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Despegó la apertura

Dos años después de iniciado el proceso, la inversión productiva comienza a responder a los estímulos de la modernización económica.

7 de septiembre de 1992

YA NO PARECE QUEDAR NlNGUNA DUDA. Mitigada la incertidumbre por los continuos cambios que se dieron el año pasado en la política económica, asimilado el golpe del racionamiento y despejado el campo de la integración con Venezuela, desaparecieron muchos de los obstáculos que se oponían a la internacionalización de la economía colombiana. Y la apertura despegó. Esa es la conclusión a la que han llegado los expertos al ver el comportamiento reciente de dos variables fundamentales para tomarle el pulso al proceso: las importaciones y la inversión productiva.
En junio, los registros de importación, que marcan la tendencia de las compras al exterior, superaron la barrera de los 1.000 millones de dólares, con un crecimiento superior al 100 por ciento con respecto al año anterior. Y si se materializan las intenciones manifestadas en los registros efectuados durante el primer semestre, las importaciones totales podrían superar este año los 10.000 millones de dólares. Una cifra que para muchos colombianos se había convertido en una meta prácticamente inalcanzable.
Pero lo más importante es que, a diferencia de anteriores períodos de apertura, esta vez la dinámica de las importaciones está siendo jalonada en gran medida por las compras de bienes de capital para el sector manufacturero (ver gráfica). Según los datos del Incomex, al terminar el primer semestre los registros para la compra de maquinaria industrial mostraban un crecimiento del 107 por ciento con respecto al año anterior. Y eso significa, para algunos analistas, que el sector asimiló ya el proceso y que los empresarios han decidido "apostarle al futuro", como lo quería el Gobierno.
Tal afirmación puede resultar exagerada. Pero lo cierto es que los propios industriales reconocen hoy en día los avances del proceso de apertura. Según el presidente de la Andi, Carlos Arturo Angel, "las reformas laboral, financiera, cambiaria y de comercio exterior, la reestructuración de la Aduana y el Incomex, la creación del Ministerio de Comercio Exterior, la transformación de Proexpo en Banco de Comercio Exterior, la liquidación de Colpuertos y Ferrocarriles Nacionales, la participación del sector privado en estas actividades y la simplificación de trámites de importación y exportación, entre muchas otras medidas, son pasos importantes en el logro de los propósitos de la apertura económica iniciada por el anterior gobierno y continuada por el actual".
Un rápido sondeo realizado por SEMANA entre algunos industriales permitió constatar, en efecto, que con muy contadas excepciones el sector empresarial ve hoy con buenos ojos la apertura. Y que muchos de los temores que existían hace apenas dos años con respecto al proceso de internacionalización de la economía colombiana han desaparecido. Por eso, más que una queja global contra el esquema, lo que existe son anotaciones puntuales en torno de problemas que por la inflexibilidad del aparato estatal, o por falta de recursos, no se han podido llevar a cabo a pesar de las promesas del Gobierno. Especialmente en lo que tiene que ver con la modernización del propio Estado y con la dotación de una infraestructura eficiente para el desarrollo de la actividad productiva.
"Para avanzar en la internacionalización de la economía se requiere -según el presidente de la Andi- de un efectivo programa de construcción y modernización de la infraestructura física, especialmente en lo que tiene que ver con puertos, ferrocarriles y carreteras, y en ese campo se ha hecho poco. Se presenta un retraso considerable en la privatización de los puertos, la reconstrucción de los ferrocarriles y el plan vial de carreteras, y sin una infraestructura adecuada para la movilización eficiente de la producción, las posibilidades de vinculación de la economía a las corrientes del comercio mundial son muy limitadas".
En eso tienen toda la razón los industriales. Cuando se presentó el programa de internacionalización de la economía, lo primero que advirtió el Gobierno es que se trataba de un esquema integral de modernización y no de una simple reducción arancelaria. Y lo cierto es que el cronograma ha resultado muy desigual. Porque si en este momento la apertura es casi total en materia comercial, y se han logrado avances fundamentales en los esquemas de negociación internacional, los proyectos de inversión en infraestructura están bastante retrasados (ver recuadro).
"Los empresarios -según Angel- han asumido en buena medida la responsabilidad que les corresponde en este nuevo esquema. Vienen adelantando importantes programas de modernización en maquinaria y equipos, reestructuración administrativa y financiera de las empresas, búsqueda de nuevos mercados en el exterior y especialización de su producción en las líneas en las que son más competitivos. No obstante, no se puede olvidar que en la búsqueda de una mayor competitividad de la producción nacional no sólo cuentan las acciones que tomen los empresarios. Una empresa puede ser eficiente en su proceso de producción, pero condiciones ajenas a ella pueden hacer que sus productos no sean competitivos a nivel internacional".
