El impacto sobre la economía dependerá de lo que dure la pandemia. Sobre eso, nadie puede dar un diagnóstico certero. | Foto: fotografía_ iStock

PANDEMIA

Coronavirus, dólar y petróleo: nos llegó la tormenta

El coronavirus cambió todo: desaceleró el consumo, tumbó los precios del petróleo, disparó el dólar y derrumbó las bolsas. ¿Qué sigue?

19 de marzo de 2020

Será difícil olvidar la segunda semana de marzo de 2020. Tal vez la peor en la historia reciente para la economía, las bolsas en el mundo y el comercio global. El coronavirus empezó a pasar factura de su expansión y crecimiento a una economía que ya mostraba signos de debilidad y altas tensiones.

Solo en una jornada, la del jueves 12 de marzo, Wall Street cayó 10%, tendencia que registraron la mayor parte de los mercados mundiales. Pero la tercera semana de este mes arrancó de forma preocupante: el lunes 16 de marzo, al cierre de esta edición, el índice Dow Jones cayó casi 13% y Nasdaq 12,3%, aunque al día siguiente los mercados trataron de estabilizarse. Pero eso solo fue una ilusión, mientras que las acciones más importantes de las principales empresas del mundo desarrollado caían, el petróleo se fue por debajo de los US$30, poniendo la situación muy difícil para países productores como Colombia.

Sin lugar a dudas, el coronavirus disparó la ansiedad de los agentes económicos y las autoridades. Sin embargo, fue apenas la gota que rebosó la copa, pues la mayor parte de las economías desarrolladas venían presentando un proceso paulatino de desaceleración. Desde el año pasado, los mercados habían empezado a ponerlo en evidencia: la curva de rendimientos (que muestra la diferencia entre las tasas de corto y largo plazo) mandó una señal clara: los mercados veían venir algo grande.

Entonces llegó el coronavirus y desató el caos. Como si fuera poco, los países petroleros que buscaban un acuerdo para reducir la producción no lograron el objetivo. Por el contrario, Arabia Saudita decidió aumentar su producción como una forma de presionar a Rusia y entonces agregó otro factor desestabilizador: el precio del crudo ha caído a niveles por debajo de los US$30.

Con todos estos factores sumados, muchos apuestan por una recesión mundial en los próximos trimestres.

A esto hay que sumarle el drama humanitario, pues el virus ha puesto en jaque a los sistemas de salud y las estructuras sanitarias de muchos países. Más de 220.000 infectados había en el planeta al 19 de marzo. Colombia pasó en menos de una semana de cero contagiados a 65 y luego a 102, con la expectativa de aumentar cada vez más rápido. Hasta el momento, hay más de 8.000 víctimas mortales y Europa se convirtió en el foco de la epidemia, luego de que China empezó a superar el virus en los últimos días y hasta logró que hubiera un día completo sin reporte de nuevos casos.

Obviamente, el virus genera un impacto inesperado y de enormes proporciones a la economía. La necesidad de mantener aisladas a las personas, evitar viajes, reuniones y eventos ya empezó a cobrarle a la dinámica del crecimiento en el mundo. En estas pocas semanas han surgido las primeras víctimas empresariales, en especial en el sector de turismo, aviación y entretenimiento. Se estima que el mundo podría perder más de 50 millones de empleos en estas actividades producto de esta profunda crisis. La pregunta es hasta dónde podrán aguantar las empresas y los sectores y hasta dónde esto afectara el mercado laboral y aumentará el desempleo a nivel global.

Por supuesto Colombia no es ajena a la situación. Entre el viernes 6 de marzo, cuando se conoció el primer caso de coronavirus hasta el 19 de marzo, llegó a 102 infectados, lo que pone a prueba a las instituciones de salud. El Gobierno ya bloqueó el paso de cruceros por Colombia, restringió los accesos a viajeros de Europa y Asia, cerró las fronteras terrestres, y con las recomendaciones a los sectores público y privado, fortaleció las estrategias de teletrabajo. Además mandó a los niños y jóvenes a sus casas.

