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DOS HOMBRES Y UNA MUJER

Una historia de crónica roja que esconde el drama de miles de mujeres.

25 de agosto de 1986

Una noticia de crónica roja aparecida en El Tiempo el sábado 19 de julio describió como un "insólito fallo" la absolución para una mujer a quien su propia defensa había pedido que condenaran. Pero detrás de esa información, perdida en el mar de noticias de violencia, no había ni fallo insólito ni la curiosidad de la condena pedida por quienes defendían a la mujer, pero sí una historia de amor, pasión, religión, dolor y muerte.
La historia parece perfecta para ser recogida por los guionistas de "Clásicos del terror" o de "Suspenso 7:30". Se trata ni más ni menos de una mujer que después de once años de matrimonio, establece una relación con un joven y al cabo de unos meses, el joven amante mata al marido para vivir libremente el romance con su "señora". Pero la señora arrepentida se presenta ante las autoridades y confiesa su participación indirecta en el asesinato.
Para Alba María Gómez viuda de Molano todo comenzó hace 14 años, cuando ella tenía 16 y conoció a Jaime Enrique Molano, de 22. Al poco tiempo de noviazgo se casaron por la Iglesia Evangélica, de la cual Alba María es miembro practicante. Como todo matrimonio joven tenían en mente muchos proyectos. Ella había estudiado hasta tercer año de bachillerato y él hasta cuarto. Buscaron un apartamentico en el barrio San Cristóbal, al nororiente de Bogotá. Como tenían un garaje inutilizado, Alba María decidió hacer un curso de inyectología y primeros auxilios en el SENA y le propuso a Jaime Enrique que con los pocos ahorros que tenían, abrieran una droguería. Al cabo del tiempo, el negocio daba para vivir.
Y ahí vino lo malo. Jaime Enrique comenzó a tomar sin medida, ya no le ayudaba a trabajar y, lo que es peor sacaba frecuentemente de la caja de la droguería, dinero para comprar bazuco y a veces se perdía sin dejar pistas. Pero sus perdidas no eran "las normales", llegó en una ocasión a desaparecer hasta por seis meses. Siempre volvía arrepentido y pedía perdón, pero "duraba buena gente un día", dice Alba María. Los vecinos se daban cuenta y le aconsejaban a Alba María que lo abandonara; ella, sin embargo, creía que como toda buena esposa lo debía perdonar y ayudar. Pero él, en vez de mejorar, cada día empeoraba. Así que Alba María tuvo que conseguir a Pablo Emilio Pinzón, un joven de 19 años, para que atendiera la droguería, porque ella sola no alcanzaba. Y eso fue lo bueno para ella por un tiempo. Alba María de 26 años se enamoró de Pablo Emilio y éste le correspondió. Como el esposo casi nunca estaba, pudieron vivir el romance sin mayores problemas, aunque los vecinos y las familias comenzaron a sospechar que entre la dueña de la droguería y su joven empleado existía algo más que una relación laboral.
Y ahí vino lo feo. El 30 de diciembre de 1982, Pablo Emilio llamó a Alba María y le dijo que él no aguantaba un minuto más esa situación, que ella tenía que ser de él. Alba María contó a SEMANA que en ese momento se le atravesó un pensamiento feo y que aunque vaciló, se lo expresó así a Pablo Emilio: "Quite del medio a quien se interpone" y confiesa que "nunca pensé que lo hiciera". Pero Pablo Emilio no vaciló, consiguió un cuchillo y aprovechando que el marido estaba ese día, 30 de diciembre, en la casa desenguayabando, le propinó en la propia cama tres puñaladas que acabaron con la vida de Jaime Enrique Molano. De inmediato lo llevó en un taxi hasta el río Bogotá y allí lo abandonó. Hasta ese instante el crimen era perfecto, pero diez días más tarde la Policía fue avisada sobre un cadáver flotando y lo pudo identificar porque el asesino cometió un error infantil: le había dejado la cédula de ciudadanía en uno de sus bolsillos.
De inmediato, los primeros sospechosos fueron Pablo Emilio y Alba María, a quienes encarcelaron por espacio de seis meses, al cabo de los cuales se les dio la libertad incondicional por falta de pruebas.

TODO SE DERRUMBO
Pese a que ya nadie ni nada se interponía entre Pablo Emilio y Alba María y que esta última quedó embarazada, la historia no tuvo final feliz. Pablo Emilio comenzó a portarse mal con Alba María y ella pensó que el amor que él le había jurado cuando su esposo estaba en vida, era mentira y que él estaba tras el poco dinero que le quedaba en la droguería. Sin embargo, este no fue el motivo para presentarse ante las autoridades.
Alba María dijo a SEMANA que como miembro de la Iglesia Evangélica se le ha inculcado desde pequeña que "siempre se debe confesar el pecado. Yo no podía dormir tranquila y a pesar de tener mi hija, me sentía desgraciada, así que un buen día, decidí entregarme al DAS y contarles toda la verdad. En ese momento todo se derrumbó, pero yo pude volver a dormir tranquila". Alba María tuvo que dejar a su hija de dos años y medio en manos de su madre. La familia de Alba María se sentía terriblemente avergonzada y sobre todo apesadumbrada porque una evangélica pudiera haber cometido tan repudiable acción.
En audiencia pública celebrada el 17 de julio pasado, la fiscal Olga Navarrete pidió la condena para la pareja. El abogado de la parte civil, Alberto Jaime Peláez, también la solicitó y la parte de la defensa, abogados de oficio que nombró el juzgado ante la precaria situación de los acusados, planteó que los hechos pudieron suceder bajo "sugestión patológica", es decir, por una alteración mental producida seguramenté por el estado de dolor y de ira guardados durante once años, tiempo en que Alba María soportó las arbitrariedades de su marido.
Pero de acuerdo con la ley colombiana, Jaime Enrique Molano no es el marido de Alba María, ya que como contrajeron matrimonio evangélico, este tipo de unión no es válida para los colombianos. Lo que la ley decidió en esa audiencia pública en el Juzgado 19 Superior de Bogotá, fue declarar a los inculpados inócentes, ya que dos jurados votaron que ellos no eran responsables y un tercero los encontró culpables, pero con el atenuante de la ira. Este fallo fue proferido por jurados de conciencia, lo que significa que el juez puede o no acatarlo. De acuerdo con averiguaciones adelantadas por SEMANA, lo más probable es que el juez declare la contraevidencia y deseche el fallo, lo que llevaría a que se realizara una nueva audiencia, cuyo resultado será definitivo e inapelable.
SEMANA tuvo la oportunidad de hablar con Alba María Gómez viuda de Molano, como ella se firma, en el patio 4° de la Cárcel de Mujeres, y se encontró con una mujer tímida, llorosa y acongojada que siente pena por lo sucedido y que asegura que este año de cárcel le ha servido para purgar su culpa. Porque ella siempre cargó una culpa y pese a lo que tuvo que soportarle al marido, no cree que haya sido justo el final de su cónyuge.
Y si el final de esta historia de crónica roja se conocerá en un par de meses, Alba María dice que si es declarada inocente no vivirá con Pablo Emilio, quien está preso en la Modelo, sino que su misión en la vida será educar a su hija para que no se reproduzca en ella la tragedia que la ha acompañado desde hace catorce años cuando se casó.