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DECISION DIVIDIDA

Samper y Hommes empatan en el último round y el ganador es el proceso de apertura.

3 de diciembre de 1990

El enfrentamiento no fue tan duro como muchos esperaban. Y a pesar de algunas caídas, al final no hubo vencedores ni vencidos. Tal es el resultado del último Consejo de Política Económica y Social, en el cual se tomaron decisiones trascendentales en materia de apertura y se dirimieron la diferencias en las posiciones que al respecto han venido sosteniendo los Ministros de Hacienda y Desarrollo. "Si fuera necesario hablar de un ganador anotó un observador independiente consultado por SEMANA diría que se impusieron los mecanismos propuestos por Rudolf Hommes, pero se conservo el espiritu gradualista defendido por Ernesto Samper".
Tradicionalmente, el manejo de la política económica del país se ha caracterizado por la diferencia de criterios entre el titular de la cartera de Hacienda y Crédito Público y los demás ministros del área económica. Mientras al primero le toca mantener la casa en orden, evitando cualquier desbordamiento monetario, a los demás les corresponde pelear por los recursos necesarios para invertir en el desarrollo de su correspondiente sector. Y en ese tira y afloje siempre se presentan roces.
Las diferencias, normalmente, no trascienden a la opinión pública porque, como lo dijera la semana pasada el ex ministro Guillermo Perry Rubio, "la ropa sucia se lava en casa". En este Gobierno, sin embargo, las diferencias en el equipo económico han sido comidilla de todos los corrillos. Especialmente las diferencias entre el ministro de Hacienda, Rudolf Hommes, y el ministro de Desarrollo, Ernesto Samper Pizano. Para nadie es un secreto que los dos funcionarios tienen una forma diferente de ver y de pensar la economía. El Minhacienda es un economista ortodoxo, defensor de la libertad de mercados.
Samper, en cambio, tiene una concepción "cepalina", más amiga de la intervención estatal y los controles a la economía. Mas que las diferencias ideológicas, sin embargo, lo que ha magnificado el "enfrentamiento" entre los dos ministros es el futuro político de una de sus protagonistas. Todo el mundo esta pendiente de lo que haga Ernesto Samper en el Ministerio de Desarrollo.
Hasta el mismo. A Rudolf Hommes la único que le interesa en este momento es ser un buen ministro de Hacienda, y por eso no le importa "quemarse" con medidas impopulares. Samper, en cambio, sabe que se esta jugando su prestigio. Y se lo esta jugando frente a quienes en algún momento fueron sus más acerbos críticos: los industriales.
Si puede conquistarlos para su causa, como parece estar haciéndolo, habrá dado un paso enorme hacia el logro de sus aspiraciones presidenciales. No es gratuito por eso que las diferencias entre los dos ministros se hayan centrado finalmente en el problema de la apertura económica.
Para los dos funcionarios, la apertura es un proceso indispensable para lograr mayores tasas de crecimiento económico en el país. En ese sentido, ambos son aperturistas. Pero mientras Hommes piensa que la apertura debería ir más rapido, Samper considera que una liberación acelerada del comercio internacional podría perjudicar a la industria nacional. Tales diferencias eran conocidas desde hace mucho tiempo y nunca el Gobierno se interesó en ocultarlas. En las ocasiones en que alguien se las mencionó al presidente Gaviria, éste recordó una frase pronunciada por él en su discurso de posesión, en la cual se confesó seguidor de los principios liberales del libre examen y manifestó su convencimiento de que "a la verdad se llega por procedimientos dialecticos".
En los últimos días, sin embargo, las diferencias se estaban agudizando. En opinión del ministro de Hacienda y del jefe de Planeación Nacional, Armando Montenegro, parte de los problemas inflacionarios que estaba viviendo el país se debían a la falta de claridad con respecto a la apertura económica. Segun ellos, la incertidumbre estaba frenando las importaciones y provocando una acumulación de reservas internacionales, que al ser convertidas en pesos presionaban inconvenientemente los índices de precios. Aseguraban, ademas, que había un creciente malestar en el sector privado, que lo había llevado a posponer muchas decisiones de inversión. Por eso decidieron presentar al Conpes un documento en el cual pedían que se definieran las reglas de juego y hacían una serie de propuestas en materia de liberación comercial y manejo arancelario, con miras a profundizar el proceso de apertura.