Pero el impacto económico se siente. En Bogotá quedaron cancelados, aplazados o reprogramados eventos, conciertos y encuentros que solo en materia de taquillas y alquileres de espacios podrían dejar pérdidas cercanas a los US$300 millones. Como si fuera poco, el dólar logró, el jueves 12 de marzo, romper la barrera de los $4.000. Y, por otra parte, la caída del precio del petróleo puso a hacer cuentas al Gobierno y a los analistas, porque el presupuesto de la Nación se basa en un precio del petróleo de US$60 por barril y cada dólar que caiga el valor del crudo, en un periodo de un año, significa cerca de $400.000 millones menos para las cuentas del Gobierno.

¿Qué viene?

La situación plantea dos escenarios: uno de corto y otro de mediano plazo. En el primero, priorizar la emergencia de salud, a los contagiados y hacer todos los esfuerzos necesarios por contener el virus. Sin duda esta estrategia debe tener como foco evitar que el virus se extienda, aún por encima del impacto económico de corto plazo.

Aquí pasamos al panorama de mediano plazo: debemos prepararnos desde ya para evaluar, diagnosticar y tomar las decisiones necesarias para que la economía recupere su dinámica apenas pase la tormenta.

Por ejemplo, si el mundo tiene que acostumbrarse a un precio del petróleo cercano a los US$30 o si el rebote será suficiente para volver a los niveles de US$60, ¿qué decisiones hay que adoptar en materia fiscal y de hidrocarburos? En un primer momento, Ecopetrol adoptó recortes en sus planes de inversión y reducciones de costos. Por la coyuntura, eso era inevitables. Pero es necesario seguir monitoreando la situación para este sector, pues una caída en el nivel de inversiones acelera el proceso de reducción de reservas provenientes de nuevos hallazgos.

De otra parte, es necesario establecer qué pasará con el consumo y el mercado laboral.

Richard Francis Director de Calificaciones Soberanas de Fitch.

El Gobierno tendrá que tomar medidas para ajustar las cuentas en un escenario que no tenía contemplado hace unas semanas. Por ahora las medidas han estado referidas a mayor gasto público para ofrecerles ingresos adicionales a las familias más vulnerables ante esta dura coyuntura: adelantó la devolución de IVA y fortaleció los programas de subsidios. Además diseñó un paquete de medidas para apoyar a los empresarios más golpeados por la falta de actividad económica.

Aún así, es claro que la incertidumbre se tomó los mercados. Nadie sabe cómo se desarrollará la pandemia. Las buenas noticias procedentes de China, donde el coronavirus parece controlado después de un trimestre, contrastan con las de Italia y España. En Italia, el virus tuvo una explosión: al rededor de 36.000 personas tienen el virus en ese país y de ellos cerca de 3.000 han muerto; hubo un único día en que murieron 4075 personas por cuenta de la pandemia. Este caso se ha convertido en el principal ejemplo para que otros países y regiones adopten decisiones concretas y dolorosas, pero sobre todo oportunas para evitar el contagio masivo.

Sin embargo, no hay que descartar nuevos focos y permanece la percepción de que la epidemia aún está fuera de control. “La confianza del consumidor puede erosionarse y debilitarse aún más por las restricciones de viaje y los límites de las reuniones masivas. Es muy probable que China se recupere primero, pero el impacto global se sentirá mucho más tiempo. Esperamos una desaceleración en el crecimiento global para 2020”, advierte la consultora McKinsey.

Para esta firma, en un primer escenario posible la expansión del virus continúa dentro de los focos conocidos y por un lapso relativamente corto. Esto, a juicio de la firma de consultoría, reduce de 0,3 a 0,7 puntos porcentuales el crecimiento del PIB mundial para 2020. Mientras tanto, China continúa su camino hacia la recuperación, y logra un reinicio económico casi completo a mediados del segundo trimestre, a pesar de los desafíos actuales de permisos lentos y falta de capacidad de los trabajadores migrantes.

