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Crece la espuma

Denuncias contra Bavaria por supuestos sobornos marcan el inicio de otro capítulo en la guerra de las cervezas. Es la antesala de una feroz batalla comercial que promete dejar heridos y sacudir el continente.

20 de junio de 2004

En el mercado cervecero latinoamericano se está librando una guerra 'a botellazo limpio'. El diario El Comercio, de Lima, dio el último grito de esta espumosa contienda la semana pasada. Denunció un supuesto soborno de Bavaria por dos millones de dólares para concretar, en diciembre de 2002, la compra de la cervecería peruana

Backus & Johnston, la más grande del país inca y la sexta de América Latina.

Según el periódico peruano, el grupo colombiano habría pagado esa suma de dinero a César Almeyda, el entonces director de la Conasev (la supervalores del Perú) para que avalara la compra de un paquete de acciones de Backus pertenecientes al grupo venezolano Polar por parte de Bavaria. Una operación que le dio al Grupo Empresarial Bavaria (GEB) el control del mercado cervecero del Perú.

La respuesta de Bavaria ante semejante denuncia no se hizo esperar. En un comunicado de prensa, el conglomerado colombiano rechazó enfáticamente las acusaciones efectuadas por el diario El Comercio sobre pagos ilegales por "falsas, difamatorias e irresponsables" y afirmó que la controversia con Polar "se resolvió en forma transparente con estricto arreglo a la ley".

La pelea por el mercado peruano viene de tiempo atrás. La historia comenzó en julio de 2002 cuando Bavaria, en una jugada maestra en el ajedrez cervecero del continente, anunció la compra del 24,5 por ciento de las acciones de Backus por 420 millones de dólares. A pocos días de conocerse la noticia, se inició una agria disputa con otro socio de Backus, el grupo Polar de Venezuela, del reconocido empresario Lorenzo Mendoza. Polar afirmó que Bavaria estaba pagando un precio "sospechosamente" alto por Backus. Mientras que la misma Polar había pagado cerca de 11 dólares por acción en noviembre de 2001, Bavaria estaba pagando un año después 21,95 dólares; casi el doble.

El grupo colombiano justificó su precio con base en los excelentes prospectos de la compañía peruana. Entre sus argumentos mencionó la rebaja en 20 por ciento al impuesto de la cerveza que decretó el gobierno peruano para impulsar las ventas de esta bebida y el bajo consumo per cápita en el Perú -que está en 22 litros anuales-, por cuanto habría mucho margen para crecer sin necesidad de hacer inversiones adicionales, pues Backus tiene una capacidad instalada de sobra.

En medio de esta controversia, el grupo Cisneros -propiedad del también magnate venezolano Gustavo Cisneros- anunció que adquiriría el 16 por ciento de Backus a un grupo peruano privado y que lanzaría una oferta en la Bolsa de Lima para adquirir un paquete adicional, cercano al 7 por ciento. Y ahí fue Troya.

Polar denunció ante la Supervalores del Perú que Bavaria y el Grupo Cisneros estaban amangualados para quedarse, entre ambos, con el control de la compañía. Más aún, argumentó que estarían violando las leyes bursátiles. Según la legislación peruana, cuando alguien quiere adquirir más del 25 por ciento de una empresa que cotiza en bolsa, o hacerse al control de la misma, tiene la obligación de hacer lo que se conoce como una oferta pública de adquisición (OPA). Esto es, anunciar públicamente cuántas acciones quiere comprar y a qué precio para que todos los accionistas, incluidos los minoritarios, puedan ejercer el derecho a vender. Aunque Bavaria y Cisneros compraron fuera de bolsa un paquete accionario inferior al límite de 25 por ciento, Polar alegó que si se sumaban las acciones de ambos se obtenía un porcentaje casi del 50 por ciento. El Grupo Polar se opuso públicamente a la compra de Bavaria y emprendió todo tipo de acciones legales para impedirla.

Así se inició la guerra de la cerveza y comenzó una batalla legal de grandes proporciones. El Grupo Bavaria demandó al Grupo Polar por intentar desprestigiar a la Supervalores peruana; el grupo Polar denunció que Backus sobrevaloró la compra de insumos y el Grupo Bavaria, por su parte, acusó al banco de inversión J.P Morgan de revelar a Polar su intención de comprar un pedazo de la cervecera peruana.

Aparentemente esta telenovela llegó a su fin el día que Bavaria y Polar firmaron un acuerdo, según el cual este último trasladaba al grupo colombiano su participación en Backus a un precio de 27 dólares la acción. El negocio fue superior a los 567 millones de dólares y se realizó en la jornada bursátil del 20 de diciembre de 2002 en la Bolsa de Valores de Lima. El acuerdo incluyó el retiro de las denuncias presentadas ante la Supervalores por el Grupo Bavaria, el Grupo Cisneros y el Grupo Polar. Los tres gigantes fumaron la pipa de la paz.

Pero como en las buenas películas de suspenso, cuando todo el mundo creía haber visto el final, la historia tomó un giro insospechado.

La denuncia

El diario El Comercio denunció el martes 15 de junio que justamente en ese diciembre de 2002 Bavaria pagó un soborno de dos millones de dólares para que la Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores -Conasev- avalara la operación de compra con la que el grupo colombiano tomó el control de Backus. La acusación del periódico se basa en las declaraciones de un testigo a la Fiscalía Anticorrupción del Perú.