Lo que no se puede negar, sin embargo, es que el panorama global que presenta la economía colombiana es hoy muy diferente al de hace apenas dos años. Y que en materia de flujo de bienes y capital, las condiciones son radicalmente distintas. Las licencias de importación, por ejemplo, fueron totalmente eliminadas. El nivel arancelario promedio, incluídas las sobretasas, que a finales de 1989 era del 43 por ciento, terminará este año por debajo del 12 por ciento. El mercado cambiario fue desregularizado. Y son muy pocas ya las restricciones que existen a la inversión extranjera.
Las negociaciones internacionales, por otra parte, han avanzado de manera exitosa en distintos escenarios. Después de muchos intentos, se aceleraron los procesos de integración, con resultados muy positivos en el caso de Venezuela (ver recuadro). Y como contraprestación a la lucha contra las drogas, Colombia ha logrado, tanto de los Estados Unidos como de la Comunidad Económica Europea, tratamientos arancelarios preferenciales para muchos de sus productos.
En palabras del ministro de Comercio Exterior, Juan Manuel Santos, "Colombia es en este momento el país mejor posicionado de América Latina en materia comercial: primero, porque ha logrado acuerdos importantes en el área andina, particularmente con Venezuela; segundo, porque tiene muy avanzados procesos de negociación comercial con Chile y México, y, tercero, por las preferencias arancelarias que le han otorgado la Comunidad Económica Europea y los Estados Unidos". Sólo Bolivia goza en este momento de las mismas preferencias, pero no tiene las mismas condiciones de Colombia para aprovecharlas.
Eso explica, en buena medida, que el país haya logrado sortear un conjunto de factores adversos, pocas veces presente en la coyuntura internacional. Los precios de los principales productos de exportación colombianos como el café, el banano, el cacao y el algodón se vieron deprimidos por la recesión económica mundial. El ingreso pleno de la República Popular China al mercado internacional, con la exportación de una gama de productos que compiten con los del resto del Tercer Mundo, afectó de manera importante a los proveedores, incluyendo a Colombia. Y la propia recesión derivó en fuertes presiones proteccionistas.
A lo anterior se sumaron la revaluación del peso, provocada por la enorme avalancha de dólares que llegó al país como resultado de la amnistía de capitales y la desregulación cambiaria, y el aumento en las tasas de interés que produjo la aplicación, en los primeros meses del proceso, de una política monetaria diseñada para una economía totalmente cerrada. Todo en contra de los exportadores. "Y aún así -de acuerdo con el Ministro- las exportaciones menores crecieron el año pasado en un 43 por ciento y se han mantenido este año relativamente estables".
Curiosamente, y de acuerdo con muchos analistas, son esos mismos factores los que explican el comportamiento de las importaciones en los dos primeros años del proceso de apertura. La incertidumbre que introdujo en la política económica el rápido crecimiento de las reservas internacionales, el anuncio inicial de un esquema gradual de desgravación arancelaria y su posterior sustitución por una drástica y rápida liberación comercial, y las expectativas de una mayor revaluación, hicieron que muchas decisiones de importación se postergaran en el tiempo en espera de una mejor oportunidad.
Y son también, de alguna manera, la razón de que el modelo de apertura seguido por Colombia muestre tantos elementos atípicos en el contexto mundial, como se lo señaló a SEMANA Luis Alfonso Torres, asesor del Ministro de Hacienda en materia de asuntos internacionales. A nivel macroeconómico, todo el mundo esperaba un incremento sustancial en las importaciones y una rápida caída en las reservas internacionales. Y ninguna de las dos cosas pasó. Pero más importante que eso es que tampoco se sintió el impacto que todo el mundo esperaba a nivel microeconómico: una quiebra masiva de empresas y un rápido incremento en el desempleo. De acuerdo con la Superintendencia de Sociedades, ninguno de los casos de concordato que se han presentado en los últimos dos años ha tenido que ver con la apertura. Y lo que muestran las cifras del Dane es que en el mismo lapso el empleo aumentó.
Expertos consultados por esta revista atribuyen dicha situación al hecho de que la colombiana, a pesar de tener altos grados de protección nominal, era de hecho una economía muy abierta, por la gran incidencia que tenía el contrabando. "Lo que no se producía se podía obtener con facilidad a precios internacionales", dijo uno de ellos. "Y, de hecho, lo que hizo la apertura fue blanquear ese proceso". En ese sentido, más que una internacionalización de la economía, que ya existió, la apertura habría sido una especie de "sinceración" del régimen legal, como dicen los economistas.