En ese escenario, las restricciones de movimiento para contener la enfermedad conducirán a una fuerte reducción de la demanda, que a su vez disminuirá el crecimiento económico en el segundo y principios del tercer trimestre. “La recuperación de la demanda dependerá de una desaceleración del crecimiento de los casos”, dice el análisis de la consultora. Además, la demanda también puede regresar si la tasa de mortalidad de la enfermedad es mucho más baja de la actual.

Una mayor conciencia del peligro del virus puede ayudar a los países a frenar el aumento de casos y "aplanar la curva" de crecimiento. Pero al cierre de esta edición, en especial en el caso de Colombia, en solo unas semanas el número de casos llegó a 102. Además, en regiones con sistemas de salud menos robustos se podría experimentar una transmisión más amplia.

Por eso, McKinsey también considera posible un peor panorama. “Nuestro escenario pesimista supone que el virus no es altamente estacional, y que los casos continuarán creciendo a lo largo de 2020. Este escenario vería un impacto significativo en el crecimiento económico a lo largo de este año, resultando en una recesión global”, advierte el informe de la consultora.

Más allá del coronavirus

Hoy, las alertas económicas en Colombia están enfocadas en varios frentes. Uno, el precio del dólar, que ya superó los $4.100 y tendrá grandes volatilidades a lo largo de estas semanas. Con esos precios, la presión inflacionaria aumenta y para muchos la posibilidad de superar el rango meta del 4%, es muy cercana, pues antes de la crisis ya se acercaba a 3,8%. En esta perspectiva, el Banco de la República puede quedar en el peor de los escenarios: una economía en franca desaceleración y con la necesidad de aumentar tasas de interés para impedir que los precios se desborden.

Por ahora el Banco se comprometió con más liquidez tanto en pesos como en dólar y ha descartado vender reservas internacionales o bajar las tasas. Los bancos centrales del mundo desarrollado han mostrado una mayor agresividad en su estrategia no solo llevando sus tasas prácticamente a cero como en el caso de Estados Unidos, sino ofreciendo programas de compra de títulos públicos y privados para garantizar mayor liquidez permanente.

Por otro lado, está el desempleo. El año pasado este indicador llegó a 10,5% y no ha cedido a pesar, incluso, del crecimiento de la economía. En 2019, en promedio, disminuyó la población ocupada en el país en 170.000 personas en promedio. El agro perdió más de 200.000 puestos de trabajo.

La mayor preocupación es que el turismo, el comercio y el entretenimiento –generadores del dinamismo de la economía y el empleo en los últimos periodos– sean afectados profundamente por la actual coyuntura. Al primero lo llamaron el nuevo petróleo, el segundo soportó el crecimiento el año pasado y el tercero convirtió a Colombia en un eje de eventos internacionales.

Estos sectores pasaron en menos de un mes del cielo al infierno: decenas de excursiones, viajes, conciertos, asambleas y reservas fueron cancelados, o en el mejor de los casos, aplazados. Otros sectores podrán ver impactadas sus ventas como en los casos de carros, computadores o celulares.

Según Fedesarrollo, generar más empleos requiere crecer por encima de 3,8%. Ya los analistas empezarán a revisar a la baja las expectativas de crecimiento para este año, que en principio estaban en niveles cercanos a los del año pasado. Y aumentan las posibilidades de que el desempleo crezca al menos uno o dos puntos para el cierre de este año. La confianza del consumidor, que viene en terreno negativo desde hace varios meses, podría quedar más golpeada en un escenario de aumento del desempleo. En resumidas cuentas, 2020 será, mínimo, un año de desaceleración, cuando a principios de año se esperaba que consolidara la recuperación.

