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Baja el desempleo en las ciudades pero sube en las zonas rurales. La fumigación de cultivos ilícitos es parte de la explicación.

7 de abril de 2003

Afines del año pasado, en medio de las caravanas turísticas y del optimismo general que se respiraba en el país, había una gran expectativa por los puestos de trabajo que se pudieran crear en la temporada de fin de año. Al conocerse los datos de empleo, sin embargo, resultaron muy por debajo de lo esperado. En diciembre de 2002 la tasa de desocupación en el país fue de 15,6 por ciento, casi 2 puntos por encima del 13,5 por ciento que se había registrado al cierre de 2001.

Este resultado agregado ocultaba una tendencia que se viene registrando desde mediados del año pasado y que resulta inquietante: mientras la generación de empleo aumenta en las ciudades, disminuye en el campo. En 2002 la tasa de desocupación en las cabeceras municipales del país bajó levemente, de 17,4 a 17,2 por ciento. En las áreas rurales, en cambio, se trepó de 8,1 a 11,2 por ciento. En los primeros dos meses de 2003, de acuerdo con los últimos datos, esta tendencia se mantiene.

En febrero pasado la tasa de desempleo en las 13 principales ciudades del país fue de 17,6, cerca de un punto por debajo de la que se había registrado en el mismo mes del año anterior. Pese a esta mejoría en las grandes áreas urbanas la desocupación total en el país no bajó sino que subió levemente. Esto sugiere que en las ciudades medianas y pequeñas y en las áreas rurales la situación de empleo se siguió deteriorando.

¿Qué está pasando? En las ciudades la explicación pasa por la construcción. Esta actividad sólo emplea 370.000 de los casi ocho millones de colombianos que trabajan en las 13 principales áreas metropolitanas. Pero es el sector que más rápido está creciendo y aportando a la creación de los nuevos empleos. De otro lado, al final de 2002 empezó una recuperación importante del consumo de los hogares y, sobre todo, de la inversión. Todo esto explicaría el leve descenso del desempleo que se ha observado en los últimos meses en las ciudades.

La teoria de la coca

Lo que está ocurriendo en el campo es mucho más complejo. Una posible causa de la desocupación rural, según ha explicado el gobierno, es la erradicación de cultivos ilícitos. "Las fumigaciones están siendo evidentemente exitosas. El desempleo que generan es un costo social que tenemos que compensar con la reactivación de otros cultivos", explica Carlos Gustavo Cano, ministro de Agricultura.

El área cultivada con coca en Colombia cayó de 144.807 hectáreas en 2001 a 102.071 en 2002, según las mediciones de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Esta disminución de 29 por ciento tuvo un impacto económico considerable. De acuerdo con los últimos datos del Dane la economía colombiana creció 1,5 por ciento en 2002. De no haber sido por la caída en el producto ilícito, este crecimiento habría sido de 1,9 por ciento. Por otra parte, el PIB agropecuario creció 0,5 por ciento el año pasado. Al excluir de los cálculos los cultivos ilícitos esta tasa sube a 3,4 por ciento.

Una mirada a las diferentes regiones del país también da pistas sobre lo que está pasando. Entre los departamentos donde más disminuyó el número de personas ocupadas están Huila, Tolima, Nariño y Cauca. En los dos últimos ha habido fumigaciones. En el Putumayo, que es donde más coca se ha erradicado, no hay mediciones de desempleo. Aún así, este departamento podría estar influenciando las cifras. "Una hipótesis es que los raspachines de coca que se quedan sin trabajo en las zonas erradicadas están regresando a sus lugares de origen en el Tolima, el Huila o Nariño. Por eso la política no es sustituir cultivos en las mismas áreas donde se ha fumigado, que son alejadas y carentes de infraestructura, sino retener a los campesinos en sus lugares de origen, generando empleos lícitos y productivos en los lugares de expulsión", explica el ministro Cano.

La disminución de los cultivos ilícitos es definitivamente una de las causas detrás del desempleo rural, pero está lejos de ser la única. Si se tiene en cuenta que la coca genera aproximadamente un empleo por hectárea al año, y en 2002 se redujo el área sembrada en cerca de 40.000 hectáreas, se pudieron haber perdido alrededor de 40.000 puestos de trabajo. Aunque importante, esta cifra parece más pequeña si se compara con los 400.000 empleos que se perdieron el año pasado en todo el país.

La coca explicaría entonces la décima parte del problema. Las otras causas son más difíciles de medir. La crisis estructural del café, la baja competitividad de muchos cultivos y la competencia subsidiada del extranjero son parte de la historia. Más allá de esto están los asuntos metodológicos.

Para medir el desempleo el Dane hace unas encuestas en todo el país, preguntando puerta a puerta por la situación laboral de las personas. Los datos de esta muestra de hogares se combinan con las proyecciones demográficas del Dane, para calcular el desempleo en cada ciudad y cada región. El problema es que los colombianos se han desplazado por millones en los últimos años. Hay áreas enteras del país donde viven muchos menos colombianos de los que el gobierno calcula y otras donde ocurre lo contrario. En esas áreas las cifras de desempleo están totalmente distorsionadas, y lo seguirán estando hasta que no se haga un nuevo censo.

Por eso hay que mirar con alguna distancia las cifras de desempleo local. Y tampoco hay que darle explicaciones demasiado tecnocráticas a la desocupación rural. Lo que ocurre, en el fondo, es que en Colombia hay una guerra que lleva muchos años y todavía no ha parado. Aún hay muchos lugares donde, pese a los esfuerzos de las Fuerzas Armadas por controlar el territorio, sigue siendo imposible trabajar la tierra e invertir en ella por las masacres, el secuestro y la extorsión. No hacen falta cálculos sofisticados para entender que esa sigue siendo la principal causa del desempleo rural.

El panorama del empleo en el país, en todo caso, sigue siendo difícil. Los puestos de trabajo que se están creando en las ciudades no bastan para mejorar la situación. Entre febrero de 2002 y el mismo mes de este año se crearon en todo el país 385.000 empleos. Pero hubo 497.000 colombianos nuevos, en su mayoría jóvenes, que salieron a buscar trabajo. Por eso el número de desempleados subió. La demografía indica que, para que la tasa de desempleo baje sustancialmente en el futuro, el crecimiento de la economía tendría que ser de por lo menos 4 por ciento anual, el doble del 2 por ciento que se proyecta para 2003.