Dicha hipótesis, sin embargo, choca con un hecho que a estas alturas ya nadie puede negar: que la reducción de aranceles y la liberación comercial han tenido como efecto una reducción sustancial en los costos industriales. De tasas superiores al 40 por ciento a finales de 1990, el aumento de los costos de la producción industrial ha bajado a niveles inferiores al 15 por ciento. Y es eso lo que explica la baja tan importante que ha tenido el crecimiento de los precios de los bienes manufacturados que conforman la canasta familiar (ver gráfico).
Esa es también la razón del optimismo que todavía muestran algunos de los miembros de la Junta Directiva del Banco de la República en cuanto a la posibilidad de lograr la ansiada meta del 22 por ciento en el crecimiento del índice de precios al consumidor. De no ser, según ellos, por la disparada circunstancial de los precios de algunos bienes agrícolas, la inflación tendría que estar en los niveles previstos. Y dada la reanudación del régimen de lluvias -que además de llenar los embalses favorecerá las cosechas de muchos cultivos- es muy probable que en el segundo semestre del año desaparezca tal elemento perturbador.
De nuevo puede sonar exagerado. Pero está sustentado en un hecho real: gracias a la baja de aranceles -y a que también los precios de los bienes importados han bajado a nivel internacional- los costos de los bienes procesados están hoy sustancialmente por debajo de los que regían hace dos años. Y ese es un factor atribuible a la apertura. Un factor que para muchos funcionarios no sólo la justifica, sino que demuestra claramente sus bondades. Y que pocos, incluidos los industriales, se atreven a rebatir.
Lo cierto del caso es que a dos años de iniciada, la internacionalización de la economía colombiana parece un proceso irreversible. Lo que no quiere decir, por supuesto, que no pueda ser mejorado. De acuerdo con un empresario consultado por SEMANA, todavía hace falta un organismo que cumpla las funciones de gerente de la apertura. En estos procesos se presentan problemas que deberían ser resueltos de una manera eficiente para evitar graves costos económicos. Para ello debería existir una entidad con funcionarios que se ocupen del día a día de la apertura. Y que podría funcionar en doble vía, canalizando también las inquietudes del Gobierno hacia la empresa privada.
Más allá de los detalles, sin embargo, el resultado más importante del proceso ha sido, como se lo dijo a SEMANA el presidente de la Andi, "el cambio de mentalidad que se ha producido en todos los estamentos del país. Ya se acepta sin mayores resistencias que la economía requería de un vuelco radical que dinamizara sus fuerzas productivas, y que esto únicamente es posible modernizándonos y buscando una inserción más activa en los mercados internacionales". Y eso ya es ganancia.-

EL BUEN VENICO
UNO DE LOS ELEMENTOS FUNdamentales de la apertura ha sido el avance en las negociaciones regionales o multilaterales y en particular la resurrección del Pacto Andino. Y dentro del conjunto de ese acuerdo, lo más importante es lo que se ha logrado avanzar con Venezuela, que se ha constituido en motor del proceso de apertura y ha sido un factor muy importante en el impulso de las exportaciones no tradicionales. El crecimiento del comercio en los últimos años lo ha convertido en el tercer socio comercial de Colombia después de la Comunidad Económica Europea y los Estados Unidos y en la actualidad es el quinto proveedor de bienes a Colombia. Los flujos de comercio entre los dos países han venido creciendo de manera importante. Mientras que hace tres años se situaban alrededor de 300 millones de dólares, para el presente año se estima que superen la cifra de 1.200 millones de dólares.
Este empuje en el área comercial ha ido acompañado o quizá estimulado por otros avances en la integración, que se han materializado en varios convenios. Por ejemplo, en materia de tráfico aéreo, se pasó de tres o cuatro vuelos semanales entre Bogotá y Caracas a 35 frecuencias semanales entre los dos países. Y aun así, puede llegar a ser difícil conseguir un cupo entre Bogotá y Caracas. En materia de telecomunicaciones se estableció que a las llamadas entre Colombia y Venezuela se les da el carácter de llamadas locales a la tarifa más barata.
En materia de cooperación energética, se han celebrado acuerdos de interconexión eléctrica. La primera línea entre Maracaibo y La Guajira, que estará operando en octubre de este año, permitirá utilizar 200 mil kilovatios hora de energía venezolana en Colombia. También se va a construir una linea que conectará al estado del Táchira con Norte de Santander y que generaría 150 mil kilovatios hora adicionales de energía eléctrica.