Pero, además, la población informal, que no tiene protección social y que hoy está sola en medio de la tormenta, resultará particularmente golpeada. Las medidas en este caso han sido agresivas y acertadas: fortalecer los programas sociales con un giro adicional y adelantar la devolución del IVA que llega directamente a los bolsillos de las clases menos favorecidas.

Por el lado macro, las alertas están encendidas. El Gobierno está tranquilo con sus cuentas para este año. En este periodo dispondrá de los maravillosos resultados de Ecopetrol, los ingresos extraordinarios provenientes de las utilidades del Banco de la República, más un recaudo fiscal que se comporta bien. Estas circunstancias le darán margen de maniobra a la administración.

Sin embargo, el escenario para el año entrante cambia radicalmente. Si los precios del crudo caen, la preocupación es mayor. Por cada dólar que caiga el precio del petróleo en un año, las cuentas fiscales dejan de recibir unos $400.000 millones.

A esto se suma que entra en vigencia la ley de crecimiento económico de 2019 que le quitó cargas a las empresas, mientras el Gobierno le apostaba a que el crecimiento compensara el recaudo. Sin embargo, la realidad parece otra. Para el exministro Mauricio Cárdenas, podrían estar en riesgo entre $5 billones y $8 billones por la reforma tributaria, y unos $6 billones por cuenta de los precios del petróleo. ¿Cómo va manejar eso el Gobierno? ¿Qué medidas va a tomar? ¿Habrá ajustes a la regla fiscal?

Por el lado del Banco de la República, tiene un margen de maniobra limitado. Mientras los bancos centrales en el mundo bajan tasas, el Emisor en Colombia tiene que vigilar que la inflación no se salga de madre. Y si se mantiene caro el precio del dólar, el control de la inflación puede estar seriamente amenazado.

Además, va a ser difícil el panorama para las reformas. El Congreso suspendió el inicio de sesiones y las retomaría el 13 de abril. Pero además, nuevos factores deberían tenerse en cuenta a la hora de las reformas, en especial la pensional que busca recursos para aumentar la cobertura de los adultos mayores sin pensión. ¿De dónde saldrán los recursos en un escenario tan complejo para aumentar –como todos queremos– esta cobertura? También, será necesario, a la luz de la nueva realidad, determinar las reglas del juego para la distribución de regalías cuya ley reglamentaria discutirá el Congreso.

También podría verse afectada el desarrollo del fracking. Habrá que ver qué representa la caída de los precios en el desarrollo de esta técnica en Colombia. Por ahora está en juego la realización de proyectos pilotos. Estos no implican actividades comerciales y quienes los adelanten, como Ecopetrol, tendrán que invertir recursos cercanos a US$500 millones, sin que vean un dólar de retorno inmediato. Con la caída de los precios del crudo, ¿se mantendrá el mismo interés en este frente?

Es posible que el Gobierno tenga que cambiar su agenda para buscar mecanismos que impulsen la economía y no la dejen enfriar. Recursos por ejemplo a la construcción de vivienda, con subsidios como el frech del pasado. O dinamizar las obras públicas para mantener el ritmo del crecimiento, pero en especial evitar que se destruyan empleos. Esto en medio de altas tensiones fiscales por los aspectos mencionados anteriormente.

Vienen tiempos difíciles y las decisiones no dan espera. En esta situación tan compleja se sumaron todos los miedos en el frente económico. De la rapidez y la efectividad con que obren las autoridades depende el futuro de Colombia. Corren momentos decisivos.

“Colombia ha gastado mucho de su espacio fiscal”

Richard Francis, director de calificaciones soberanas de Fitch Ratings, en diálogo con Dinero, analiza la actual situación y qué viene para Colombia.

¿Cuál es la lectura de lo que ha pasado en los últimos días?

Son dos cosas y están relacionadas. El motivo por el cual Arabia Saudita eligió una guerra de petróleo con Rusia fue la caída de demanda por cuenta del coronavirus. Estamos en Fitch en el proceso de bajar el crecimiento mundial en nuestros pronósticos por este año y quizás el año que viene.

