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De la casa

En medio de un mercado dominado por Bavaria varios emprendedores se lanzan a fabricar y vender nuevas marcas de cerveza en el país.

26 de mayo de 2003

Más de 114 años han pasado desde cuando Leo S. Kopp fundó Bavaria. Hoy , cuando esa empresa controla el 90 por ciento del mercado cervecero en el país y todos sus competidores han sucumbido, pensar en montar una cervecería sin el apoyo de un gran grupo económico en Colombia parecería quijotesco.

Aun así hay empresarios dispuestos a hacerlo. Su estrategia no consiste en el montaje de una planta de producción a gran escala y de planes agresivos de mercadeo. Por el contrario, se trata de un proceso manual con publicidad boca a boca que ha ganado espacio gracias al auge de los llamados brew pub, o bares cerveceros. En el mundo esta tendencia no es nueva pero en Colombia apenas comienza a consolidarse.

En los últimos años este negocio tomó un nuevo aire en la costa este de Estados Unidos. En ciudades como Boston o Nueva York pequeños bares que producen sus propias cervezas se volvieron los sitios de moda. El impacto de esta industria ha sido considerable, al punto de que hoy compite con las grandes marcas industriales y ya tiene 10 por ciento del mercado de ese país.

En esa experiencia se inspiraron los fundadores de Cervecería Colón, una compañía caleña que lleva ya seis años en el mercado y cuyo buque insignia son los bares Palos de Moguer, con sedes en Bogotá, Cali y Lima. "Hasta entonces el concepto de 'brew pub' en Suramérica era desconocido", dice Ricardo Díaz, uno de sus promotores. En estos momentos ya estamos pensando en expandirnos a todo el continente y hacer exportaciones", añade. La marca Cerveza Colón ya está registrada en 26 países de Europa y América y en breve se piensa comercializar en supermercados de todo el país.

En la misma tónica está la Bogotá Beer Company (BBC), una empresa que abrió su propio pub en la Zona Rosa de Bogotá y surte varios bares de inspiración británica en la ciudad. Su secreto, dice el administrador Juan Pablo Cuéllar, es la pasión por la cerveza. Desde hace varios años han venido trabajando en ese negocio y hoy en día ya ofrecen cuatro marcas propias: Candelaria, Chía, Chapinero y Usaquén.

Cuéllar afirma que la principal diferencia entre estas cervezas y las de consumo masivo son su frescura, un mayor grado de alcohol, no utilizar azúcar ni pasteurizarlas. La mayoría de estas cervezas de la casa están inspiradas en recetas alemanas e inglesas que se han depurado con el tiempo y se han bautizado con nombres muy locales. La BBC aspira a consolidar su marca, distribuyendo su producción a través de bares exclusivos de las principales ciudades del país.

Y es que esa exclusividad es, precisamente, una de las ventajas de este negocio. "No se trata de competir con Bavaria o las cervezas importadas", dice Cuéllar. "Estamos creando un nuevo nicho de mercado", complementa Ricardo Díaz. Un nicho de mercado en el cual el consumo está asociado con el placer de probar "una cerveza totalmente diferente a las del mercado", como explica Armando Fuentes, un músico bogotano que hace unos cinco años se dedicó a fabricar cervezas en la trastienda de su casa. Allí, con libro de receta en mano, Armando se deleita al mejor estilo de los monjes trapistas belgas, que producen las más refinadas cervezas del mundo.

Las cantidades vendidas de estas cervezas nunca serán muy grandes y además son significativamente más caras que las que se encuentran en el mercado. Para muchos, su expansión depende de la creación de una cultura de la cerveza que alcance mayores niveles de refinamiento, como el caso del whisky o el vino. Estos quijotes le apuestan todo a esa posibilidad.