Con el propósito de afianzar las inversiones mutuas por parte de empresarios del sector privado de cada uno de los dos países, en la reunión celebrada la semana pasada entre los presidentes Gaviria y Pérez en San Cristóbal, se acordó establecer un mecanismo de garantía de inversiones entre los dos países, similar al mecanismo a la OPIC.
De otro parte, la semana pasada se suscribió un acuerdo aduanero entre los dos países, mediante el cual se adopta un formulario único de importación y exportación y se establecen horarios unificados de aduanas en San Antonio y en Cúcuta para garantizar la atención permanente a los usuarios en la frontera.
La idea del Gobierno colombiano es replicar este esquema tanto con México como con Chile. Las negociaciones con México ya empezaron y aquellas con el país austral deben iniciarse en las próximas semanas. Las primeras serán difíciles y ya se está estudiando la posibilidad de darle a Colombia el tratamiento de país con menor desarrollo relativo, para evitar perjuicios económicos. En cambio la integración con Chile puede darse de manera más ágil en la medida en que son economías complementarias.
Dentro del programa del Pacto Andino, Ecuador desea entrar dentro de un esquema similar al establecido con Venezuela, pero ha pedido que se le permita ir liberando paulatinamente su mercado. Todos los anteriores acuerdos comerciales le dan el mejor posicionamiento a Colombia. En el Pacto Andino es la economía predominante por ser el único país que goza de preferencias arancelarias reales tanto con los Estados Unidos como con la Comunidad Económica Europea. En consecuencia, es ahora el sector privado colombiano el que tiene que coger las riendas y echar
para adelante con el proceso.-

Los cuellos de botella
SI BIEN LOS EMPRESARIOS privados se han venido adaptando a la apertura, el Estado no ha podido responder con la misma celeridad. De allí que los principales cuellos de botella del proceso estén hoy en el sector de infraestructura.
Puertos: El problema de los puertos sigue siendo uno de los puntos álgidos de la apertura económica pues la política del sector se desvertebró. El Ministerio de Comercio Exterior quedó como responsable de la actividad comercial la política de fletes y la reserva de carga. Las directrices sobre adquisición de naves, tripulaciones y accidentes marítimos quedaron delegadas a Dimar, entidad adscrita al Ministerio de Defensa. Y las políticas portuarias y de privatización quedaron en cabeza de la Superintendencia de Puertos, adscrita al Ministerio de Obras Públicas.
A pesar de que este fue uno de los primeros temas que se abordó y de que reconociendo la ineficiencia y los costos desproporcionados de Colpuertos se optó por su liquidación, nada ha pasado hasta el momento. Ni se ha liquidado Colpuertos, ni ha sido sustituido por las sociedades privadas que debían entrar a operar en concesión.
El poco entusiasmo por los puertos privados tiene su razón. La legislación que se expidió sobre la materia es, según expertos consultados por SEMANA, antitécnica, confusa y contradictoria. La Superintendencia de Puertos, por ejemplo, obliga a quien aspira a ser concesionario de un muelle privado a constituirse "en sociedad portuaria", cuando no existe razón alguna que justifique el que Malterias Unidas o Ecopetrol, que operan ya sus propios puertos, tengan que transformarse en sociedad portuaria.
Existe también un problema de costos. Se han fijado contribuciones en favor de la Superintendencia de Puertos para sufragar los costos de las funciones que venía cumpliendo Dimar sin cobro directo a los usuarios, mientras que en los países vecinos, el operador de muelle privado no tiene que hacer pagos por concesiones o utilización de las playas o de la baja mar. En esos países se considera suficiente compensación para el Estado el hecho de que los bienes portuarios reviertan, al expirar la concesión, después de 20 años.
Se ha pretendido por parte del Gobierno o de Colpuertos vender la infraestructura portuaria a sociedades de economía mixta con inversión privada, cuando lo fácil seria aportar la infraestructura portuaria a sociedades portuarias mixtas que las arrendaran a operadores privados.
Transporte interno: En este frente se presentan varios problemas. La falta de buenas carreteras, el mal estado de las existentes y la lentitud con que ha venido funcionando el programa de reconversión de los ferrocarriles. El programa de inversión en carreteras se ejecutó en más de un 80 por ciento en 1991, pero como se ha presentado un aumento importante en los costos, se estima que tendrá un retraso de por lo menos dos años. De otra parte, hay zonas del país donde la guerrilla controla el tránsito de camiones y vehículos de carga, no se puede circular de noche y cuando permiten el tránsito cobran sumas importantes de peaje. Existe en la actualidad también un déficit de oferta de camiones para transportar mercancías de los puertos a los centros de consumo y viceversa, principalmente desde los puertos del Caribe.
