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China: el dragón herido

Por los problemas de la economía china colapsan las bolsas, caen los precios de las materias primas y hasta los bancos centrales revisan sus políticas. El coletazo también se siente en Colombia.

29 de agosto de 2015

La semana pasada quedó nuevamente demostrado que cuando China estornuda el mundo se resfría. El lunes negro que vivió el mercado bursátil de ese país se extendió primero por el resto de bolsas de Asia, luego por las europeas y por fin a las de toda América. A la par, el precio del petróleo se desplomó a su nivel más bajo desde 2009, y el valor de las materias primeras registró la mayor disminución en lo que va del siglo XXI.

China, la segunda potencia económica del planeta, considerada la fábrica del resto del mundo, ejerce una enorme influencia en todas las economías. Las recientes devaluaciones del yuan, decretadas por el Banco Popular de China como estrategia para dinamizar las exportaciones, convulsionaron los mercados internacionales, asustaron a los inversionistas y hasta podrían poner a los bancos centrales a revisar sus políticas. Entre el lunes y el miércoles de la semana pasada, el yuan sufrió una devaluación del 4,5 por ciento con respecto al dólar.

Analistas creen que si bien todavía es pronto para saber el alcance de los problemas de la economía china, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) y el Banco Central Europeo (BCE) comenzarán a barajar sus cartas para contrarrestar los efectos de las medidas que está tomando el gigante asiático para evitar una mayor desaceleración. El premio nobel de Economía, Paul Krugman, escribió en su columna en The New York Times que si hay un tema central en este momento en Estados Unidos, más allá de la candidatura de Donald Trump, es China. “Todavía creo que sería un gran error que la Reserva Federal suba los tipos de interés”, opina Krugman, tras recalcar que ahora la economía norteamericana es más vulnerable a manipulaciones de divisas.

Aunque en los últimos días la tensión bajó gracias a que se recuperó la Bolsa de Shanghái, la principal de ese país, la verdad es que el mundo financiero sigue preocupado por los datos de crecimiento de China y sus efectos sobre el mundo.

Los economistas tratan de descifrar lo que hay detrás de esta crisis bursátil que vive el gigante asiático, que ha puesto a temblar a todos. Desde junio, el índice general de Shanghái ha perdido más del 40 por ciento de su valor y ha eliminado todas las ganancias obtenidas durante el año. La primera explicación es que se trata de un clásico estallido de la burbuja. Cabe anotar que el índice de la Bolsa de Shanghái subió 160 por ciento entre junio de 2014 y 2015. Durante el boom de mercado, muchas firmas de corretaje extendieron créditos para la compraventa de títulos lo que animó a los inversionistas locales a meter allí su dinero; pero una vez se pinchó la burbuja y las acciones comenzaron a caer, salieron en estampida, lo que ayudó a derrumbar aún más la bolsa.

En julio, el gobierno de Beijing para controlar la situación bajó las tasas de interés, flexibilizó algunas reglas del mercado e inyectó más de 40.000 millones de dólares a corredores de bolsa para tratar de sostener el valor de las acciones de mayor demanda. Algunos analistas creen que aunque medidas tan severas calmaron las aguas, las devaluaciones del yuan decretadas en agosto las volvieron a convulsionar.

Ahora bien, el bajo crecimiento de China es una mala noticia para todos pero no es algo nuevo. En un informe sobre la región asiática, el banco J. P. Morgan señala que es sorprendente que los mercados no hubieran reaccionado antes, sabiendo que la contracción de la demanda de China es una realidad y que impactaría a muchos países.

Una de las explicaciones de este cambio es el propio giro que China decidió dar, en su último plan quinquenal. “Después de una década de crecimiento estelar, su economía se está desacelerando, en parte por un cambio estructural de la inversión en activos fijos al consumo interno”, señala en un reporte el Bank of America Merrill Lynch.

En 2012, durante el congreso del Partido Comunista, Beijing lanzó su plan quinquenal en el que planteó un cambio en el modelo de crecimiento, orientado más al consumo interno y al desarrollo de sus regiones, que a las exportaciones. Se suponía que el país crecería a una tasa de 7 o 7,5 por ciento, y aunque en el primer y segundo trimestre del año el PIB chino se expandió 7 por ciento, algunos creen que la desaceleración podría llevar a una tasa de 6,5 por ciento.

La caída de la bolsa y también del mercado inmobiliario chino está afectando a los ciudadanos y minando su disposición a consumir. Es decir, el modelo de consumo plasmado en el plan quinquenal no parece funcionar y podría retrasar el crecimiento.

Coletazo en la región

China es cada vez más importante para América Latina. En la última década hasta el 2013, el dragón asiático jugó un papel clave en el boom de las materias primas que impulsó el crecimiento en la mayoría de países de este lado del mundo. Sin embargo, desde hace un par de años, la región viene sintiendo el impacto de la desaceleración del gigante asiático.

En su último reporte la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señaló que la región solo crecerá un 0,5 por ciento este año, siendo la principal causa la caída en los precios de las materias primas, como consecuencia del lento crecimiento de China durante 2015.

El impacto de la economía china sobre la región no se limita solo al precio de las materias primas. Según el Bank of America Merrill Lynch, la estampida de los mercados emergentes se ha evidenciado en las últimas semanas cuando los inversionistas han liquidado miles de millones de dólares en busca de mayores tasas de interés en Estados Unidos y ante las preocupaciones por la economía de China.

La entidad calcula que en lo que va corrido del año (hasta el 29 de julio), los inversionistas han retirado 26.600 millones de dólares de fondos accionarios de mercados emergentes. En ese mismo lapso han invertido en fondos de acciones de mercados desarrollados un neto de 60.400 millones de dólares.

Por supuesto, Colombia no es ajeno a este panorama. Los 14 meses que lleva el colapso del precio del petróleo han llevado al peso colombiano a una devaluación del 67 por ciento y al índice Colcap de acciones a una caída del 57 por ciento. La agencia de noticias Bloomberg señala, sin embargo, que “no hay evidencia que sugiera que Colombia, con una población mayor que la de España y más tierra que Francia, sea el caballo negro entre los inversores internacionales”.

China ha venido ganando importancia para el comercio exterior de Colombia, al punto que es hoy el segundo socio comercial, desplazando a Venezuela de este lugar. Sin embargo, las ventas a ese mercado de Oriente se han afectado. En los seis primeros meses de 2015, las exportaciones colombianas a China cayeron un 72,6 por ciento. Bajaron de 3.475 millones de dólares a 952 millones, debido principalmente a la reducción de las ventas externas del grupo combustibles y productos de las industrias extractivas.

Ahora bien, algunos opinan que no hay que caer en el pesimismo, pues en el largo plazo China seguirá siendo clave, aunque crezca a un ritmo más lento. Un análisis del diario The Wall Street Journal (WSJ) señala que pese a sus problemas, China mantiene su dominio en el sector de commodities. El diario resalta que ese país compra hoy cerca de un octavo del petróleo del mundo, un cuarto del oro, casi un tercio del algodón y hasta la mitad de los principales metales básicos. “Aunque los analistas proyectan una desaceleración en el crecimiento de su demanda de materias primas, creen que es poco probable que disminuya su influencia en el mercado”, dice el WSJ.

Lo cierto es que debido al tamaño de sus compras, hay que decir que, en estas últimas semanas, quedó confirmado que de la buena salud del gigante asiático dependerá la del resto del mundo.