese terreno se han perdido en el del salario, que cada día es más alto en términos relativos. Si se le compara con el de otros países de América Latina, el salario mínimo colombiano ha pasado al de México, Venezuela y Chile. Y si a esta circunstancia se le agrega el acelerado ritmo de la revaluación, la ventaja laboral se encoge aún más. Por esta razón los textiles producidos ahora en Colombia incluyen componentes de acabado (en algunos casos complejos), porque hacer telas burdas ya no es rentable.

DE TODO UN POCO
Sobre la oferta colombiana, Monitor critica la práctica de hacer de todo un poco para un mercado nacional que también es poco desarrollado y que consume 5 kilogramos de tela al año frente al promedio mundial de 25. Coltejer, Fabricato y Tejicóndor reconocen que la abundancia de líneas es un asunto desventajoso, y han comenzado a reducirlas significativamente. "En esto de querer producir todas las referencias, Monitor tiene la razón", admite Pérez, quien, al frente de Tejicóndor, ha bajado de 100 a 33 las referencias de su factoría. Como efectos inmediatos ha detectado una sustancial mejora de la calidad y una sensible reducción de costos.
Monitor reconoce que los cambios introducidos por los textileros en este sentido han sido favorables, porque le han dado a Colombia un nuevo perfil competitivo que antes no tenía. "La mayor parte de la innovación competitiva en la industria colombiana se aprecia en el sector textil", dijo Fairbanks. El mismo sugiere, sin embargo, mirar más adentro: "La cuestión de fondo es que las líneas producidas por las textileras colombianas son tan elementales que son fácilmente repetibles y ahí radica el repunte de los productores asiáticos".
La verdad es que Colombia está muy lejos todavía de crear un movimiento de moda y confección que le permita imponer tendencias y marcas, como lo han hecho las multinacionales del vestuario. "Aquí el comercio internacional tiene unas barreras que nos desfavorecen -dijo Jorge Restrepo, presidente de Fabricato-. Convertir las marcas colombianas en nombres de moda demandará tiempo, inversiones, mercadeo y publicidad, a unos níveles hasta ahora desconocidos. Y para eso no estamos preparados".
Monitor señala como grave falta la poquísima articulación en la cadena textil colombiana, hecho que los presidentes de las principales compañías nacionales aceptan, pero que atribuyen en buena parte al gobierno. El precio del algodón es un ejemplo. Los industriales están obligados a comprar y pagar la producción total colombiana al precio internacional, con un arancel adicional del 10 por ciento. En Asia, principal competidor de Colombia, el precio de la materia prima para los industriales está un 25 por ciento por debajo del mundial. Por tratar de proteger a los algodoneros, el gobierno colombiano, dicen los textileros, perjudica a los industriales.
Por otro lado, Monitor censura el hábito de los industriales colombianos de funcionar como unidades selladas, impidiendo que cualquier otro descubra sus secretos. No existe un verdadero espíritu de agremiación, que sirva para estimular a todos los componentes de la cadena. Y aunque eso también es cierto, y los empresarios reconocen que estaban muy acostumbrados a ir por su lado, últimamente intercambian esfuerzos para obtener información de punta, comparten datos sobre las tendencias mundiales de la moda, compran insumos en bloque y se respetan los mercados.
No paran allí los esfuerzos. Un intento más por subsanar las deficiencias resaltadas por Monitor es la reconversión industrial. Los textileros dicen haber invertido más de 400 millones de dólares en tecnología de punta para ponerse a tono con las nuevas características del mercado. Y eso ya se está reconociendo. El artículo de The Economist resalta, por ejemplo, los planes de la empresa Coltejer, que "ha recortado su fuerza de trabajo de 8.900 a 7.200 en unos pocos meses, ha invertido 32 millones de dólares en sus sistemas de manufactura y ha disminuido su rango de producción -cercano previamente a las 4.000 líneas- en más de la mitad".
En resumen, el diagnóstico de Monitor no está muy alejado de la realidad. Pero algunas de sus conclusiones no son nuevas para los empresarios. Y en muchas de ellas ya estaban trabajando.
Por eso, contando con una intervención más activa del Estado en materia de control aduanero y de manejo de la tasa de cambio, ellos ven el futuro con más optimismo que Monitor."Haremos los esfuerzos necesarios, pero no podremos cambiar de la noche a la mañana, sin causar graves problemas sociales -dice Gómez-. Si acogiéramos todas estas recomendaciones, tal vez haríamos más rentable nuestro negocio. Pero le dejarìamos al gobierno una grave crisis social. Y de eso no se trata. Entendámoslo como nuestra misión social".