Para elaborar el documento, sin embargo, no se consultó la opinión de los funcionarios de los otros ministerios del area económica, que solo se enteraron de su existencia cuando fue presentado en el Conpes por Hacienda y Planeación. Tal situación, por supuesto, produjo gran malestar. Tanto que el propio presidente Gaviria se vio precisado a intervenir, con el fin de limar las asperezas. En principio, el mandatario estuvo de acuerdo con el documento, en el sentido de que era importante fijar pronto unas reglas de juego claras en materia de apertura. Pero aclaró que antes de tomar cualquier decisión era necesario que se discutieran a fondo todas las opiniones.
A raíz de dicha reunión, se decidió crear un grupo técnico que tratara de llegar a un acuerdo sobre los procedimientos por seguir. El grupo quedó compuesto por Luis Jorge Garay y Luis Alfonso Torres, en representación del Ministerio de Hacienda; José Antonio Ocampo y Leonardo Yillar, por el Ministerio de Desarrollo; José Leibovich, por el Ministerio de Agricultura; Pedro Nel Ospina, por Planeación Nacional, y Juan Carlos Jaramillo, por el Banco de la República.
El grupo técnico trabajó durante una semana, tratando de conciliar las posiciones, pero finalmente el Presidente de la República decidió que lo mejor era que se discutieran abiertamente todas las posiciones y les pidió a los Ministros de Desarrollo Económico y de Agricultura que prepararan sus propios documentos para la siguiente reunión del Conpes, que se debía realizar el lunes 29 de octubre.
Mientras tanto, el propio Presidente se encargó de ambientar la expedición de las medidas, al afirmar en un reportaje para el diario El Tiempo, publicado el domingo 28, que hasta el momento eran mas los anuncios de apertura que las medidas efectivas que se habían tomado y que era necesario profundizar el proceso.
Al día siguiente, y como estaba previsto, se reunió en el Palacio de Nariño el Consejo Nacional de Política Económica y Social, con la presencia de los Ministros de Relaciones Exteriores, Hacienda, Desarrollo, Agricultura, Trabajo, Salud, y Obras Publicas, de los principales asesores de Hacienda y Desarrollo, de los gerentes del Banco de la República y la Federación Nacional de Cafeteros, de la directora del Incomex, y del Presidente de la República con algunos de sus asesores.
A la reunión, que comenzó a las 4:30 de la tarde, se llevó el documento del Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional, el documento preparado por el Ministerio de Desarrollo Económico y un comentario a este último preparado también por Planeación Nacional. Y despues de tres horas de discusión, en la cual intervinieron todos los interesados, se llegó a un acuerdo que quedó consignado en el comunicado que la Oficina de Prensa de Palacio dio a conocer a la opinión nacional.

LAS POSICIONES
El documento del Ministerio de Hacienda y de Planeación Nacional insistía en la necesidad de una programacion clara, bien definida y adecuadamente difundida de la apertura económica, para eliminar la incertidumbre del sector privado. Y proponía que se adoptaran de inmediato tres medidas.
La primera consistía en trasladar al regimen de libre importación la totalidad de las posiciones arancelarias, exceptuando únicamente los bienes asociados a la seguridad nacional. La segunda era simplificar el arancel, reduciendo a la mitad el número de niveles contenidos en su estructura actual, pasándolos de 14 a siete. Y la tercera, fijar un cronograma para rebajar las tarifas arancelarias a un máximo del 15 por ciento en el curso de tres años.
El documento del Ministerio de Desarrollo, por su parte, consideraba que la apertura comercial debería realizarse de una manera mucho más lenta: "Para evitar traumatismos al sector productivo y garantizar su apoyo al proceso de liberacion y reforma arancelaria, ambos procesos deben ser graduales". Rechazaba, ademas, la posibilidad sugerida en el documento original de utilizar la apertura como un instrumento coyuntural de lucha contra la inflación. Pedía, por eso, que se mantuviera la licencia previa para un número importante de posiciones arancelarias, por lo menos por un año más. Sugería que se mantuviera el sistema de encuestas arancelarias y proponía que la rebaja arancelaria no fuera tan amplia como la que planteaban Hacienda y Planeación Nacional.
