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DILEMAS CAFETEROS

A pesar de la buena coyuntura internacional la caficultura colombiana debe resolver problemas de fondo si quiere sobrevivir.

26 de mayo de 1997

"Nos tumbaron", dijo un importante caficultor a sus colegas después de escuchar las palabras del Ministro de Hacienda en un foro organizado hace un par de semanas por la facultad de economía de la Universidad de los Andes. Esta agria reacción del empresario se dio tras conocer de boca del Ministro que el 58 por ciento de los ingresos adicionales que obtendrá el país por el aumento del precio externo del grano serán ahorrados por el Fondo Nacional del Café. A pesar de la queja, muchos caficultores del país están felices por estos días con la elevación del precio interno del café, que ya ha superado el 50 por ciento en lo corrido del año.Esta es apenas una de las varias circunstancias paradójicas que han rodeado la buena situación que vive el café colombiano en los mercados internacionales. Varios observadores no entienden del todo cómo de la noche a la mañana el precio se disparó cuando nadie lo esperaba, por qué a pesar de esta situación las autoridades afirman que no hay bonanza cafetera, ni qué factores explican que la buena coyuntura internacional haya agarrado al país con una de las cosechas más bajas de los últimos 15 años. A estas inquietudes se agregan las que ha generado el esquema de fijación automática del precio interno del grano, que permite trasladar a los productores parte del aumento de la cotización internacional, a la vez que garantiza el fortalecimiento del Fondo Nacional del Café.Tantas preguntas lo que reflejan es la complejidad de la situación cafetera del país. Y a pesar de que las respuestas parecen señalar que las autoridades están haciendo un manejo adecuado de la favorable coyuntura internacional, la actual política no aclara del todo el futuro del sector.De sopetónCon el paso de los meses ha quedado claro que el aumento de los precios internacionales del grano era difícil de prever. A finales de diciembre las estimaciones de los expertos señalaban que la producción cafetera mundial en 1997 llegaría a los 100 millones de sacos, lo que habría representado un exceso de tres millones de sacos frente al consumo, con el consecuente efecto negativo sobre los precios internacionales. Pero como dijo hace poco el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Jorge Cárdenas, a los caficultores se les apareció no sólo la Virgen, sino todos los santos. Al regresar de las vacaciones de año nuevo fue quedando claro que la cosecha brasileña sería siete millones de sacos inferior a lo previsto y que la colombiana también sufriría una reducción de alrededor de dos millones de sacos. De esa manera las proyecciones del mercado mundial pasaron de mostrar un superávit de tres millones de sacos a revelar un déficit de seis millones. Además la noticia llegó en un momento en el que los inventarios en manos de los tostadores y los países consumidores habían llegado a su nivel más bajo en muchos años.Los efectos de semejantes circunstancias sobre el mercado no se hicieron esperar. El precio del café colombiano inició una escalada que ha llevado a que hoy la cotización externa sea alrededor de 60 por ciento superior a la de comienzos de año. Pero, por extraño que parezca, la situación del grano dista de constituir una bonanza y la razón es sencilla: dos dólares con 25 centavos no compran lo mismo hoy que hace 12 ó 20 años. A pesar del alza reciente la actual cotización internacional del café colombiano es menor en términos reales que la que ha existido en promedio en las últimas cinco décadas (ver gráfico). Por ese motivo las autoridades han señalado que no hay que hacer más fiestas de la cuenta, porque el actual precio internacional apenas constituye un ligero alivio para un sector en estado de postración.Cafetales viejosLa difícil situación por la que atraviesa la caficultura nacional se evidencia en que la producción del país está en uno de sus puntos más bajos de los últimos 15 años. Para algunos ese es el resultado de los bajos precios internacionales de los últimos tiempos, que se han traducido en menores siembras y renovaciones de los cafetales viejos, así como en limitados esfuerzos de transformación en las prácticas del cultivo. En verdad, la edad promedio de las plantaciones en la caficultura tecnificada está hoy cerca de los ocho años, cuando en la bonanza de los 70 era de apenas tres años. Como es obvio, ese envejecimiento de la caficultura nacional se traduce en menor productividad y menor competitividad en los mercados externos.Otros observadores opinan que una de las razones fundamentales del atraso productivo de la caficultura colombiana ha sido su excesivo aislamiento de la evolución del mercado internacional. Para muchos la política de estabilización del precio interno ante las fluctuaciones internacionales ha terminado por neutralizar las señales del mercado mundial, manteniendo así a los caficultores colombianos en una especie de cajita de cristal mientras los de los países competidores avanzan en la búsqueda de técnicas más productivas y eficientes.Lo más probable es que ambas hipótesis sean ciertas. De cualquier manera, lo que está claro es que la caficultura nacional tiene que hacer algo para aumentar rápidamente su productividad si quiere evitar ser arrasada por la de otros países productores de café suave como los centroamericanos. Y es que las cifras hablan por sí solas. Mientras los costos de producir una libra de café en Guatemala ascienden a alrededor de 75 centavos de dólar en Colombia son 20 por ciento más altos. De esta manera el país ha terminado ubicado entre los coleros de la caficultura mundial en lo que se refiere a productividad (ver gráfico). ¿Cambios en la política? Ante esas circunstancias, está claro que el gran reto de la política cafetera colombiana es lograr que la producción nacional esté más expuesta a la competencia del mercado mundial, con el propósito de lograr una mayor productividad, sin abandonar los mecanismos de estabilización que tradicionalmente han constituido su columna vertebral. Por eso muchos observadores recibieron con satisfacción el mecanismo de fijación del precio interno establecido hace un par de meses, pues garantiza la transferencia de los mayores precios internacionales a los productores, Sin embargo varios analistas han señalado que la nueva metodología tiene el riesgo de que, cuando el precio internacional baje y la caída también se transmita automáticamente a los productores nacionales, se puedan generar presiones políticas para desmontarla. Así mismo han advertido que si se transfiere la mayor parte del aumento del precio internacional a los caficultores el Fondo Nacional del Café correría el riesgo de descapitalizarse, poniendo en riesgo su capacidad estabilizadora en tiempos de vacas flacas.Ante estos interrogantes las autoridades han señalado que confían en la responsabilidad del gremio cafetero para respetar las reglas tanto en las buenas como en las malas, al tiempo que han subrayado que el Fondo Nacional del Café no corre el riesgo de descapitalizarse. Justamente para demostrarlo fue que el ministro Ocampo señaló en días pasados que el Fondo ahorrará el 58 por ciento de los 650 millones de dólares de ingresos adicionales que representará el alza de los precios internacionales del grano. Por el momento algunos observadores piensan que ese porcentaje es demasiado alto en un momento en el que se ha anunciado que la política cafetera se está moviendo hacia garantizar que los productores estén más expuestos a las oscilaciones del precio internacional. Algunos han llegado incluso a señalar que el supuesto viraje de la política es simple retórica y que en el fondo no hay cambios sustanciales. Otros opinan que sería irresponsable por parte de las autoridades no capitalizar el Fondo cuando las condiciones del mercado internacional lo permiten. Lo cierto es que se aproximan días de definiciones. En las próximas semanas se renegociará por parte de los caficultores y el gobierno el contrato que regula el manejo del Fondo Nacional del Café, y uno de los temas centrales de la discusión será el verdadero alcance del papel estabilizador del Fondo. Aunque por su naturaleza el contrato cafetero deber ser bastante genérico en sus planteamientos, los analistas esperan desde ya que en ese debate quede claro de una vez por todas si es cierto o no que la política cafetera colombiana está tomando un nuevo rumbo.