El testigo, Hugo Durán, asegura que siendo chofer de Alberto Farfán Castro, hombre de confianza de Almeida, mientras éste se desempeñaba como director de la Conasev, vio y transportó parte del dinero mencionado, el mismo que Bavaria habría pagado con el fin de que ese organismo no cuestionara la compra.

Según la versión de Durán, la historia comienza en septiembre de 2002, cuando Almeyda "se hace nombrar miembro de Conasev para intervenir en el lío que había con Backus". Almeyda era, según el diario El Comercio, un hombre de confianza del presidente Alejandro Toledo, su abogado personal y asesor de gobierno entre julio de 2001 y febrero de 2002. Posteriormente fue nombrado presidente del Indeco, que es como la superintendencia de industria y comercio del Perú, en donde trabajó hasta septiembre de ese año, cuando pasó a Conasev.

Poco después de la llegada de Almeyda, según el testigo, Polar le ofreció medio millón de dólares para que "Conasev les diera la razón". Bavaria le ofreció dos millones, por lo que "se decidió por la segunda opción".

Según el abogado de Almeyda, detrás de las denuncias de El Comercio podría estar un enfrentamiento entre el diario y Bavaria a raíz de su sociedad en el canal de televisión América TV (o canal 4). En esta empresa tienen participación Bavaria, El Comercio y el diario La República. Esta tesis, que ha ido cogiendo fuerza, es compartida por el reconocido periodista peruano César Hildebrand, quien denunció una especie de complot fraguado por El Comercio para hacer que Bavaria se vaya del canal 4.

Las otras batallas

Pero los problemas de Bavaria no terminan ahí. El conglomerado colombiano también libra una intensa batalla comercial con la brasileña Ambev, su principal contendor en América del Sur. Ambev, recién adquirida por la belga Interbrew (que se convirtió en la primera cervecería del mundo) tiene los ojos puestos en el apetitoso mercado del Perú, en donde Bavaria facturó 515 millones de dólares en 2003; poco más del 30 por ciento de sus ingresos totales.

Hasta hace muy poco tiempo, Ambev y Bavaria, los dos grupos cerveceros más poderosos de América del Sur, no se habían pisado las mangueras en sus incursiones extranjeras. Ambev, con ventas por 2.819 millones de dólares en 2003, tiene una baraja de cervecerías en Argentina, Venezuela, Uruguay, Paraguay, Puerto Rico, Chile y Bolivia. Bavaria, con 1.680 millones de dólares vendidos el año pasado, se concentró en crecer y consolidar sus operaciones en Ecuador, Perú y Panamá, mercados que le generaron el 46 por ciento de sus ventas. Las dos cerveceras latinoamericanas vivían plácidamente gracias a que existía un pacto tácito de no agresión en los países donde cada una tenía presencia.

El problema empezó cuando Ambev quiso entrar al Perú, un mercado dominado en 98 por ciento por la cervecera del grupo colombiano Corporación Backus. A fines del año pasado Ambev anunció la creación de una planta en Hachipa con capacidad de producción de un millón de hectolitros y compró la Embotelladora Rivera, la distribuidora de PepsiCo en el país inca. La confrontación ahora es directa y el pulso entre ambos grupos va a dar mucho de qué hablar.

El primer frente está en los envases. Ambev quiere poder utilizar la misma botella que Backus, pero este último no la deja. Este problema 'de forma' puede llevar a las dos empresas a una lucha judicial para definir si la forma de las botellas es de propiedad exclusiva de una empresa, en este caso de Backus. Ambev ha recurrido al Instituto Nacional de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi) para que haga las veces de árbitro, porque de lo contrario deben acudir al poder judicial, cuyo fallo demoraría unos cinco años y retrasaría aún más su entrada al país.

La batalla por el Perú, aunque es la más visible de todas, no es la única. En Ecuador, por ejemplo, Ambev compró a fines del año pasado la Cervecería SurAmericana, la segunda cervecera más importante de ese país. Bavaria, a su vez, se sacó el clavo adquiriendo en febrero pasado la embotelladora de Pepsi en Costa Rica, detrás de la cual iba la brasileña. De forma paralela, Ambev dijo que no descarta la posibilidad de montar una fábrica en Centroamérica y extender su presencia por todo el istmo, y Bavaria estudia la posibilidad de entrar con sus cervezas al mercado boliviano, punta de lanza de Ambev para el mercado andino. Es la antesala de una guerra comercial que va a sacudir el continente.

Ambev se ha caracterizado por ser muy agresiva cuando entra a un nuevo país, por lo que se espera que la competencia en Ecuador y Perú sea un verdadero duelo de titanes ya que ambos grupos tienen el tamaño, el conocimiento y el músculo suficiente para conquistar o defender un negocio que mueve unos 742 millones de dólares en estos países. De todas formas, que Ambev haya elegido precisamente los mercados en los que está Bavaria para dirigir su expansión ha sido tomado por algunos analistas como una estrategia para debilitar al grupo colombiano y luego comprarlo. Sin embargo, tanto Ambev como Bavaria niegan esta posibilidad.

Bavaria es hoy la empresa cervecera número 11 del mundo y la segunda de Suramérica. Tiene el monopolio del mercado cervecero colombiano, cerca del 99 por ciento del peruano y el 95 por ciento del ecuatoriano. En la medida en que siga expandiéndose por el mercado latinoamericano mayores serán los obstáculos que deberá sortear. Es el precio que debe pagar si quiere jugar en las grandes ligas del mercado cervecero mundial. Ya se encontró con el primero: Ambev.