Transporte marítimo y reserva de carga: Colombia no está atendida por muchas líneas como consecuencia de la política de reserva de carga que imperaba hasta hace poco y que obligaba a que la mitad de toda la carga del país fuera transportada por la Flota Mercante Grancolombiana. Esto hace que todavía la oferta de transporte sea escasa y que mucha mercancía se demore más de lo normal en llegar o en salir de Colombia, con lo cual se afectan los índices de rotación de mercancias.
La abolición de la reserva de carga sí ha reducido los fletes. El transporte de un contenedor de Cartagena a Houston se redujo de 2.900 dólares a 1.300. Sin embargo, el cargo del IVA a los servicios portuarios va a tener un efecto negativo, en la medida en que como será cobrado en su mayoría a armadores extranjeros que no pueden transferir este sobrecosto, lo harán mediante un reajuste de fletes, incrementando así el precio del transporte de importación y exportación de bienes a Colombia.

El síndrome de la tapia
DURANTE MAS DE 50 AÑOS, COlombia estuvo por fuera del mercado. Sin competencia verdadera, los empresarios sólo buscaban ser productores."Un mercado tan cerrado les castró la iniciativa", asegura Enrique Luque, por más de 30 años presidente de Carulla y hoy cabeza de Luque Carulla y Asociados, una prestigiosa firma de mercadeo. Para él, Colombia vivió por muchos años "el síndrome de la tapia": los empresarios no veían más allá de las fronteras del país.
Pero poco a poco han ido cambiando. Y hoy también son vendedores. Las oficinas y teléfonos de atención al cliente están de moda en el país. El consumidor, que por años pagó el pato del mal servicio, está de plácemes. Los empresarios foráneos se han encargado de enseñarles a los colombianos la cultura de servicio al cliente. Y no son pocos los que los han superado.
En el mercado de capitales el boom tampoco se ha hecho esperar. Colombia, un país con problemas de oferta bursátil, se convirtió el año pasado en uno de los más movidos del mundo. Y en 1992 será igual. La política de apertura inyectó a las bolsas los fondos de capital extranjero que por ahora han invertido cerca de 20 millones de dólares, con tendencia a mejorar sustancialmente cuando los inversionistas colombianos se convenzan, que no vienen a raparles compañías.
El trabajo esencial de los fondos extranjeros es identificar a las empresas que no están en bolsa, para asesorarlas y recalcarles la importancia de buscar recursos en el mercado de capitales. Lo que dicen los fondos externos es que no quieren controlar, ninguna empresa, ni siquiera su Junta Directiva. Han visitado a los administradores de las sociedades "en potencia", a las autoridades empresariales y de control, al Banco de la República y a Planeación Nacional, para hacerles entender ese mensaje.
Pero así como viene, la inversión también va. Aportes cuantiosos de varios conglomerados nacionales en Portugal, España y Venezuela, por citar sólo algunos, muestran que el provincialismo se está acabando. Para eso hubo que romper normas antiguas y así como las aseguradoras pueden invertir en el exterior, a comienzos de este año las autoridades económicas aprobaron a las sociedades fiduciarias para constituir Fondos Especiales en Moneda Extranjera (Femes) con el fin de que puedan canalizar la inversión de colombianos en el extranjero.
La Casa de Bolsa S.A., comisionista de la Corporación Financiera del Valle, se alió con la Corporación Financiera Internacional (filial del Banco Mundial) y con el Grupo Inverlat de México. También piensan constituir una Omnibus Account. Correval, una de las firmas comisionistas más importantes del mercado colombiano, se asoció con Selfin de Chile para crear una empresa de asesoría de inversión que se llama Crissa -Colombian Research and Investments Services of South America, constituida en enero de 1992.
Maneja inversiones de colombianos en Chile y viceversa. Pero si por la bolsa llueve, por los bancos no escampa. El proceso de privatización de los bancos oficializados como los de los Trabajadores, Tequendama y Comercio, atrajo a propios y extraños. Los dos primeros quedaron en manos de los venezolanos Mercantil y Construcción, mientras que el tercero fue adquirido por el Grupo Sarmiento Angulo. En breve se fusionarán los dos. El Citibank se quedó con el Banco Internacional y el Banco Comercial Antioqueño y el Banco Santander se fusionaron. Todo, como consecuencia de la apertura. Nadie puede negar que la cosa está bien movida. Y aún queda mucho más.