¿Cómo está viendo a Colombia?

Antes de coronavirus y caída del precio del petróleo, venía con un crecimiento de 3,3%, pero estamos en proceso de cambiar los pronósticos, aún no lo tenemos pero definitivamente vamos a corregir a la baja. Colombia va a crecer pero menos que antes.Pero ya estaban viendo un escenario complejo muchos antes de todo esto…Antes de estos hechos habíamos pensado que Colombia iba a crecer alrededor de 3,3%, como el año pasado, por el lado de la demanda, tanto por consumo e inversión. Todavía pensamos que vamos a ver un poco de eso, pero con más incertidumbre. Y eso va a tener un impacto sobre inversión, consumo y exportaciones.

¿Qué tan dramática es la situación fiscal?

Es claro que va a ser más difícil. Por el lado del impacto del petróleo, recuerde que la mayoría de los ingresos viene de la renta y los dividendos, y eso fue del año pasado, no de este. La caída reciente va a tener un mayor impacto sobre los ingresos el año que viene, 2021, no este. Colombia ha gastado mucho de su espacio fiscal.El Gobierno ha planteado una discusión sobre la regla fiscal.

¿Qué piensa de esa propuesta y una eventual reforma?

No sabemos los detalles y depende de cómo el Gobierno está pensando en eso. Si se ve la regla fiscal comparada con otros países como Chile o Perú, en este último caso la regla fiscal tiene un ancla de deuda sobre PIB que no puede sobrepasar 30%. En el caso de Colombia no hay un tope y la deuda en términos de PIB está llegando a casi 50% y eso fue en 5 años. Recuerde que la deuda en términos de PIB fue 30% en 2013. Otro tema es el de flujos de capital. El Banco de la República no ha tomado ninguna decisión en materia de intereses, mientras la FED y el banco de Inglaterra ya lo hicieron.

¿Eso no le abre una oportunidad para que los flujos de capital vengan hacia acá?

Las tasas de interés en Colombia son más altas que en el mundo en desarrollo y eso sí puede ayudar con flujos de capital. Flujos de capital pueden venir a Colombia y están entrando a países emergentes. Pero con la crisis, ahora que es una pandemia hay en juego para asegurarse en el Tesoro de Estados Unidos, oro y otras cosas. Yo veo difícil tener flujos de capital en países emergentes en una situación como esta. Cuando haya más calma y con tasas interés bajas en Europa, hasta tasas negativas o llegando a casi cero, en algún momento probablemente los flujos de capital van a regresar. Pero en una situación como esta, lo veo difícil.

¿Cómo ve ese escenario del petróleo?

Hay dos cosas, como siempre: una, el lado de demanda, y la otra, la oferta. Ahora no hay mucha demanda por el tema de coronavirus y en el lado de oferta Arabia Saudita ha dicho que va a subir la producción. Por eso cayó tanto. Pienso que todo depende de cuánto dura el coronavirus: si es uno o dos trimestres y la economía global empieza a subir de nuevo en junio o julio, probablemente no vaya a tener un impacto tan alto desde la demanda.

Hoy Colombia frente a Fitch, ¿cómo está?

Nosotros tenemos una perspectiva negativa, más por preocupaciones por el lado fiscal. Tenemos que ver la respuesta del Gobierno de Colombia y cómo va a enfrentar la caída de los precios del petróleo, pero también recuerde que 30% de la deuda del Gobierno en Colombia es en dólares y con la caída del peso, eso significa un aumento en la deuda. Y eso va a presionar la deuda en términos de PIB. El peso tiene una caída de más de 10%.

¿Qué acciones debería tomar el Gobierno?

Va a ser difícil. Esperaría una respuesta del Gobierno para enfrentar la nueva situación. No solo Colombia, todos los países en el mundo están con el mismo problema.