El documento del Ministerio de Desarrollo decía, además, que los anuncios en materia de apertura debían estar sincronizados con las negociaciones internacionales en curso, en particular con las que se estaban realizando en el GATT y las del Pacto Andino. En opinión del Mindesarrollo, ello permitiria ofrecer la liberacion comercial en las negociaciones, con el proposito de obtener, como reciprocidad, concesiones de otros países".
En defensa del primer documento intervinieron en la reunión el Ministro de Hacienda, su asesor Oscar Marulanda, el jefe de Planeación Nacional y el gerente del Banco de la República, Francisco Ortega Acosta. El canciller, Luis Fernando Jaramillo, también estuvo de acuerdo, en general, con sus planteamientos. Por la contraparte intervinieron el Ministro de Desarrollo y su asesor, José Antonio Ocampo. Estos últimos contaron, además, con el respaldo del ministro de Obras Públicas, Juan Felipe Gaviria, quien a pesar de oponerse a la continuidad de la licencia previa como mecanismo de comercio internacional, defendió la gradualidad del proceso de apertura sostenida por Samper. Posición similar adoptó la ministra de Agricultura, María del Rosario Sintes.
En términos generales, la reunión fue menos tensa de lo que se pensaba. Y en ello fue fundamental la posición del presidente de la Republica, quien se mostró interesado en todos los planteamientos y en mas de una ocasión intervino con el fin de que se diera máxima claridad a los puntos en discusión. En opinión de uno de los asistentes al Consejo, el Presidente es gradualista, pero pragmático". De allí que al final hubiese apoyado la desaparición de mecanismos que, en su opinión, han resultado inoperantes, como las licencias previas para la importación, que a la larga solo han servido para generar corrupcion al interior de varios organismos oficiales.
Al final, el Conpes adoptó una serie de decisiones que recogen elementos de las dos propuestas. En términos generales se impuso la filosofia gradualista del Ministro de Desarrollo, pero el ritmo de apertura quedo sometido exclusivamente al manejo de los aranceles, como querian el Ministro de Hacienda y el jefe de Planeacion. Samper y sus asesores lograron, por otro lado, que los niveles de protección a la industria nacional se mantuvieran en el corto plazo, e incluso que aumentaran. Pero Hommes y Montenegro impusieron su criterio de reducir los aranceles, en un plazo de tres años, a niveles máximos del 15 por ciento exceptuando algunos bienes, como los automóviles-. El número de niveles arancelarios se redujo de 14 a diez y no a siete como querían Hacienda y Planeación. Pero se rechazó la idea de esperar a los resultados de las negociaciones en el GATT y el Pacto Andino para concluir la liberación, porque la opinión predominante fue la de que Colombia tiene que estar al lado de Venezuela halando el proceso de apertura, y no a la zaga de los países mas atrasados de la región.
En otras palabras, no hubo vencedores ni vencidos, y el final de la reunión fue mucho mas cordial de lo que se pensaba. Tanto, que se decidió divulgar los distintos documentos presentados, para que la opinión tuviera conocimiento de las diferentes posiciones y entendiera el esfuerzo que se hizo para llegar a la síntesis final. Todo dentro de la óptica del presidente Gaviria de que las grandes decisiones de política económica excluidas, por supuesto las que pueden afectar el comportamiento del mercado en el muy corto plazo, como una devaluación tienen que ser debatidas publicamente.
Lo único que lamentan ahora varios de los funcionarios que participaron en la reunión, independientemente de su línea ideológica, es que las naturales divergencias entre los Ministros de Hacienda y Desarrollo hayan opacado la trascendencia de una de las medidas más importantes que se ha tomado en el país desde la expedición del Decreto 444 de 1967. Por primera vez, el universo arancelario está totalmente libre.
Y hay un programa claro de desgravación arancelaria. Lo que quiere decir que, al menos en materia comercial, ahora sí son más las medidas que los anuncios. Y que si el Gobierno logra conseguir los recursos fiscales para compensar la reducción de los impuestos externos, la apertura será un proceso irreversible en el que, finalmente, el ganador deberá sér el país.